La primera carretera solar del planeta está en Francia, pero no es tan buena idea como parece
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La primera carretera solar del planeta está en Francia, pero no es tan buena idea como parece

Ya es oficial: el planeta Tierra ya tiene su primera carretera solar. La han instalado en Normandía (Francia), concretamente en el pueblo de Tourouvre-au-Perche al paso de la carretera RD5. En total han sido 2.800 metros cuadrados de paneles los que se han instalado para aprovechar este "espacio infrautilizado" y que forman parte de un ambicioso plan del gobierno francés que quiere tener listos 1.000 km de estas carreteras a comienzos de la próxima década.

Pero, ¿es tan buena la idea como parece? Así de entrada ya van tarde con los plazos, pero dejando al margen el tiempo nos encontramos con que quizá (espera, vuelve a leer la palabra anterior con un marcado tono irónico) alguien se ha pegado una sobredosis de Bricomanía y no está pensando con claridad todo este tema.

¿Cómo es una carretera solar?

Empezando por el principio, vamos a explicar en qué consisten estas carreteras verdes. Básicamente se ha levantado el pavimento existente para la instalación de placas solares Wattaway, diseñadas específicamente para soportar el peso de un tránsito de 2.000 vehículos al día, incluidos camiones de gran tonelaje.

Si el tramo solar de la RD5 en Normandía funciona, Francia quiere 1.000 km más de carreteras fotovoltaicas en una década

Por encima de estas células fotovoltaicas se ha colocado una cobertura compuesta por fibras de silicio que no sólo mejoran la resistencia al peso, sino que además permiten que la luz solar pase a través de ellas para que las placas puedan conseguir un rendimiento óptimo. Vamos, que son transparentes. El coste de instalación de este tramo de 1 kilómetro se ha elevado hasta los cinco millones de euros y las obras llevadas a cabo por la empresa Colar han durado cinco años.

Si este proyecto piloto funciona bien será capaz de generar energía suficiente para alumbrar a toda la localidad de Tourouvre-au-Perche, que consta de 3.400 habitantes, y si el saldo del proyecto es positivo se empezará a estudiar su implantación en más tramos de la red francesa de carreteras.

¿Necesitamos recurrir a las carreteras?

Carretera Solar

La primera cuestión no es la más importante, pero sí es una perogrullada. Vale que el desarrollo urbanístico, agrícola, industrial e incluso el recreacional nos ha llevado a ocupar la mayor parte de la superficie no inundada del planeta, pero de ahí a tener la necesidad instalar placas solares en las carreteras me parece que hay un mundo.

Será por espacios desocupados como por ejemplo todas las azoteas de los edificios que hemos construido. Digo yo que sería más fácil (y más barato) destinar los ingentes recursos que se han gastado en esta carretera a la instalación de placas convencionales, o que en vez de hacerlo en las calzadas se instalasen en los márgenes, los arcenes, aceras, marquesinas de autobús, aparcamientos... No sé, hay opciones casi infinitas.

¿Alguien ha pensado en la eficiencia?

Carretera Solar2

Y el tema del espacio nos lleva a la siguiente cuestión. Imaginemos que sí, que andamos cortos de sitio para la colocación de placas solares y necesitamos recurrir a las carreteras. ¿Cualquier carretera nos sirve? No señor. De hecho, este tramo de la RD5 en Normandía ni siquiera ha sido una buena elección si nos fijamos en las horas de luz solar directa que recibe.

Con unos escasos 44 días de sol al año, esta región no tiene ni la más mínima comparación con, por ejemplo, Marsella, que cuenta con 170 días de radiante luz solar al año. A estos días de sol habría que restar la sombra producida por los vehículos y la suciedad acumulada en la superficie.

Para colmo, y como estarás harto de ver en los campos solares, los paneles suelen instalarse angulados (incluso motorizados para colocarse perpendiculares a la luz). Su colocación totalmente horizontal dentro del firme de una carretera es una manera ineficiente de instalación que desaprovecha buena parte del potencial de esta solución.

Económicamente las carreteras solares no son demasiado rentables, menos aún atendiendo a sus posibles costes de mantenimiento

Todo esto sin contar con la eficiencia más simple: la económica. La instalación de estos tramos a día de hoy es costosísimo, es muy difícil que el impacto económico que suponen se pueda amortizar. Sí, efectivamente, su coste se iría reduciendo a medida que se generalizase su uso, pero ni por esas.

