La Inteligencia Artificial (IA) está llegando muy lejos. A las motos también está llegando, sí. Ahora los robots también son capaces de conducir motos, algo que en realidad, ya avanzó Honda hace tiempo. La diferencia es que saben hacer piruetas en moto. A lo Toni Bou.
Y no es ningún tipo de broma; este proyecto viene de parte del Instituto de Robótica e Inteligencia Artificial (RAI) de Massachusetts. Es impresionante ver a la moto autónoma hacer piruetas por sí misma. No hay ningún tipo de intervención humana.
¿Competición de motos sin pilotos? ¿El futuro?
Su misión, dicen los científicos del RAI es "resolver los desafíos más importantes y fundamentales en robótica e inteligencia artificial". Una descripción difusa para una moto cuyo simple objetivo es hacer 'stunts' a lo Toni Bou. Pero ese es otro tema sobre los límites de la IA y la moralidad.
Directamente no lo llaman moto, sino "vehículo ultramóvil" o UMV. A grandes rasgos, esta pequeñez es capaz de conducir, girar, saltar y hasta hacer piruetas como un piloto profesional. Funciona sin intervención humana.
Y lo que un humano tarda meses, y probablemente años en aprender encima de una moto con mucha técnica y habilidad, el robot lo hace en cuestión de horas. Según explican en el propio instituto, todas las habilidades son adquiridas "mediante aprendizaje por refuerzo".
Ya lo podemos observar en el vídeo cómo la pequeña moto es capaz de saltar y bajar obstáculos, hasta amortiguando la caída o dándose impulso. Hasta es capaz de mantenerse de pie en parado, o dar marcha atrás. Y lo peor (o mejor) de todo, que lo ha aprendido en horas.
Pero aquí es donde surge la gran pregunta: ¿para qué? Si ya tenemos pilotos humanos capaces de hacer estas acrobacias con un nivel de perfección asombroso, ¿cuál es el propósito de una moto autónoma que imita sus habilidades?
Algunos dirán que es un simple avance tecnológico, una demostración de lo que la IA puede lograr en términos de control y equilibrio dinámico. Pero otros podrían verlo como un experimento sin un propósito claro, más allá de demostrar que las máquinas pueden aprender algo que, hasta ahora, era exclusivo del talento humano.
Ya puestos a fantasear, si la IA ya es capaz de dominar habilidades como esta en cuestión de horas, ¿qué impide que en el futuro veamos competiciones entre motos autónomas, sin pilotos, haciendo trucos cada vez más extremos? Es un escenario posible, pero también abre el debate sobre la esencia misma del motociclismo. Porque más allá del espectáculo y la precisión técnica, las motos son una extensión del piloto, una conexión entre máquina y humano que, de alguna forma, define el deporte. Si quitamos al humano de la ecuación, ¿sigue siendo lo mismo?
Por otro lado, la tecnología detrás de esta moto autónoma sí podría tener aplicaciones más prácticas en el mundo real. Sistemas avanzados de estabilidad y aprendizaje automático podrían mejorar la seguridad en motos convencionales, corrigiendo errores de conducción o ayudando en situaciones de emergencia. Algo en lo que Honda ya trabaja, por ejemplo.