
Qué se hubiera perdido el mundo de no haber tenido a Yamaha. La respuesta inmediata es mucho; muchísimo. Como parte de las 'Big Four' japonesas (Honda, Yamaha, Suzuki y Kawasaki), los derroteros de la industria de la moto habrían sido bien distintos. Remarcamos; bien distintos.
Este 2025 cumple exactamente 70 años desde que se metieron en la industria de la moto; casi un siglo. Y desde hace siete décadas hay mucho que recordar. Quizá merezca la pena un ejercicio de recordar.
De los pianos a las motos
El Sr. Torakusu Yamaha fundó Yamaha dándole nombre con su apellido (obvio, ¿no?) en 1887. Pero como muchos ya saben, nada tenía que ver con las motos. Entonces fundó su primer órgano musical, una habilidad artesanal que conservan hasta hoy en día. Sí, de eso hace más de 100 años.
Empezaron con un pírrico capital social de 100.000 yenes, que vienen a ser poco más de 600 euros al cambio (en la época no era bastante, pero tampoco poco). En 1900 Nippon Gakki comienza la producción de pianos de pared. En 1949 la sociedad empieza a cotizar en el mercado de valores de Tokyo, hito que marca el inicio de un proceso imparable de diversificación de la marca hacia nuevos productos y aplicaciones tecnológicas. Pero aún no había motos.
Pero lo que nos interesa aquí son las motos. Así que hablemos de motos. Tenemos que saltar espaciotemporalmente hasta 1955, cuando Yamaha crea Yamaha Motor Co., Ltd., una empresa totalmente independiente de Yamaha. La compañía se funda a partir de una división de la División de Motocicletas de la corporación. Genichi Kawakami fue designado el primer presidente de Yamaha Motor Co., Ltd.
El contexto es importante, porque a mediados del siglo XX, Japón estaba en plena reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial. Entre las muchas empresas que buscaban reinventarse en esta nueva era, una destacó por su audaz decisión de pasar de la música a la velocidad: Nippon Gakki, una compañía famosa por fabricar pianos y otros instrumentos musicales.
El presidente de Nippon Gakki era Genichi Kawakami. Astuto él, vio que el futuro no solo estaba en la música; quizá había un mercado sin explotar, el de las motos.
Así que, inspirado por la creciente demanda de motos baratas y confiables (parece mentira, pero ese mantra se mantiene hasta en 2025), tomó una decisión que cambiaría la historia: utilizar la experiencia de la empresa en metalurgia de precisión para fabricar motos.
En 1955, nacía Yamaha Motor Company, y su primera moto, la YA-1, salió al mercado. Con un motor de 125 cc, un diseño elegante y un rendimiento fiable, la YA-1 sorprendió a la industria. Tan confiado estaba Yamaha en su máquina, que decidió inscribirla en la prestigiosa carrera Mount Fuji Ascent Race… y ganó. Solo diez días después. 274 empleados empezaron en aquella primera fábrica de motos, y hacían unas 200 unidades por mes.
Aquello era más que una señal, un aviso: fue la primera señal de que Yamaha no solo iba a fabricar motos, sino que las haría para ganar. El único lema era "si vas a hacerlo, que sea lo mejor".
Kawakami fue el encargado de llevar a cabo el proyecto y marcarse una gira por Europa y Estados Unidos rodeado de ingenieros. Les llevó a aprender el arte de fabricar motos por distintas fábricas, hasta que hicieron su primera 125 cc:
"Visitamos fábricas alemanas antes de ponernos a construir nuestra primera moto de 125 cc. Por eso me uní a su gira por Europa, durante la cual mis ingenieros jefe aprendieron a construir motos. Investigamos lo máximo posible para asegurarnos de poder construir una moto tan buena como cualquiera".
Qué hubiese sido de la moto sin estos 70 años. Bueno, a grandes rasgos, igual te suenan estos cuatro inventos. Algunos de sus inventos más importantes incluyen el Yamaha Power Valve System (YPVS) (1983), una válvula de escape variable que optimiza la potencia en motores de dos tiempos.
También el Deltabox Frame (1985), un chasis de aluminio derivado de MotoGP que mejora la rigidez y el manejo (hola, Antonio Cobas, español que lo inventó); el EXUP (Exhaust Ultimate Power Valve) (1987), un sistema que ajusta la contrapresión del escape para optimizar el rendimiento en motores de cuatro tiempos.
O por supuestísimo, el Crossplane Crankshaft (2009), un cigüeñal que mejora la entrega de par y reduce vibraciones, utilizado en modelos como la Yamaha YZF-R1. Así que igual sí les debemos algo a los nipones.
En Japón el simbolismo está presente hasta en la sopa (y no es broma, si me apuras). El caso que su logo tiene mucho que ver. Su primer grafismo era un ave fénix chino, literalmente. Era el Hou-ou, un pájaro mítico portador de suerte muy simbólico en Japón.
Y ese pájaro tenía en la boca un diapasón, la herramienta para afinar instrumentos musicales.
El logotipo fue evolucionando con el paso de los años; de aquel ave fénix con un diapasón se pasó a tres diapasones en 1927 (ni siquiera existía la empresa de motos), que representaban los tres pilares sobre los que se asienta el negocio de la empresa: la tecnología, la producción y las ventas. En el '34 y '37 volvieron a cambiar, pero la empresa de motos se quedaría con ellos.
Así que, poco tienen que ver con las motos, si no con la música. Cada vez que te subas o veas una Yamaha, recuerda que lleva música implícita, y que su logo no guarda relación con las dos ruedas, sino con los pianos y la música. A partir de este primer logotipo, la historia del diseño de la marca Yamaha es prácticamente paralela a su diversificación como fabricante.
Imágenes | Yamaha Motor