Los rumores no iban desencaminados. Según recogen en Crash.net, a partir de la próxima temporada 2019 en el Campeonato del Mundo de MotoGP todos los equipos tendrán que montar una plataforma de medición inercial (IMU) única para igualar aún más las diferencias que cada marca pudiera sacar de la electrónica.
Esta decisión finalmente se implantará a sugerencia expresa de Corrado Cecchinelli, director de tecnología de MotoGP, quien siempre ha abogado por reducir las posibles ventajas que pudieran devenir de la inversión infinita de dinero y recursos que las marcas destinaban en desarrollos informáticos.
Una IMU para gobernarlos a todos
La primera fase de esta medida se hizo efectiva el año 2016 con la irrupción de Magneti Marelli como único suministrador de un solo modelo de centralita ECU para todas las marcas, así como del software encargado de gestionar la información. Esta información procesada por un módulo idéntico para todos es el encargado de gestionar los mapas de potencia o el control de tracción de las MotoGP.
Esta decisión se tomó pensando en dos objetivos principales que en realidad son el mismo. Por un lado las grandes marcas limitan los desorbitados presupuestos destinados a la electrónica que las marcas más modestas no pueden asumir y por otro se igualan las prestaciones neutralizando el factor digital. Al fin y al cabo se trata de hacer motos y pilotos rápidos; no es una carrera de smartphones.
La que podríamos denominar como fase 2 del proceso de homogeneización tecnológica llegará la próxima temporada para limitar las diferencias que se pueden originar en la plataforma de medición inercial. Hasta ahora, como ocurría con la ECU hasta hace dos temporadas, las IMU son libres. Pero, ¿qué es una IMU?
Las plataformas de medición inercial son pequeñas cajas que en su interior alojan una serie de sensores y acelerómetros encargados de identificar el comportamiento que está teniendo la moto en varios ejes. Así, la IMU es capaz de interpretar si una moto está acelerando, frenando, tumbando, balanceándose... además de identificar en qué cuantía lo hace.
Esta información está recogida por un software propio de cada marca que le dice a la ECU lo que está pasando y, por ejemplo, decirle al control de tracción si puede ser más o menos permisivo dependiendo del grado de inclinación en el que esté la moto.
Bien es cierto que las IMU ni su software no suponen una ventaja sustancial por sí mismas, pero sí lo puede ser la interpretación de los datos si una marca le dice cómo medir por exceso o por defecto algún parámetro y utilizarlo en su propio beneficio para sacar un rendimiento extra a la ECU.
Al conseguir un apartado electrónico completamente homogéneo, MotoGP se asegura que lo que realmente importa son la moto y el piloto, jugando todos con las mismas reglas en un campo tan voluble como el del software.
Quizá las ventajas sean de unos pocos milisegundos en cada cambio de marcha, pero en distancia de carrera esos tiempos se van acumulando y pueden suponer diferencias de segundos contra sus rivales. Recuerda que en 2013 Honda logró una ventaja leve pero sustancial con sus cambios seamless, cada uno valorado en unos 600.000 euros. Por lo menos las ECU y las IMU nuevas serán más baratas.