De charlas y confidencias con Jordi Viladoms (I)
Durante la presentación de la gama Adventure, además de tener el placer de probar para todos vosotros tanto la KTM 1050 Adventure como la KTM 1290 Super Adventure, KTM nos preparó una pequeña sorpresa a la hora de la comida y que no fue otra que poder compartir ésta con todo un grande como Jordi Viladoms.
Como os podréis imaginar, yo que soy un verdadero fanático del Dakar, me faltaba tiempo para entre bocado y bocado poder hacerle alguna que otra pregunta y saber un poco más sobre la carrera y sobre su experiencia. Además estaba claro que era un momento idóneo para saber de primera mano qué fue lo que verdaderamente pasó el día de la etapa 8 del Salar de Uyuni donde, precisamente, Jordi Viladoms tuvo que decir adiós a su participación.
Jordi Viladoms nos cuenta cómo fue la etapa del Salar de Uyuni
Es por ello que lo mejor para arrancar recordemos sus declaraciones tras el abandono al que se vio obligado cuando su KTM, carcomida por la sal, se negó a arrancar más:
Esta etapa no tendría que haber empezado nunca. Anoche pensábamos que quedaba anulada y esta mañana no nos podíamos creer que siguiera adelante, ha sido una locura. No paraba de llover y nos hemos plantado en la salida de la especial congelados y esperando que dirección de carrera suspendiera la etapa de hoy.Mecánicamente sabíamos que si encontrábamos agua en el salar la parte electrónica iba a sufrir mucho, y lo siguiente es que las motos empezarían a fallar, además la organización no ha sido transparente cuando explicaba las condiciones con las que nos íbamos a encontrar.
El resultado no podía ser otro, numerosos problemas eléctricos para muchos pilotos que se han visto obligados a abandonar.
Estoy fuera del Dakar y no por un error mío sino por culpa de una decisión inoportuna, injusta y equivocada de la organización, que no ha tenido en cuenta ni la seguridad de los pilotos ni la competitividad. Para mí se acaba el Dakar de la manera más injusta posible.
Lógicamente lo primero que quisimos saber era cómo se sentía dos meses después de la finalización del Dakar 2015. Y podéis creerme cuando os digo que todavía se le veía cabreado al recordar aquel episodio. El mismo reconocía que todavía no lo había asimilado del todo y es que, debemos pensar, que no hablamos de caerte una carrera del mundial de velocidad en la que quince días después tienes otra. Aquí estamos hablando de perder todo un año de trabajo y, lo que es peor, hipotecar tu contrato para el año que viene.
Porque al final, los equipos y patrocinadores miran la clasificación final. Y si estás entre los diez primeros, tienes muchas puertas abiertas. Pero si no estás, ya tienes que empezar a dar explicaciones:
Verá, es que iba bien pero en esa etapa quisieron hacer una lubina a la sal con la KTM, y ésta no lo llevaba bien y claro... pero hasta ese momento iba muy bien, entre los cinco primeros...
Da lo mismo. La realidad es la que es y aunque nos duela, en la mayoría de ocasiones atiende a resultados. Por suerte como el mismo reconocía, todavía le queda otro año de contrato con KTM pero de igual forma sabe que en el Dakar 2016 tiene que darlo todo sí o sí ya que se juega su continuidad en el equipo oficial de KTM.
De vuelta al Dakar 2015, recordábamos que la etapa 7 y 8 estaban consideradas etapas maratón y por lo tanto, sólo tenían el material que llevaban encima. Cuando ocurre esto pensamos en piezas, recambios y demás pero hasta entonces no nos dimos cuenta de la importancia de la ropa. Salir a nivel del mar con 30º y llegar a 4.000 metros con temperaturas rondando 0º hizo que la hipotermia hiciese mella en muchos pilotos como fue el caso de Gerard Farrés. Algo que se agravó porque a la llegada de la etapa 7 llovió y la ropa no les secó para el día siguiente. Y todos sabemos lo incómodo que es ponerse ropa mojada encima con frío.
Tuvieron que improvisar ropa de abrigo con chubasqueros de la gente, bolsas de basura, papeles de periódico metidos dentro de las chaquetas... Cualquier idea era buena para intentar combatir el frío. Y ya en la línea de salida los pilotos lo tenían muy claro que no eran las condiciones para atravesar el Salar de Uyuni, sobre todo teniendo en cuenta que disponían de una ruta alternativa bordeando el propio Salar para el hipotético caso de que estuviese inundado, como así era.
