Yamaha V-MAX Ludovic

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No recuerdo con exactitud cuál fue la primera modificación que vi, la primera gran preparación que tuve ante mis ojos. Sí sé que era europea, eso seguro, y muy probablemente de nuestro país vecino, Francia. Allí lleva años arraigada la cultura de la adaptación al gusto del consumidor. Me viene a la cabeza en este mismo instante la cantidad de revistas, webs y blogs dedicados simplemente a un sólo estilo; streetfighters, café racers, bobbers… hay para todos los gustos. A pesar de la cantidad de variantes que disfrutan pasando los Pirineos uno no puede evitar relacionarles directamente con manillares anchos, estriberas altas, frontales agresivos y colines afilados, a veces apuntando al cielo. Ese es, para mi, el estilo galo, el del streetfighter o la supermotard más radical. Echando un vistazo al pasado y a los antecedentes de Ludovic Lazareth vemos reflejado esas características en la mayoría de sus creaciones que, como veréis si echáis un vistazo a su web, tratan casi todos los vehículos disponibles. Con esa percepción en la mollera nos metemos de lleno en la Yamaha VMAX que Ludovic preparó para el reto de Yamaha, dejando, de momento, a un lado a sus competidoras de Marcus Walz y Roland Sands. El francés reconoce que este trabajo es distinto a los demás. Él, con la experiencia que acumula desde 1998, suele trabajar desde la nada, construyendo sus ideas en base al motor. Con el propulsor delante las líneas, el trazado y la forma del vehículo comienzan a brotar. Sin embargo, con la VMAX no ha seguido estas directrices, dejando que la muscle bike de los diapasones siga manteniendo el tipo, pero con un aspecto distinto. De serie es una muscle; tras pasar por el tratamiento del taller galo, una campeona de culturismo. Aunque trabaja y trata la fibra de carbono en buena parte de la carrocería, nos encontramos con una buena dosis de aluminio en cada rincón de la Yamaha. Así lo encontramos presente en las tomas del ram-air, mucho más voluminosas y angulosas que las originales, o en el exterior del sistema de escape, tratado y cuidado hasta en el último de sus detalles. Éste, obviamente, está fabricado también en acero inoxidable en su interior. Otras tantas partes fueron hechas en poliéster. Quizás sea esa abundancia de materiales, o la pintura, lo que da una sensación de estar ante una moto fabricada en serie. Y lo digo en el mejor de los sentidos. La perfección de los detalles y la abundancia de los mismos hacen que parezca que estemos viendo una moto extraña, pero posible y real. Llama la atención particularmente algunos puntos de esta VMAX que guardan un notable parecido con la Suzuki B-King. Y es que, enredado entre sus obras, me topo con preparaciones con el mismo patrón, llegando a pensar que lo que tenemos delante es la misma máquina japonesa. Manillar ancho, muy ancho, y plano. Espejillos minimalistas. La firma del preparador presente pero sin desvirtuar la sobriedad que transmiten sus colores. El colín casi inexistente y tan llano como el manillar que le precede en el eje delantero. Sin duda, una obra de Ludovic. Pera ese estilo tan marcado, ¿está a su favor o en su contra? Pronto será el turno de Roland Sands y podremos juzgar con las cartas encima de la mesa Fotos vía | Yamaha En Motorpasión Moto | Yamaha V-Max Hyper Modified: a fondo con la obra de Marcus Walz

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