Tener una moto en propiedad es un gran sueño para muchos jóvenes. Estas ganas suelen aparecer en la adolescencia y, aunque ya no se ven tantas motos como antes en las puertas de los institutos, sigue habiendo quienes añoran hacerse con su primera máquina.
Para esos chavales que quieren una moto y también para sus familiares existe el libro Cómprame una moto. Está hecho desde la visión de un padre motero que nace el día en que Ibon Arbaiza, su autor, y a quien hemos podido entrevistar, se da cuenta de que "cualquiera de sus hijos puede pedirle una moto en el futuro, y que solo él va a poder hacer algo al respecto". Es un manual de seguridad vial y mucho más. Desde una visión cercana y veraz ofrece consejos a seguir en el proceso de decisión sobre si moto "sí" o moto "no" .
Un libro de lectura que tan importante es para los padres como para los hijos
La moto es un vehículo con el que hay que tener mucho cuidado y con el que no basta con saber circular. La carrocería es el propio cuerpo y una conducción adecuada junto con un mantenimiento correcto del vehículo pueden ser salvavidas. Sabiendo esto como premisa básica empieza todo lo demás. Tal y como destaca su creador, el libro "Cómprame una moto" nace con la intención de "trasladar el máximo de la información que necesita un motorista para circular de forma segura".
"Una moto no es un juguete, es un vehículo peligroso y que no perdona“. Interiorizar esta frase del libro debe ser de obligado cumplimiento para cualquiera que se ponga a los mandos de un vehículo de dos ruedas, pero de manera especial para los más principiantes. Como dice Ibon, "convertir una moto en un medio de transporte seguro depende únicamente de uno mismo".
El autor escribe el libro con la certeza de que "circular en moto es la leche". Las sensaciones son inigualables pero los límites siempre deben estar claros. "Manteniendo un margen de seguridad adecuado, se puede disfrutar, y mucho. Por ejemplo, depurando y mejorando la técnica, que no todo es velocidad, darle al puño y ver crecer los números" Y sí, "te puedes divertir a los mandos de una moto circulando de una manera correcta y segura".
Está claro que la moto no se puede tomar a broma y que es un vehículo que merece respeto, pero si el miembro más pequeño de la familia empieza a pedir una, tampoco hay que echarse a temblar. Para poner luz ante esta situación se ha creado el libro ""Cómprame una moto"". Según su responsable "hay que trabajar el tema mucho antes de que llegue la temida petición. Si desde que son pequeños les inculcamos la necesidad de respetar las normas y a los demás, y lo más importante, les damos buen ejemplo, tenemos mucho terreno ganado". Vamos, que es cuestión de pedagogía, de responsabilidad y de educación, tanto en general como en términos viales.
La obra consta de dos partes que están muy bien diferenciadas. La primera trata el tema de la adquisición de la moto y la segunda habla de seguridad vial desde una perspectiva motera.
Para conducir la moto hará falta el carnet y una licencia familiar, el contrato, la idea fuerza del libro
El libro se escribe dando por supuesto que la familia tiene mucho que decir en el proceso de compra de la moto. "El deseo de moto de tu hijo o hija te permite poner tus propias condiciones. Para conducir la moto hará falta el carnet, desde luego, pero también una licencia familiar" comenta Ibon, y propone como idea pedagógica la elaboración de un contrato en el que ambas partes, la familia y el joven, firmen las condiciones bajo las que se compra la moto. "Es un método para comprobar que nuestro candidato a motorista está preparado para lo que se le viene encima, que entiende de qué va esto, y que sabe que podrá perder la moto si ignora lo acordado".
"Una moto no se compra, una moto se alcanza"
En ese acuerdo se ponen por escrito todos los derechos adquiridos por el junior de la familia, que básicamente se resumen en el uso y disfrute de la moto de un modo correcto y responsable, y también las restricciones y las demandas que hay al tener moto."Tus padres podrán aceptar que conduzcas una moto cuando tengan la seguridad de que pueden estar tranquilos, dentro de lo que cabe", nos recuerda el autor.
Por ejemplo, la familia puede restringir desde el principio el uso de la moto si el adolescente no utiliza un equipamiento completo de seguridad, si no circula correctamente o si las cosas no van bien en el instituto. Los términos y condiciones que se pongan dependerán de "lo que se cueza" de puertas para dentro en cada casa.
En el libro también se habla del apartado económico, es probable que sea la familia quien corra con los gastos de adquisición, pero es importante que el joven sepa lo que cuesta ser propietario de una moto. En el contrato puede venir algo de esto. Por ejemplo, que parte de los ahorros del adolescente vayan a la compra de la moto o que pague la gasolina de su dinero.
La idea de esta acción pedagógica, que se materializa con el contrato (se puede descargar aquí), es la creación de un entorno de responsabilidad en el que el joven aprenda todo lo que supone tener una moto. También trata de incentivar el uso correcto del vehículo y el aprendizaje como conductor del adolescente. Además, no hay excepciones ni "peros" que valgan. Ibon tiene muy claro que "la posibilidad de tener un accidente y hacerse muchísimo daño en moto es real. Cuando eres joven crees que puedes con todo. Pero no vale pensar “yo controlo” o “a mí no me va a pasar”. Si haces el capullo en moto, es cuestión de poco tiempo que te pase".
