El mundial de MotoGP ha llegado a las últimas tres carreras de la temporada con un escenario soñado. Fabio Quartararo, Pecco Bagnaia y Aleix Espargaró, tres pilotos de tres marcas diferentes, están separados entre sí por menos de una carrera, mientras que Enea Bastianini y Jack Miller aún apuran sus últimas opciones.
Sin embargo, una amenaza planea sobre estas últimas carreras y amaga con hacer del desenlace algo mucho menos épico de lo que se podría esperar: Ducati. Y es que a su superioridad mecánica hay que añadir que en Buriram, y parece que desde Misano, ya comenzaron a dar órdenes de marca a sus pilotos. Sí, de marca, no de equipo.
Ducati puede decidir el mundial de 2022 desde un despacho
La veda la abrió Johann Zarco. El piloto francés del Pramac evidenció muy claramente que no quiso pasar a Pecco Bagnaia en Tailandia, y después de la carrera lo explicitó con palabras. Fue Zarco quien precisamente puso sobre la pista de que "desde Misano Ducati ya nos dio la premisa, siempre que no se luche por la victoria".
La pregunta es clara: ¿es esto ético? ¿Debería ser legal? Recordemos que Zarco y Bagnaia no son pilotos del mismo equipo, corren en estructuras diferentes, aunque ambos piloten motos de la misma marca y estén pagados por Ducati. ¿Debería Dorna hacer algo para evitar que veamos órdenes de marca en las últimas carreras?
Sí, las órdenes de equipo están aceptadas. Es normal que un compañero de garaje tenga que ayudar al que se sienta en la otra moto si se está jugando el mundial, aunque en Ducati ya sabe que, de momento, no pueden contar con Jack Miller. El australiano tiene ahora la carrera de casa y quiere apurar sus opciones.
El problema de las órdenes de marcas es que no todas las pueden usar. Mientras que una marca como Aprilia solo tiene dos motos en pista, Ducati corre con ocho. Eso ya le ha dado una ventaja infinita a la hora de recoger datos durante el mundial, pero ahora sería terrible que además sirviese para ordenar la parrilla a su antojo.
Y no es que Aprilia no quisiese tener un equipo satélite en 2022. Lo intentaron, pero Ducati se quedó con todos los que estaban disponibles ante la pasividad de una Dorna que antaño tuvo un sueño, el de tener seis marcas en parrilla con cuatro motos cada una. Pero parece que esos objetivos de igualdad se han ido borrando en favor de una copa Ducati.
El año que viene Aprilia tendrá su equipo satélite, pero a costa de Yamaha. La única marca que activamente no ha querido tener una estructura asociada en MotoGP ha sido Suzuki, y ahora sabemos por qué. Que haya marcas que quieran tener un equipo satélite y no lo tengan mientras otras tienen tres es un clamoroso error del campeonato.
Si se van a permitir las órdenes de marca, ¿para qué existen los equipos privados? Sería mucho más pulcro que Ducati corriese con ocho motos de fábrica, todas pintadas de rojo, y decidiese el orden de las carreras. El espectador no entiende por qué una moto de amarillo y otra de morado no ataca a la de rojo.
Ahora vayámonos a Valencia. Pero no a la carrera de 2022, sino a la de 2006. Valentino Rossi llegaba con el título encarrilado, pero se cayó en los primeros giros y lo dejó en bandeja para Nicky Hayden. El italiano trató de remontar desde el fondo de la clasificación, pero solo alcanzó el decimotercer puesto.
Aquel día, Colin Edwards y Carlos Checa, también pilotos de Yamaha, acabaron un poco por delante de Rossi. ¿Qué hubiese pasado si se hubiesen parado en pista para que Rossi sumase unos puntos más? Pues nada, porque Rossi solo habría sumado dos puntos más pero se quedó a cinco de Nicky Hayden.
Pero ahora imaginemos que Yamaha hubiese tenido ocho motos en pista, y que las siete que no son Rossi se hubiesen parado en Cheste, o hubiesen entrado en boxes, para permitir que 'Il Dottore' sumase los últimos puntos a su mundial. Habría sido una imagen indigna de MotoGP, vergonzosa. Por suerte, aquello no pasó. Ojalá siga sin pasar. Pero el riesgo existe.