La pesadilla recurrente de Honda vuelve en 2017, demasiada potencia en su MotoGP
Como si ya fuera algo recurrente, los fantasmas de las navidades pasadas vuelven a hacer acto de presencia en los garajes de Honda en el Campeonato del Mundo de MotpGP. El feudo que antes la marca de ala dorada dominaba con mano de hierro parece tornarse complejo por tercer año consecutivo para los de HRC.
Casi cual tradición de pretemporada, el motor de la Honda RC213V adolece un año más de notables carencias con respecto a sus rivales, directas e indirectas. Cierto es que los tiempos firmados por Marc Márquez y Dani Pedrosa en los IRTA de Sepang salvaron los muebles para el recién presentado equipo de Repsol, pero más allá de eso las RC213V tienen serias dificultades para transmitir su potencia al asfalto.
Más potencia, menos agarre
Otra vez la agresividad del motor Honda de MotoGP es el principal problema. Hay un exceso de potencia que pone en jaque a electrónica, neumáticos y pilotos
No hay paños calientes. De puertas hacia fuera las declaraciones son las que son y los pilotos hacen su trabajo. Márquez y Pedrosa cerraron los últimos test en segunda y cuarta posición, pero en ambos lados del box de HRC la preocupación es la misma: hacer que el potente motor japonés aplique de manera eficiente toda su fuerza al asfalto.
Esta nueva crisis supone un regreso al pasado; algo que todos los protagonistas de esta desventura ya han vivido antes. En 2017 los problemas derivan de un nuevo incremento de potencia que ni siquiera el cambio de configuración de cigüeñal de screaming a big bang (imitando a otras fábricas) ha sido capaz de solventar . La complicación reside en el uso de una electrónica única mucho más simple que les corta las alas para traducir su ingente potencia en mejores tiempos. Aunque esto no debería haberles cogido por sorpresa, pues ya losufrieron el año pasado.
Al contrario. Todos los equipos, tanto oficiales como satélites, no saben qué opción escoger entre las diferentes configuraciones posibles de motor. Cualquiera de ellas sufre de una falta de tracción derivada de una electrónica incapaz de gestiar el rendimiento de la Honda. Un problema latente que preocupa en HRC, camuflado en gran parte por un señor llamado Marc Márquez y el título recuperado en 2016.
De hecho, el quinto título mundial de Márquez fue más bien el fruto de una nueva mentalidad del dorsal 93, en cierto modo conformista, renunciando a la fogosidad por la victoria de campañas pasadas en favor de una consistencia con la que sacó petróleo de situaciones realmente complicadas. Para Marc "es cierto que el año pasado logramos el título, pero sufrimos problemas a lo largo del año. No fuimos rápidos en muchas carreras".
"Mi moto se levanta incluso en sexta marcha. La última evolución es demasiado potente, casi imposible de gestionar", Cal Crutchlow
Confiando en que el motor big bang pudiera asimilarlo, los japoneses han desarrollado un propulsor más potente aún que el de 2016, y el resultado es una moto nerviosa, con un Michelin trasero al que le sobrepasa la potencia, pierde tracción y, por consiguiente, las décimas se pierden por el camino. Igual que los trozos de goma.
Desde el primer día de entrenamientos en Sepang, la consternación de Márquez estaba ahí. Los cambios inteoducidos para esta campaña hacen parecer que a bajas vueltas la moto es más suave aunque el resultado contra el crono viene a ser el mismo que en 2016, no hay grandes diferencias. En recta parece ser un poco más rápida, pero la RC213V quiere ponerse de lado al salir de cada curva.
"Tenemos mucho trabajo por hacer, porque desconocemos el potencial real del motor 2017", aseguraba el de Cervera. La cuestión de fondo es que de las múltiples opciones de configuración que tienen sobre la mesa, no saben por cuál decantarse. La decisión final se tomará en los últimos test de pretemporada en Phillip Island, lo que deja a la fábrica japonesa con sólo dos semanas para producir 35 motores (siete por piloto) con la configuración definitiva para ser verificados y precintados antes del GP de Catar.
Sepang es una de las pistas donde más sufrimos, así que tenemos mucho trabajo por hacer. Sabemos dónde está el problema, lo que pasa es que no es fácil de arreglar. Es importante acumular toda la información posible pero no nos decidiremos por qué motor usar hasta el último test.
Lo peor de todo el asunto es que con un plazo tan ajustado la decisión a tomar puede no ser la acertada y además, con un margen tan apretado en el que no se realicen los ensayos oportunos, derivar en un problema de fiabilidad.
Fotos | Repsol Media