Esta vez os traemos la tercera historia de nuestros lectores a cargo de Maernus. Veremos como una vez más, nuestra pasión por las dos ruedas, una vez que la has probado tiene difícil vuelta atrás. Incluso en casos tan poco afortunados como el de Maernus algún impulso desconocido y nada racional nos lleva seguir viviendo todas esas experiencias encima de una moto.
Y como siempre recordaros que aún estáis a tiempo de contarnos vuestra primera vez…. enviando vuestra redacción y fotos al correolaprimeravezenmoto@motorpasionmoto.com. Por nuestra parte seguiremos leyéndolas atentamente y seleccionando las más interesantes para vosotros. Pero vamos con la segunda oportunidad de Maernus.
Del primer viaje en moto "grande" guardo recuerdos encontrados: mayo de 1996, mi 12 cumpleaños, GP de Jerez y la Kawa ZX-10 Tomcat de mi padre. Yo, en la parte de atrás, más contento que unas castañuelas por montar más allá de la calle donde vivía. ¡Un viaje largo nada menos y nada menos que al meollo del mundo motero! Y por cierto, lo que se vio fue histórico. Por fin nuestro Crivi le mojaba la oreja al invencible Doohan, su jefe y compañero de 500 de Repsol Honda y además en casa. ¿Podría pedirse algo más? Ese viaje me iba a convertir en un motero de cantera... Pero no acabó bien. Volviendo a casa, un coche se empotró de frente contra una caravana, y nosotros no pudimos escapar del golpe.
Además de las lesiones físicas, que no fueron pocas, me quedó una más profunda. Pánico a cualquier cosa de dos ruedas. No me podía subir ni al más dócil Vespino. Mi tío tuvo que devolver la Senda 50cc al concesionario sin llegar a arrancar el motor. Pero la semilla estaba plantada. Pasaron los años y seguía sin querer saber nada de motos. Tuvo que venir el mejor doctor del mundo a curarme, Il dottore Gregory House. Resulta que el prota de una de mis series favoritas se compró, pese a estar cojo, una moto. Y no una cualquiera, una Honda decorada con los logos del equipo Repsol. Heredera directa de las máquinas de Crivillé y Doohan que había visto tanto tiempo atrás en Jerez.
Allí me volvió el gusanillo. Al principio, nada más que un ciclomotor para moverme por el pueblo. Bueno, ya que miramos ¿por qué no una campera algo más grande? Y ya que me pongo, ¿y si me saco el carnet? A los pocos meses, y tras muuuuuuuchas clases (dentro y fuera de la autoescuela) salía yo con el flamante carnet A mirando una montura para estrenarlo. Miré 600RR limitadas, una Z750 nueva que en aquel momento me pareció un monstruo por grande y potente. Al final me pudo la prudencia y conseguí una Kawa ZZR250, pequeña pero matona. Justo en el límite de potencia que podía llevar con el antiguo A los 2 primeros años, si acaso un pelín más, porque llevaba unos escapes Schnappon un poco "especiales". La vendí hace un par de meses, y por lo que me han contado, la han pintado de un rosa "chicle” quitando su azul original.
Y lo demás, es historia. Pasados los dos años de limitación, me puse a mirar ya algo más "gordo”. Aunque probé mucho, miré mil marcas y modelos (y me enamoré de la Triumph Tiger 1050). Me hice con mi Negrita, una Suzuki Bandit 650S que en menos de un añito, me ha llevado semanalmente a trabajar a Almería desde Madrid, de vacaciones por la cornisa cantábrica en verano, y como celebración de nuestro primer aniversario juntos, a hacer una escapada a los "passos" italianos de los Dolomitas, aunque se nos quedó pendiente el famoso Stelvio. ¿Qué mejor excusa para volver?
Aún me quedan muchas curvas por hacer, y muchas concentraciones por acudir para dejar de emocionarme encima de una moto como la primera vez.
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