Nada más salir del concesionario, y después de dejar coger temperatura al motor bicilindrico, decido probar en mis propias carnes de que es capaz la GP 800. Acelero a fondo, y automáticamente siento como mi cuerpo se va hacia atrás mientras la moto comienza a subir de velocidad de forma espectacular. Me agarro con fuerza a los dos semimanillares de aluminio para no salir despedido, y sigo impresionado de lo que acelera la GP 800. La primera impresión es la de que poco tiene que envidiar a una moto de gran cilindrada, y sin dudas deja atrás en aceleración a la TMAX que probamos hace unos meses y que tampoco se quedaba corta de aceleración.
Pronto llego a la primera curva, e inevitablemente el ritmo al que se suele llegar a ellas con la GP 800 suele ser muy alto, ya que las aceleraciones a fondo pronto se convierten en una especie adicción a la que es difícil resistirse. A medida que la curva se acerca, hay que probar que tal funcionan esos enormes discos delanteros de 300 milímetros firmados por Brembo. El conjunto frena bien, pero es en esta maniobra y en el momento de meter la moto en la curva dónde nos encontramos con el mayor inconveniente de la GP 800. Su longitud de 2.2 metros y los 245 kilos del conjunto hacen de ella una moto poco ágil a la hora de detenerla y tirarse al vértice en las curvas, sobre todo si éstas son de radio corto y hay que hacerlas a baja velocidad.
Por el contrario las curvas amplias, rápidas y con buen firme se pueden trazar a un ritmo frenético. El bastidor y el basculante trasero de aleación de aluminio al que se ancla el monoamortiguador regulable en siete posiciones de precarga, permiten una estabilidad que poco tiene que envidiar al de muchas motos de carretera, especialmente diseñadas para este terreno.
Evidentemente por planteamiento y motor, la GP 800 se puede usar como una moto de turismo, con la que hacer viajes de forma cómoda y rápida. Rodando por autopista y autovía, la GP 800 se mueve como pez en el agua. Los 75 caballos del motor permiten mantener velocidades de crucero muy superiores a la velocidad máxima permitida en España sin demasiada complicación. Hemos de decir que incluso no es complicado ver la aguja en 200 kilómetros por hora, algo que sería pura ciencia ficción si nos lo llegan a contar hace unos años. Ahí es dónde está el límite de la GP 800 en cuanto a velocidad punta, y con la pantalla delantera bien levantada y los brazos con los codos recogidos hacia dentro nos sentiremos como Simoncelli en la recta de un Gran Premio sin problema (la semejanza con el italiano es porque el es piloto de Gilera).
Continuará...