Rickshaw Run: una ida de olla de 3.000 km por la India en motocarro, sólo para aventureros extremos (o tontos)
No es la primera vez que ponemos el punto de atención sobre los locos The Adventurists, ya te contamos por qué era buena idea jugarte la vida en un Ural en una travesía por el lago Baikal o su descabellada idea de que las pequeñas Monkey Bike son el nuevo amanecer del aventurismo.
Hoy volvemos con esta loca y gamberra agencia de viajes para acercarte su Rickshaw Run, una aventura para tres personas a través de más de 3.000 kilómetros por la India durante dos semanas y a bordo de los sonados motocarritos que inundan el país, su medio de transporte más popular.
Tres en una cortadora de césped
Si no los conoces, te ponemos rápidamente al día. The Adventurists, la agencia británica de viajes más gamberra, irreverente y loca del mundo, dedicada no a organizar viajes, sino a TRAMAR con mayúscula aventuras cada vez más descabelladas. No importa el peligro, lo raras que sean o lo políticamente incorrectas que puedan resultar, consiguen inscripciones a un nivel internacional como ni te imaginas, como churros se venden un domingo de invierno.
La Rickshaw Run es otra de esas perpetraciones suyas. La premisa es pegarse una de esas aventuras que “todos necesitamos alguna vez en nuestra vida, hacer algo absolutamente indignante, completamente sin cerebro y poco aconsejable. Algo que sabes que tu madre no aprobaría”.
Una aventura de grupo, pensada para compartir entre tres amigos, recorriendo la India a través de más de 3.000 kilómetros a bordo de los populares y famosos motocarritos del país llamados rickshaw y que son casi una cortadora de césped, un vehículo totalmente inadecuado del que dicen que si Dios hubiese hecho máquinas, probablemente no se habría molestado con el motocarrito.
La famosa NO ruta
La No-ruta es un concepto simple pero devastadoramente efectivo: “Sin tomarte de las manos y sin limpiarte el culo, todo depende de usted”. El éxito de sus aventuras (insisto, es mucho) se debe sobre todo a cómo te venden la historia y a su ya implementada fórmula de viaje de pirados: en cada extremo de la carrera, un fiestón de proporciones bíblicas; en medio, tú y tus historias, para lo bueno o lo malo.
No se establece ruta, se dan dos puntos, uno de salida y otro de llegada, y se va sin respaldo. Ni ellos ni tú tendréis la manera de saber si vas a conseguir llegar. Es sólo el grupo de amigos en una autentica aventura atravesando el subcontinente y soportando “lo que la mierda del camino depare”.
Si que te aconsejan que evites las Lonely Planet y que no prestes atención “a las hordas de bloggers de viajes y a sus diez razones por las que la india es jodidamente increíble”. Para ellos cuanto menos sepas, mejor. La elaboración de una ruta diaria no tiene sentido. Es muy probable que la planificación caiga el segundo día de la carretera, “la India se encargará de ello”.
La forma más alta de la ingeniería: el motocarrito
“Arrodíllense ante la forma de vida más alta de la ingeniería”. Su humor no tiene límites ni convenciones sociales. Ellos mismos lo reconocen: no es muy buena idea. Los rickshaw no son muy rápidos, huelen, vuelcan con una facilidad pasmosa, se rompen continuamente y cuando llevas horas conduciendo en él te bajas como “si un elefante te hubiese expulsado por el culo, pero de alguna manera todo esto los hace mejores”.
Basados en el Piaggio Ape que ideó Corradine D'Ascanio en 1947, estos moto carritos construidos por Bajaj (al menos la mayoría de los que se usan en la Rickshaw Run) tienen un motor monocilíndrico de dos tiempos de 145 cc con 7 cv de potencia y cuatro marchas más otra marcha atrás.
Puede alcanzar una velocidad máxima de 55km/h, siempre que vaya cuesta abajo, con una sola persona y sin equipaje. Ideal para asegurar las carcajadas durante dos semanas para tres personas. Los vehículos de todas sus aventuras están escogidos a conciencia.
Cuestión de números
La inscripción para hacer el Rickshaw Run es de 1.935 euros a repartir entre las tres personas y contempla el motocarrito y las gestiones, recordemos que estamos en la India, para obtener los pertinentes permisos para circular por el país. La lejanía y el país en cuestión entrañan alguna complicación más que en sus otros viajes, pero todo está muy bien explicado desde su página.
También incluye dos días de ayuda para que uno se familiarice con el vehículo y para que te enseñen cómo repararlo, seguro de viaje y médico de emergencia, el fiestón de salida, un partido de cricket y la ceremonia para todos “aquellos tontos valientes que se atrevan a recorrer la India en una basura de motocarrito”, una calurosa bienvenida en la línea de meta cuando termine, otro fiestón y otro partido. Y se me olvidaba que también incluyen otro partido más.
Además en esta aventura, todos los equipos han de dejar 1.000 libras (1.110 euros) en depósito por futuros percances con el rickshaw, ya ha ocurrido otras veces. Todo lo demás lo pones tú, desde el alojamiento y la comida, hasta el combustible, que como apuntan en esa guía está en torno a algo más de 250 euros, dependiendo de si “sufres obesidad mórbida o eres un enano”.
Son muchos los personajes que acuden a esta loca aventura, por lo que si te llama la atención, para las ediciones de este año ya no llegas. A la primera de 2018 tampoco, quedan plazas para la segunda edición de 2018, que se celebra en verano, dentro de un año y mucho me temo que serán plazas que tendrás que luchar.