Que un piloto de alto nivel como puede ser cualquiera de los que pisan las pistas del mundial de motociclismo se entrena a diario, tanto física como sicológicamente, es algo que sabemos todos. Cualquier deportista profesional lo hace.
Desde Rizla Suzuki nos acercan una información que a mi, personalmente, me ha gustado conocer. Ya había visto unas pruebas que habían realizado con Loris Capirossi, al que le habían pegado unos sensores en el cuerpo para adquirir muestras de sudoración para una conocida marca de bebidas isotónicas.
Pero en este caso, nos cuentan una parte muy importante del entrenamiento cardiovascular de los pilotos. Los ejercicios y los entrenamientos en la moto permiten registrar, por medio de un aparato conocido como Forerunner® 305, que es capaz de analizar el ritmo cardíaco y de obtener un buen número de figuras de mucho interés para los atletas de alto rendimiento, entre los que se encuentran los pilotos de motos del mundial. Los entrenadores de Vermeulen (que es de quién hablan en Rizla, claro, pero supongo que en todos los equipos se seguirán pautas de entrenamiento similares) fuerzan al piloto a un esfuerzo constante por encima de las 160 pulsaciones por minuto, forzándolo a picos sostenidos de hasta 190 pulsaciones por minuto, pero procurando que la mayor parte del tiempo el corazón se ponga en la franja de 160 a 180 pulsaciones.
Además de eso, han comprobado que encima de la moto las reacciones en cuanto a ritmo cardíaco son muy interesantes: Vermeulen tiene picos de hasta 180 pulsaciones, precisamente en las zonas más viradas y que más esfuerzo físico requieren, mientras que en las zonas de aceleración pura y dura, en las largas rectas donde se ponen a 300 km/h, es donde recupera las pulsaciones "normales", algo curioso, pero razonable al fin y al cabo.
Con ritmos como esos, es fácil imaginar la extensión a los 40-45 minutos de cada carrera, por dieciocho carreras al año y con múltiples desplazamientos, viajes, eventos y entrenamientos. Esta gente tiene que estar muy preparada, y a menudo podemos caer en no valorarlo.
Vía | Rizla Suzuki