Así se mueve la Ducati Supersport, la reencarnación del espíritu sport-turismo divertido y accesible
Después de hacerla un completo examen visual, la Ducati Supersport con esa mirada tan particular nos está poniendo ojitos tiernos y nosotros, que somos de carne débil, no podemos hacer otra cosa aparte de equiparnos cuanto antes para colocarnos a sus mandos.
Llegando a su lado es una de esas motos que no imponen, sino que te invitan a subirte a ellas. El primer golpe de efecto lo recibimos en las nalgas. Mientras que el aspecto del asiento es de alojar un mullido escaso, la realidad nos sorprende al arroparnos con un espesor y un tacto magníficos. Es suave y blando, muy ancho por su parte trasera pero estrecho en la unión con el depósito y, sobre todo, es comodísimo.
Con los dos pies bien apoyados sobre el suelo gracias a una altura de asiento de sólo 810 milímetros y un arco de las piernas bastante estrecho gracias a su configuración de motor y chasis, levantamos a la Supersport de su caballete y confirmamos las expectativas: la postura promete.
Si ayer nos enamoraba el exterior, hoy lo hacen sus cualidades dinámicas: noble, ligera y fácil
Las dos piezas del manillar colocadas sobre unas bonitas alzas de aluminio convierten a una moto pequeña y escueta en un espacio realmente acogedor sobre el que pasar el tiempo. En el puño derecho la bomba de freno Brembo radial cuenta con maneta regulable en distancia, en el izquierdo por el contrario el embrague mecánico no cuenta con posibilidad de regulación
También son nuevas las piñas de mandos que ahora incluyen más botones y de mayor tamaño. Personalmente prefería las que conocíamos hasta ahora, con las funciones agrupadas para viajar menos con los pulgares y en tonos más discretos y elegantes.
Delicia para ruteros picantes
Arrancamos por fin el dos cilindros italiano y su dulce ronroneo ya nos incita a disfrutar. Para ser una moto bajo la normativa Euro 4 lo cierto es que el sonido es bastante intenso, diría que incluso un poco superior al de la Hypermotard (escape 2-1-2 corto para la Supersport, 2-1 más largo para la de manillar ancho).
Tiramos del embrague, accionamos el pedal izquierdo hacia abajo y empezamos a rodar con la suavidad que hacen gala las últimas creaciones de Ducati. El tacto a bajas vueltas de estas motos italianas cada vez es mejor y sólo en circunstancias muy concretas, dejando caer demasiado el motor en bajas vueltas notaremos alguna patadita.
El asiento además de ser muy bonito y bien acabado, es cómodo e invita a hacer kilómetros sin descanso
Durante los primeros metros nos vamos conociendo con esta Supersport y (ya sé que suena a tópico) pero parece tu moto de toda la vida. Desarrollas quizá antes de tiempo la afinidad necesaria con la montura para sentir esa sensación de confianza, lo que se traduce en un placer de conducción multiplicado.
Saliendo a carreteras abiertas y despejadas, las curvas enlazadas son el coto de caza de esta belleza italiana pelirroja. Si la ruta te lo permite, puedes pasar horas con la tercera velocidad engranada ducateando incesantemente hasta que te hartes.
El propulsor es todo lo contrario a un motor puntiagudo. No busques una patada brutal alto de vueltas, porque no la hay. Si juegas con el motor a partir de las 4.000 o 5.000 vueltas te recompensará con una dosis fantástica de par motor y una curva de potencia progresiva y generosa, que empuja pero no asusta.
Las geometrías se han estudiado para ofrecer un comportamiento noble y predecible. Con 1.478 mm es un poco más larga que una Ducati 959 Panigale (1.431 mm) y las medidas de neumáticos tampoco son exactamente las mismas que en la deportiva. La Supersport utiliza una rueda trasera 180/55 ZR17, con un poco menos de perfil, y el resultado es un conjunto que gira de manera predecible, sin nerviosismo y que se aguanta con un apoyo perfecto una vez está dentro de la curva.
Ligereza y buena parte ciclo, receta top
Un motor con la patada justa y una parte ciclo bien puesta a punto son un maridaje ideal
En el transcurso de la prueba, para llegar a unas espectaculares carreteras desiertas cruzamos otras cuyo asfalto no estaba precisamente en el mejor de los estados. Mucha gravilla suelta en la superficie, baches y algún que otro socavón profundo surcamos con la Supersport y aunque no es su territorio predilecto, no se comporta como una moto desagradable. Las suspensiones digieren lo que venga sin brusquedades en busca del próximo en condiciones óptimas.
Con la horquilla Marzocchi y el monoamortiguador Sachs se ha buscado y encontrado un equilibrio que satisfará a un abanico muy amplio de usuarios casi en cualquier situación. Para los retoques personales ambos trenes cuentan con posibilidades de regulación. Aquí también ayuda la electrónica bien puesta a punto, con un modo Touring tarado para mantener la compostura en todo momento. El tacto del acelerador se suaviza, el control de tracción evita situaciones de peligro imprevistas y el ABS se vuelve un poco más precavido.
Buen detalle por cierto el de la pantalla regulable manualmente en altura (+/- 50 mm) que cubre bastante bien el pecho con una postura natural en carretera. Para mi algo menos de metro setenta de estatura, la Supersport me va como un guante. No diré que es espaciosa, pero sí acogedora. Después de un rato cruzando pueblos a baja velocidad eché en falta dos detalles en cuanto a posición de conducción.
Por un lado estaría bien que en la Supersport se equipase un embrague de accionamiento hidráulico, no por una cuestión de funcionamiento ya que trabaja correctamente, sino por mejorar el tacto y ya de paso incorporar una maneta regulable. Si tuviera las manos un poco más largas no habría problema, pero tenía que estirar mucho los dedos para actuar y al cabo de un rato usando intensivamente la maneta el antebrazo acaba por resentirse.
Como todas, podría mejorarse en algunos aspectos, pero seguramente entonces no valdría 13.290 euros
Del otro lado, estaría bien poder abrir un poco los semi-manillares para que las puntas no quedasen tan cerradas, aunque la verdad es que eso en conducción deportiva es un punto a favor, pero ¡de eso hablaremos en la siguiente entrega!
La verdad es que aun con el paso de los años y los avances técnicos encuentro ciertas similitudes con aquella fantástica Ducati 750 SS del 2001 que monté durante años. Ambas son motos ligeras, con una postura que guarda un compromiso perfecto para ir erguido callejeando, cómodo en carretera y agazapado como un felino atacando las curvas en conducción deportiva.
No te pongas triste, porque esto no acaba aquí. Mañana tenemos la guinda del pastel: la Ducati Supersport S en circuito. ¿Qué mejor lugar para ver de qué es capaz?
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