En segundo plano estaría el coste de mantenimiento. Soy partidario de la implementación de nuevos sistemas de pavimentado, pero la reparación de estos tramos no tiene que ser tan sencilla ni barata como el manido asfalto. Tampoco conocemos cómo soportará el paso del tiempo, si habrá que limpiarla con frecuencia, si se agrietará, si se romperá con el peso, si se convertirá en una pista de patinaje o si los amigos de lo ajeno verán un filón y levantarán el suelo para hacer caja con sus oscuros negocios.

La fricción, nuestro sustento en moto, en entredicho

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Y ahora pasamos al tema que nos interesa a los moteros. Para que las células fotovoltaicas funcionen correctamente tienen que captar la luz solar para convertirla en energía, y esto se consigue sólo de manera óptima atrapando un porcentaje muy alto de los rayos de sol. Teniendo en cuenta que las placas tienen que estar recubiertas por un protector para que no se estropeen a la primera de cambio, éste debe ser transparente. Ahora, que por mucho que prometan que tiene muy buenas propiedades de tracción es complicado que el agarre de esa superficie se acerque mínimamente a la del asfalto.

Quizá cuele para el conductor de un coche que siente lo mismo al volante llevando unas ruedas de madera que unos neumáticos de calificación, pero para nosotros, los motoristas, a quienes se nos encogen las gónadas frenando sobre la pintura de un paso de peatones o sobre una tapa de alcantarilla mojada, como poco vamos a desconfiar. Seguro que has entrado en un centro comercial de estos modernos con el aparcamiento de hormigón pintado, ¿qué pasa cuando está húmedo? Pues eso, no hay más preguntas señoría.

Carretera Solar4

Siguiendo con el tema de las condiciones necesarias para que una placa solar funcione correctamente está el de que tendría que estar lo más limpia posible. Eso en un laboratorio está bien, pero ¿y en una carretera de verdad? O ponemos a un tipo con una escoba cada 20 metros o la calzada va a estar llena de polvo y suciedad como es normal. Ahora, si a mí ya da pánico encontrarme gravilla en una carretera de toda la vida, como para que encima sea una especie de pavimento acristalado.

Así, a bote pronto, conducir sobre una superficie transparente da bastante canguelo, pues para rematar imagina que es en un día de lluvia intensa. ¿Estas carreteras drenan bien el agua? Me parece que mi sentido de la responsabilidad y el instinto de supervivencia me llevarían a evitar a toda costa ese tramo de carretera o lo recorrería con una precaución extrema.

Los experimentos mejor con gaseosa

Solaroad
SolaRoad, el carril bici solar de Holanda

Nadie está diciendo que la idea sea mala, en absoluto. Las energías renovables han de ser el futuro para asegurarnos de que colateralmente a nuestros avances tecnológicos no nos cargamos el planeta. Lo que sí parece es que como siempre, algunos tecnócratas llevan la innovación hasta el absurdo sin pensar del todo las medidas que toman, incluso cuando enarbolan la bandera de la sostenibilidad. Y para ejemplo el botón de la semana pasada con la que ha liado el Ayuntamiento de Madrid.

El progreso no debe poner en riesgo la sostenibilidad del planeta, pero tampoco innovar más allá de lo razonable ni poner en riesgo en este caso a los usuarios de la vía

De hecho esta idea de la carretera solar no es nueva, el primer tramo de vía pública que al mismo tiempo es una fuente de energía sí está siendo un éxito. Se llama SolaRoad y es un pequeño tramo de carril bici que lleva casi un año funcionando en Holanda. La idea es básicamente la misma que la vista en Francia, con células fotovoltaicas alojadas en el interior de una base de hormigón y revestida por dos capas de vidrio templado. Su coste también ha sido totalmente desorbitado (a razón de 3 millones de euros los 70 metros) pero al menos no se pone en riesgo igual a los usuarios.

Las calzadas son unos bonitos tramos lisos de pavimento muy jugosos para dar un segundo uso simultáneo, pero juntar churras con merinas teniendo alternativas menos costosas, más eficientes y, sobre todo, más seguras no tiene sentido más allá del simple experimento. Y no sé tú, pero yo prefiero que no experimenten poniéndonos en riesgo cuando vamos en moto.

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