En educación vial queda mucho por hacer, tanto en el colegio como en la autoescuela
La segunda parte de "Cómprame una moto" habla de seguridad vial y empieza a partir de la página 105. Es una lectura que sigue siendo positiva para todos los integrantes de la familia, y lo es también para quien no tiene que pasar por la fase de tener que comprar una moto a alguien.
En materia de educación vial el autor hace varias apreciaciones curiosas desde su propia experiencia. Por un lado habla de su paso por el ámbito colegial en el aula de su hija. "Los críos de 5 años se saben las normas básicas y no sé en qué punto se corrompen, o si los corrompemos nosotros por culpa del mal ejemplo". Si que puntualiza que en el plano educativo debería "ser más una asignatura que sesiones sueltas" y que como país, deberíamos mirar al resto de Europa en este aspecto. "Me gusta la idea de que obtengan en el colegio el carnet de bici, aunque no sea oficial, como hacen en Alemania. Y sobre todo, que aprendan jugando". La idea de crear parques o circuitos de educación vial también es muy acertada, "es una gozada ver cómo se lo pasan mientras andan o circulan con una bici o o un kart por una ciudad en miniatura llena de cruces, señales y semáforos. Ojalá hubiera más".
En el libro Ibon explica que el carnet es lo primero, que es indudable, y que representa la base cero del aprendizaje, pero que no debe de ser lo único. "Que alguien pueda conducir una moto por tener una determinada edad y haber superado un examen me parece insuficiente, es necesario mucho más". Tampoco parece convencido con la manera que tiene la Dirección General de Tráfico de expedir los permisos de conducir, "la administración confía en que si obtienes el carnet un día, ya estás capacitado para conducir para siempre, sin reciclaje". Esto para Ibon es a todas luces escaso y se recomienda de manera insistente la realización de un curso de perfeccionamiento en la conducción. Es algo que repite durante toda la lectura.
Él no olvida su mala experiencia con la autoescuela a la hora de sacar el carnet de moto y determina que "es muy importante elegir una con buenas referencias, contar con buenos formadores que hagan mucho más que enseñarte a aprobar. Cuanto más alto sea el mínimo de formación con el que salgas a la calle, mucho mejor". Así mismo también tiene dudas sobre la conveniencia en materia de seguridad vial del permiso de conducir B+3, que permite en España el uso de una moto de 125 cc a los tres años de tener el carnet de coche "no sé, he debido de perderme algún capítulo. Ponen trabas a las medias y altas cilindradas escalonando diferentes permisos de moto, algo totalmente razonable, y luego te permiten conducir una 125 si tienes el de coche, aunque no sepas ni andar en bici".
La seguridad vial es una asignatura pendiente en España
El responsable del proyecto "Cómprame una moto" le pone nota a la seguridad vial en España y "sin ser especialmente mala, porque las hay mucho peores, le pondría un 4,5. No estamos suficientemente concienciados, unos y otros, y nos hacemos bastantes trampas."
El libro explica la moto como vehículo, describe las partes que la componen y la manera que tiene de responder ante las exigencias del conductor. También ofrece información sobre el mantenimiento y las revisiones ordinarias e incluso cuenta con un apartado sobre los elementos de equipamiento opcional, como puede ser el caso del Top Case. De entre los capítulos de esta parte del libro, su creador recomienda especialmente "el de la Técnica UVA (ubicación, velocidad y alternativa), que se sitúa en la página 240, y el de la conducción defensiva, a partir de la página 287".
El entorno, la vía y los demás agentes del tráfico también cuentan con su apartado específico. En moto hay que tener mil ojos, y toda precaución es poca. El motorista debe ser siempre consciente de lo que hay a su alrededor. Un buen resumen es este que nos ofrece el escritor a modo de reflexión, “cumple las normas, pero ante todo, piensa, sé inteligente”.
Según se pasan las páginas es bueno seguir teniendo presente el tipo de público objetivo al que va dirigida la obra. Se trata de un perfil adolescente que podrá optar, como mucho, a una moto de 125 cc. La creación de una actitud defensiva ante el resto del tráfico es una victoria y también es un poso que quedará para futuros avances de cilindrada.
El libro "Cómprame una moto", tal y como destaca el propio Ibon, "es un orgullo" y, aunque pueda parecer sorprendente en los días que corren, es de descarga gratuita (está disponible a través de su pagina web).
Él acepta donaciones para "invitarle a gasolina", pero se nota en sus palabras que el apartado económico no es su prioridad en este proyecto. "Que haya más de 2.300 copias descargadas por todo el mundo es una satisfacción personal enorme. A veces me cuesta darme cuenta, pero pensar que haya podido trasladar consejos y técnicas a un montón de chavales, de motero a motero, y que les haya ayudado a que estén disfrutando de su moto con seguridad, es una pasada".
Aunque "Cómprame una moto" es una obra ya de por sí completa y que tiene más de quinientas páginas, es un número que parece no ser suficiente para su creador quien ya se encuentra preparando la segunda parte.
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