Esta mañana he salido a dar una vuelta con la moto, al final han sido casi 200 kilómetros por la provincia. Pero al volver a casa me he dado cuenta de lo poco que he disfrutado de esos 200 kilómetros. Quizá sea una sensación mía, pero de todos esos kilómetros sólo he disfrutado en un tramo de 14 kilómetros, los que marcan un puerto de montaña. El resto no ha sido casi nada divertido ¿Por qué?
Pues porque he rodado por carretera nacional con límites de velocidad a 80 km/h en tramos, continuas zonas marcadas como "tramo de concentración de accidentes". En ese espacio habré pasado por delante de no menos cinco radares, y para acabar el día un agente de la policía nacional me ha dado el alto por pasar un control pegado a la derecha, mientras que el agente estaba a la izquierda de la calzada. Alguno pensaréis que el problema es que no he podido exprimir los caballos de la moto, pero os puedo asegurar que lo que pretendía no era eso. Simplemente quería disfrutar de la moto tranquilamente y me he tenido que preocupar más de asegurarme que estaba dentro de los límites de la ley que de conducir. ¿A vosotros también os ha pasado algo así alguna vez?
¿Te sientes vigilado al circular por la carretera?
La semana pasada os preguntaba sobre si los españoles preferimos el "burro grande, ande o no ande" a la hora de elegir una moto para comprar. La respuesta más votada es la que nos ha dejado Maikenai:
Grande, sí. Potente… no necesariamente. De hecho mi actual moto no llega a cien CV a pesar de ser 1100. Y su precio me hubiese permitido comprar motos con el doble o más de potencia. Y es que después de unos años en moto me he dado cuenta de que lo importante para mi, lo divertido, es el par motor y no la potencia máxima o la velocidad punta. El empuje, la sensación de tracción, el efecto poderoso del par es lo que me llena. Es diversión sin velocidades exageradas ni el estrés que supone llevar la aguja rozando siempre la zona roja. Para muchos es difícil de asimilar, y supongo que el tiempo es el que te lleva a ello. Rapidez tranquila. Olvidándose de las grandes (y absurdas) cifras de “hipervelocidad”. Absurdas por el peligro que entrañan tanto a nivel físico como económico. Así que sí, motor grande. Pero con reservas. Motor grande para disfrutar de empuje, no por velocidad. Las carreteras de montaña agradecen estos motores, que siempre tienen patada, indiferentemente de la marcha engranada. Eso sí, hay que tener muy claro que reniegas de las altas prestaciones puras pero, tal y como está el patio, creo que es la decisión acertada. Más que motor grande o no, ante todo, motor racional (si hablamos de carretera, claro).
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