Este Diablo low-cost es una Ural, pero como nunca la habrías imaginado
Cuando escuchamos el nombre Ural nos imaginamos motos indestructibles, fiables, procedentes de la Unión Soviética y protagonistas de películas junto a Indiana Jones. Esto era así hasta ahora, cuando los chicos de K-Speed han tomado una vieja Ural y la han transformado en Diablo. Una creación con nombre propio que nunca habrías imaginado que podría resultar así de bien, en relación a lo poco que se han gastado.
Sin guardabarros, sin suspensiones de largo recorrido, ni el sidecar tan típico de estas motos. Los preparadores afincados en Bangkok han partido de una Ural 750 cc con motor bóxer de principios de los años '80 para lograr una moto única de estilo bobber muy radical.
Un demonio negro con alma rusa, y 1.400 dólares como objetivo
De la moto original casi no quedaba nada cuando la encontraron en un desguace, pero no importaba porque lo que querían de la moto principalmente era su peculiar motor de cilindros opuestos y tuvieron suerte, porque pese a su estado de abandono aún giraba. Si hubieran tenido que entrar en reparaciones el presupuesto se habría disparado.
El objetivo de K-Speed era conseguir una preparación a un coste muy reducido, y por eso se decidieron por esta chatarra. Como mucho querían gastarse 1.400 dólares en la preparación, supliendo la falta de presupuesto con muchas horas de trabajo, imaginación y talento. Cortaron el subchasis y montaron un soporte de tubo redondo para un minúsculo asiento que no tiene pinta de ser muy cómodo. El piloto trasero redondo se aloja en el final de este tubo.
El depósito original deja paso a un tanque de Kawasaki TL mucho más pequeño y encontrado por cuatro perras de segunda mano, igual que el manillar Biltwell Inc., los puños y las manetas. El faro delantero lo encontraron en algún rincón del taller. No hay relojes ni intermitentes.
En el tren delantero han mantenido el esquema de suspensión alternativo que equipaban las Ural, al que han mejorado el comportamiento con unos amortiguadores YSS en ambos ejes, y ya de paso han recortado su recorrido para reducirlo al mínimo.
La estética de Diablo está dominada por el negro. Todo en esta moto se ha teñido de este oscuro color salvo por algunos detalles cromados o pulidos, como los flancos de las bonitas llantas de 19 pulgadas con neumáticos de tacos.
Casi no se han introducido cambios en el motor más allá de un buen repaso para ponerlo al día y adecuar su estética al de el resto de la moto. Sólo se han instalado una pareja de silenciosos cortos por el inferior cromados con los colectores envueltos en tela anti-calórica.
Podremos sacarle muchas pegas como que el motor no anda, que ese asiento debe ser incomodísimo, que no tiene intermitentes ni retrovisores, o algunos fallos ocultos debajo de esa pintura, pero lo que está claro es que el resultado final del trabajo de K-Speed tiene mérito.