Pero la foto de la salida de los motoristas del Dakar con el Salar de Uyuni supone mucho dinero en turismo para Bolivia y el dinero manda, y mucho. La organización lo tenía claro y los pilotos se agolparon para pedirles que no diesen la salida o si lo hacían, fuese por el itinerario alternativa. En un momento parecía que casi todos estaban más o menos de acuerdo pero de repente aparecía por allí David Casteu diciendo que sí se salía y que todos a correr. Os recomendamos ver este momento en el programa que emitió Teledeporte (a partir del minuto 8:33). La reacción de David Casteu fue algo que también se pudo comprobar en las declaraciones del francés después de la etapa:
Ha sido tremendo. Los 50 primeros kilómetros iba todo bien, pero a la mitad hemos tenido mucha agua. Íbamos a 140 o 150 km/h, y en algunos sitios podía haber 15 cm de agua. La moto volaba surcando ese charco, pero creo que Étienne no tiene nada de lo que arrepentirse: los pilotos lo hemos pasado en grande. Eso también es el Dakar: hay que saber controlar la mecánica, el terreno, el clima,… Si fuera solo dar vueltas por las dunas de Iquique, vendríamos con una moto de enduro y hale, a pasarlo bien con los amigos, pero esto, ¡esto es el Dakar en esencia pura! Hace una semana, estábamos en Argentina preguntándonos cómo salir bien parados de este horno a más de 50 grados, y esta mañana, al final no sabíamos si íbamos a salir con chubasqueros y gafas de pantalla doble. Es la carrera más dura del mundo, creo que los organizadores han tomado la decisión correcta. Hay una generación que viene pisando muy fuerte, pero hoy se ha visto que la experiencia es un grado. En el puesto de gasolina, los que estábamos éramos todos veteranos. Todos menos una mujer, que al final nos ha dejado atrás a los demás. En el salar, capitaneaba ella el grupo. Es una persona increíble, siempre al pie del cañón. ¡Una mujer impresionante!
La organización aprovechó como nadie el momento porque en ese instante de duda, sacó el cartel de 30 segundos y ya no hubo vuelta atrás. No más unión entre los pilotos que nunca estuvieron tan cerca como esta vez de boicotear una etapa del Dakar. Banderazo y todos a correr en unas malísimas condiciones. Frío, lluvia y lo que es peor, peligrosidad porque las motos, con puntas de 160 km/h se encontraban de repente con charcos de agua muy peligrosos debido al aquaplaning.
Las motos sufrieron lo que no está escrito. El agua que levantaban las otras motos y su propia rueda delantera se metía por cualquier ranura. Taponaba también las aletas del radiador ya que, caliente como estaba, hacía que se evaporase el agua y la sal quedase directamente adherida. Esto propició que los motores no se refrigerasen lo suficiente y llegasen con una temperatura muy alta al repostaje.
Cuando las motos se negaron a arrancar
Y así llegaban al momento del repostaje donde, tras rellenar de combustible, literalmente ninguna moto arrancaba. Daba igual que fuese una oficialísima de KTM que una Honda pata negra o la Kawasaki de un privado. Ninguna hacía el más mínimo amago de querer continuar la marcha. Sulfatados los contactos eléctricos en muchos sitios que derivaban en cortos, las motos no se podían poner en marcha.
Se esperó a que enfriase, limpiando como pudieron con botellas de agua de medio litro la sal acumulada, que aun así no se desprendía y mientras Marc Coma, como voz cantante en su condición de número 1 le gritaba a Etienne Lavigne que si no paraba la carrera se iba a quedar con cuatro motos, Jordi Viladoms hacía lo imposible por arrancar la moto de Coma, algo que finalmente conseguiría.
Y con cuentagotas, otras mecánicas fueron capaces de recobrar la vida. Pero todo era cuestión de suerte. Allí no privaba la conservación mecánica ni lo fino que hubieses sido en el pilotaje. Si tenías la mala suerte de que tu moto fallase con la sal, hipotecabas la etapa y como en el caso de Viladoms, la carrera. Su moto no arrancó y tuvo que decir adiós.
En este punto le pregunté que si no había valorado, como hizo Joan Barreda, ser remolcado. El negó rotundamente porque hasta el último momento intentó arrancar la moto pero no lo consiguió y por aquel entonces, ya quedaban pocos pilotos, todos privados. Con tantísimos kilómetros por delante únicamente hipotecaría física y mecánicamente a otro participante para el final perder tantísimo tiempo que daba igual abandonar. Y eso pensando que podría llegar, algo que no estaba del todo seguro.
Según me lo contaba, lo miraba a los ojos. Jordi Viladoms siempre me había dado la impresión al verlo en entrevistas, de ser un auténtico caballero. Pero contando su abandono y porqué no continuó, y todo lo que ocurrió allí ese día, caballero es un adjetivo que se le queda corto.
De igual forma decía que el buscar un consenso entre todos los pilotos, algo similar a la comisión de seguridad de pilotos de MotoGP, era algo que tenían que mirar porque al final, los que de verdad conocen los peligros son ellos, que son los que se juegan la vida. Y con un comité que lleve la voz cantante y que sea capaz de parar, en un momento dado y por una razón de peso, una salida si no se reúnen las condiciones de seguridad necesarias.
Llegados aquí, me di cuenta de que la charla se me había pasado volando. Me imagino que como a vosotros la lectura. Pero tranquilos que todavía hablamos de muchas más cosas antes de despedirnos así que mañana seguiremos conversando con Jordi Viladoms.