En poco tiempo estoy en la autopista, metiendo marchas hacia arriba y sintiendo como el viento golpea mi pecho y mueve mi cabeza, y es que la 690 Supermoto no tiene nada de protección aerodinámica y en cuanto superas los 100 kilómetros por hora esto se nota quieras o no. El motor me sorprende por lo poco que vibra, en gran medida gracias al eje de balance que los neutraliza y reduce su sonoridad. Subo de vueltas cuando ya estoy en sexta, y noto como la aceleración es progresiva, sin titubeos. En nada de tiempo supero los 120 kilómetros por hora, y es que con la 690 Supermoto puedes llegar a rodar hasta 190 kilómetros por hora, eso si, siempre y cuando tengas un cuello de acero.
LA CIUDAD, COMO SU SEGUNDA CASA
Cuando llego al primer semáforo en el centro de Madrid noto como soy (es) el centro de todas las miradas. Su color naranja y ese aspecto tan agresivo despierta las miradas del resto de moteros del semáforo, y lo mismo ocurre con los viandantes que la ven como un objeto amenazante a su paso.
Salgo rodando entre un intenso tráfico, y la posición de conducción alta me permite ver por encima de los coches, algo que se agradece mucho para elegir el mejor carril en cada momento y evitar atascos absurdos. Las dimensiones de la moto permiten moverte entre los coches con facilidad, y solo deberás estar atento de no golpear los bordes del manillar contra los espejos de los coches más altos.
Rodando a ritmo alto por ciudad, la KTM nos da siempre todo lo que necesitamos. Si vamos detrás de un coche y decidimos adelantarle cambiando de carril, siempre que rodemos por encima de 2.000 vueltas no necesitaremos reducir una marca para obtener una respuesta, el motor nos ofrecerá la suficiente para subir de vueltas y rebasarle con bastante facilidad.
Como buen monocilíndrico, los “petardeos” están asegurados cuando reducimos el ritmo y las marchas. Con los dos escapes de gran tamaño que llevamos en la parte trasera, éstos suenan bastante, y se convierte en uno de los atractivos de la moto. No me cansé de jugar a escuchar el sonido de esas reducciones, y creo que sería complicado que me cansase.
Continuará...
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