Hay que empezar admitiendo que una moto con 20.000 rpm en el contador es una auténtica locura. Estamos hablando de una moto que tiene aproximadamente 5.000 vueltas más que un coche de carreras de Fórmula 1.
Y es casi más sorprendente saber que el armonioso sonido proviene de una Honda con tres décadas a sus espaldas. Hablamos de la Honda CBR250RR, una deportiva de calle para los más jóvenes que ha aguantado muy bien el paso de los años. Tanto que ahora es objeto de deseo por parte de muchos.
Cada válvula del motor es capaz de abrirse 167 veces por segundo
La Honda CBR250RR es un icono noventero de las calles. Llegó por primera vez en 1990, y estuvo en las cadenas de producción de la fábrica japonesa hasta 1999. En aquella época el país del sol naciente experimentó una época de competencia en el segmento de las deportivas de 250 cc.
Cada fabricante encajonaba en ligeras y juguetonas motos los propulsores de cuatro cilindros que producían una potencia cercana a los 50 CV. En el caso de la CBR250RR era un tetracilíndrico en línea, con cuatro válvulas por cilindro que rendía 45 CV y era capaz de llegar a las 19.000 rpm y con un límite marcado de 20.000 vueltas.
A ese prestigioso club de las 20.000 rpm en el marcador solo llegaban esta CBR250RR y la Kawasaki ZX-R 250/R Ninja.
Un dato técnico asombroso es que cada válvula es capaz de abrirse 167 veces por segundo. En aquella época en la que las normativas anti contaminación no preocupaban a los fabricantes, todos buscaban dar lo máximo, hasta en motos enanas.
Suzuki, Yamaha, Honda y Kawasaki querían encandilar a un público jóven que reclamaba potencia: ZXR250, GSXR250R o la TZR250. En esa época subirse a una 400 cc requería cierta dificultad para registrar las motos, y por supuesto, otro carnet. Las 250 eran la solución asequible, y así nació esta bestia.
Encontrar comparaciones puede ser difícil en la época actual. ¿Qué máquina hoy en día es capaz de llegar a un régimen de 19.000 vueltas? Tengamos en cuenta que un motor actual de F1 (1.6 litros, V6 90º) llega hasta las 15.000 rpm, mientras que una MotoGP ronda las 18.000. Pero claro, hay que tener en cuenta que no dejamos de hablar de una 250 cc.
El estruendo al achuchar el acelerador es hipnótico. A partir de las 8.000 vueltas es cuando el tetracilíndrico empieza a entregar todo; a las 13.000 vueltas ya parece una moto de carreras, y cuando llega a las 19.000 te das cuenta del éxtasis que provoca una moto que puedes usar todos los días.