Filipinas es un país en el que el bambú forma parte de la cultura, la industria y la propia sociedad. Por eso el artista y director de diseño Christopher Paris Lacson no tuvo ninguna duda al pensar cómo iba a fabricar su nuevo proyecto: iba a ser una moto eléctrica vestida por una carrocería realizada con madera de bambú.
No, no es una broma del April Fools Day aunque se parezca a la Johammer J1, es una realidad que Lacson ha materializado en la marca Banatti, una especie de Ducati a la filipina, cuyo primer modelo iba a ser la Green Falcon que ves sobre estas líneas.
Banatti Green Falcon: ideas nuevas para materiales milenarios
¿Por qué bambú? Bueno, pues porque es un recurso natural, sostenible y de fácil acceso. Tanto es así que el gobierno de Filipinas ha establecido que hasta 2020 se planten 10 millones de hectáreas de esta planta con múltiples aplicaciones y que sólo tarda tres años en crecer hasta convertirse en materia prima.
Adelantándose a la nueva fiebre del bambú que llegará en un par de años, algunos inventores como Lacson han irrumpido con ideas nuevas y aplicaciones hasta ahora inéditas. En palabras del ideólogo de la Green Falcon, el bambú una vez trabajado y estructurado en dos capas laminadas cubiertas de resina epóxica adquiere una resistencia similar al acero con mucho menos peso.
Según Lacson toda la carrocería, incluyendo el cuerpo principal, el asiento (que también es de bambú) y el alojamiento para el cuadro de mandos digital, que por cierto incluye sistema de audio integrado, pesa sólo 6,5 kg. Esta cifra apunta su creador que es inferior a haber realizado el mismo trabajo en fibra de vidrio.
Bajo su voluptuosa carrocería la Banatti Green Falcon esconde una batería y un motor completamente eléctricos pensados para un uso urbano y de extra radio. No han hecho públicas aún sus cifras de prestaciones pero aseguran que la velocidad punta ronda los 120 km/h, aunque nunca los alcanzará.
Se ha establecido un desarrollo que limite la velocidad máxima mecánicamente a 96 km/h pensando en su utilización en ciudad y para mejorar su autonomía, estimada en unos 50 km como máximo entre recargas.
Banatti asegura que rodar a los mandos de la Green Falcon es una experiencia placentera, más próxima a montar un caballo que a pilotar una moto. Aunque un caballo es mucho más bonito y tendrá una autonomía notablemente superior.
Lo que sí hay que reconocer a esta moto de bambú es que al menos sí que sirve para inspirar a crear nuevas aplicaciones con recursos locales más que a ganar dinero, dicho por el propio Lacson.