Llevaba más de 15 años sin montarme en ninguna moto custom. Es más, recuerdo que la última vez fue haciendo de monitor para unos clientes en uno de esos días en los que Harley Davidson pone sus modelos a disposición de quien quiera probarlos. Pues imaginaos que de la noche a la mañana sea la única opción que tienes de montar en moto debido a una lesión. A mí, que siempre me gusto el Todo Terreno, ahora lo llaman Enduro pero es lo mismo, y el Paris Dakar con sus llegadas en el Lago Rosa. Yo que era más feliz que una perdiz dando vueltas como una peonza en los circuitos hasta conseguir rozar rodilla en todas las curvas. Me he tenido que reinventar por obligación.
El primer disgusto me lo lleve al ir a comprar la moto. “Fat boy”, “Super Low” “Virago” “Shadow”. Hay creativos a los que habría que despedirlos por poner esos nombres. ¿Y las motos? Te dan ganas de ponerles unas suspensiones de verdad y coger la radial para comenzar a quitar “adornos” innecesarios. Pero bueno un simple dolor crónico no me iba a dejar sin montar en moto.
Ahora toca buscar grupo. Y aquí llega mi segundo disgusto. Si dan ganas de ponerlos a dieta a unos y de quitarles toda la ferretería que llevan encima a otros. Qué cuadros, con esas barbas, pañuelos en la cabeza, chalecos que deben pesar 50 kilos y yo completamente descolocado, con cara de bobalicón.
Y claro como me voy a sentir en la banda de “los ángeles del trueno”. Excluido. El último mono. Me llaman “el nuevo”. Pero yo, que he sido capaz de colarme con mi moto en una prueba del antiguo Paris-Dakar y seguir las huellas que dejaba Fabrizio Meoni por el desierto no voy a dejar que estos “grasientos” me marginen. Le he cortado las mangas a una cazadora vaquera de Zara y después de arrastrarla con la moto durante unos kilómetros le he puesto cuatro parches y unos pin. Mi último pelotazo, una cadena del Leroy Merlin que va desde mi cartera hasta mi cuello, los ha dejado impactados.
Se las meto dobladas. Como mi moto estaba nueva y reluciente con todo de origen tal y como salió del concesionario, la miraban con desprecio. Me fui a un picadero de caballos y compré dos mosqueros de cuero que tenían y que ahora cuelgan de los puños de mi moto. También le he puesto una especie de venda a los colectores de los escapes que no sé ni para qué sirve, pero les deja obnubilados cada vez que la ven.
Ahora ya me encuentro perfectamente integrado, el otro día me llevaron a una concentración que para ellos es como ir de peregrinación. Mi madre me dijo como siempre, ten cuidado no corras. Mamá, por mucho que quiera. Resulta que se reúnen en un lugar de acampada para comer, beber e incluso ver música en directo y algún que otro striptease. Parece que ellos se lo pasan bien así, déjalos que disfruten.
También os digo que la fama de tipos duros y peligrosos relacionados con robos y drogas es solo eso, fama. El único tráfico de drogas que he visto han sido unos cuantos kilos de panceta para hacer a la parrilla. Además la banda está compuesta por miembros de todas las clases, desde un dentista a un albañil, no tienen término medio.
Pero el día que se enteren que algunos fines de semana cuando me llaman y pongo alguna escusa para no salir de ruta con ellos. Es que salí anoche, tengo una resaca terrible, la abuela fuma. Y luego salgo en mi custom directo a un circuito pequeño, de esos para Kart, donde el dueño me deja meter la moto y dar unas cuantas vueltas para quitarme el mono. Me echan de la banda fijo.
NOTA: Has visto lo que pone encima de la primera Foto “HUMOR” este relato no tiene otra intención que la de pasar un rato divertido con un poco de sátira. Si te has sentido ofendido te pido disculpas. Ni las personas ni las situaciones que se reflejan aquí, son reales. ¿O quizás si?
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