Ir en moto en la India es de locos. Si te paras en un semáforo, tienes barra libre de acelerones en tu moto por parte de extraños

Ir en moto en la India es de locos. Si te paras en un semáforo, tienes barra libre de acelerones en tu moto por parte de extraños
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Hoy, en un capítulo de curiosidades sobre el mundo de la moto, la India. Ese exótico país con una rica historia, cultura milenaria y diversidad étnica. Es el hogar del Taj Mahal, y tiene una mezcla vibrante de religiones, idiomas y tradiciones. Ah, y hay motos, muchas motos.

Se estima que hay 37 millones de motos y scooter allí. Casi lo que supone la totalidad de la población española; una auténtica locura. Y es tan loco como sus costumbres o actitudes.

Un acelerón 'by the face'

En una población tan grande y desmesurada, las motos son más que un medio de transporte, un símbolo cultural profundamente arraigado en la vida cotidiana de millones de personas.

Y para hacernos la idea, India se ha consolidado como el mayor mercado de motocicletas del mundo, superando a China desde 2016. Según datos de la Society of Indian Automobile Manufacturers (SIAM), en 2023 la venta anual de motocicletas en la India superó los 17 millones de unidades.

Moverse por allí en moto es toda una aventura. Los grandes atascos en las ciudades congestionadas son un dolor de muelas para el motor y refrigeración de las motos. Y lo que es un dolor de muelas es también lo extrovertida que puede llegar a ser la población.

Para prueba de ello, un 'vlogger' de motos indio, Viky Patmase. Es un friki de las motos: tiene una KTM ADV 390, una Bajaj Pulsar RS200 y la joya de la corona: su Triumph Daytona 675. Una moto inglesa de 675 centímetros cúbicos y 128 CV no muy habitual en la India, que es un mercado que tiende a tener motos de pequeña y media cilindrada.

Entonces, cuando los viandantes ven una máquina como la Daytona, alucinan. Y si tiene escape modificado, más. El curioso vídeo que ya atesora casi 2 millones de 'me gusta' en las redes sociales, deja al descubierto lo extrovertida que es la población.

El hombre espera en un semáforo sobre su moto. La gente va pasando cerca de él, y varios de ellos hacen el amago de querer darle gas a la moto. Por la cara. El motorista está prevenido y les indica con la mano que eso no se hace. Hasta que está despistado, y uno le mete un acelerón en vacío a la moto que la deja seca. Y no uno, sino dos.

Una curiosa escena que escapa de lo habitual y lo que conocemos en Europa. Parece impensable que, sin permiso, pase alguien cerca de nuestra moto y se ponga a acelerarla. Y no parece un caso aislado por su forma de actuar.

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