Triumph Street Triple, prueba (conducción en ciudad y carretera)

Triumph Street Triple, prueba (conducción en ciudad y carretera)
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Una vez más, es la gente de Motormanía la que nos cede su unidad de pruebas de la Triumph Street Triple para que podamos sacarle todo el jugo posible durante una semana, en concreto, la última semana del 2011. Las previsiones meteorológicas no son muy halagüeñas, con lluvia y temperaturas de cinco grados a primera hora del día, pero en peores plazas hemos toreado, ¿no? Habrá que extremar las precauciones y poco más.

Nos ajustamos el equipamiento de protección y nos sumimos a la Triumph Street Triple. Lo primero que notamos es lo reducido de sus dimensiones y su postura muy deportiva, con los estribos altos y retrasados. Si, es una naked, pero una naked con claras aspiraciones deportivas. O mucho me equivoco o creo que me voy a divertir bastante esta semana aunque claro, como es habitual, los primeros kilómetros de aclimatación los haremos por ciudad. Toca hacer un poco de mensajero.

Triumph Street Triple: por ciudad como un scooter

Triumph Street Triple

Arrancamos y el tricilíndrico nos sorprende con un murmullo distinto al resto de los motores. Suena bronco y poderoso. Accionamos el embrague, comandado por cable, e introducimos primera. A los pocos metros vemos que el motor nos permite rodar muy desahogado y un par de kilómetros después descubrimos que el motor de la Triumph Street Triple es muy elástico, tanto que acabo rodando relajadamente en sexta a 50 km/h sin que se queje en ningún momento.

Si vamos un poco más lentos, a 40 por ejemplo, podemos ir en quinta sin sufrir cabeceos en las aperturas y cierre de gas. Y en caso de querer acelerar, aunque el motor esté rozando las dos mil vueltas nada mas, no tendremos mayor problema. Hombre, tampoco es retorcerle la oreja a dolor, pero podemos ir abriendo poco a poco que ella nos responderá con una aceleración completamente limpia y sin traqueteos.

Con su contenido peso de sólo 189 kilos, y su corta distancia entre ejes, la moto se mueve muy rápido entre el tráfico. Pero cuidado, a la hora de maniobrar, tiene muchísimo radio de giro y te obligará a realizar más maniobras de las que tenías pensadas. Ojito por ello si paras detrás de un coche y luego decides rebasarlo por uno u otro lado. Igual, aunque gires el manillar, no tendrás espacio suficiente. Un giro un poco menos amplio no le vendría mal para la ciudad, pero ¡esto no es un scooter, aunque nos lo parezca por su buen comportamiento!

No os puedo decir si el propulsor emite mucho o poco calor. Para mi y con temperaturas de entre cinco y siete grados, la verdad es que se agradecía el calorcillo en las piernas. Como naked que es, tiene pinta de no ser extremadamente fresca, pero casi es más una suposición que un hecho que haya podido comprobar.

Parece que el sol calienta algo y es posible que se haya secado un poco mi carretera favorita para probar las motos así que toca buscar algo más despejado de tráfico.

Triumph Street Triple: en carretera, como una deportiva pura

Triumph Street Triple

Camino despejado, fin de limitación de cincuenta. Circulamos tranquilos, en sexta, detrás de un coche, a aproximadamente 70 kilómetros por hora y vemos la señal de fin de prohibición de adelantamiento. Es hora de probar la estirada del tricilíndrico de la Triumph Street Triple.

Un ojo en la carretera y otro en el cuenta-revoluciones. Hemos configurado los LED de aviso de cambio para que se enciendan a 12.500 vueltas, así comprobamos que tal se ven. Bajamos una marcha, quinta; otra, cuarta; otra, tercera… y otra, segunda. Seguimos a 70 y el motor gira escasamente a 7.500 vueltas. Por delante, cinco mil vueltas para abrir sin contemplaciones.

Intermitente izquierdo y gas a fondo. La Triumph Street Triple sale inmediatamente catapultada, más de lo que te esperarías de una moto de 95 caballos. Las vueltas suben y con ellas, un aullido que eriza la piel. ¿De dónde sale ese sonido? Si hasta ahora sólo escuchábamos un rugido peculiar. ¿Será de la distribución, que es por cascada de piñones en vez de por cadena? Efectivamente, es por ella y hace que si el moto ya nos sonaba bien, ahora lo haga a gloria. Su sonido es único, y extremadamente deportivo.

Los seis LED se encienden y nos sacan de nuestros pensamientos. Es hora de meter tercera. Dicho y hecho. Hace unos minutos, en ciudad, habíamos apreciado que la palanca es de accionamiento duro y que si no la dejas retornar después de hacer un cambio (sobre todo de primera a segunda) a veces, no entra correctamente. Bueno, también influye seguramente que la unidad tiene solamente 150 kilómetros. Ahora en carretera, la palanca sigue dura, sin rodaje, pero los cambios entran limpios y de nuevo, el aullido nos acompaña, idéntico al de una moto de carreras. Y todo ello con los escapes de serie. Maravilloso.

Triumph Street Triple

Llega el tramo de curvas, y nos aplicamos sobre los frenos. Esos frenos que ayer decíamos que eran completamente convencionales, sin grandes alardes pero que, nos han gustado mucho. Y os puedo asegurar que soy un tío de lo más raro para los frenos ya que me gustan con muchísima potencia y que puedan detener la moto con un solo dedo. Y el equipo de frenos de la Triumph Street Triple lo permite sin ningún problema. Es dosificable, potente y con poco recorrido. La maneta, por si lo necesitas, es regulable en cuatro posiciones.

De momento, dos de dos para la inglesa. Corre mucho para tener menos de cien caballos y frena perfectamente. ¿Y en curvas? Pues para las curvas, mejor hablamos mañana, ¿vale? Que si no, os lo cuento todo hoy.

Continuará...

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