Parece que no hay sitio para los pequeños fabricantes de motos americanos. Motus ha sido una de las apuestas más arriesgadas de la industria estadounidense, un proyecto con unas ideas propias, diferentes y a contracorriente con las tendencias del resto del mercado que esta semana ha anunciado el cese total de su actividad como ya pasó con EBR (Erik Buell Racing).
A la marca Motus ya la conocíamos por estos lares. Las Motus MST y Motus MST-R han sido durante una década los únicos productos de la firma, unas trail asfálticas que en su interior escondían unos extraños motores de cuatro cilindros en uve transversal de fabricación propia que ya no volverán a rugir.
No hay lugar para los pequeños fabricantes
Los motivos del cierre de Motus son sencillos. No han conseguido el éxito comercial que esperaban y la paciencia de los inversores financieros que respaldaban su actividad se ha acabado. Sin dinero con el que mantenerse a flote, Motus ha tenido que tomar la decisión de cerrar sus puertas de manera definitiva.
Los encargados de realizar este anuncio ha sido Lee Conn y Brian Case (cofundadores y diseñadores de la marca) en un email remitido a los propietarios de sus motos, distribuidores, personal, proveedores y seguidores de Motus. Su aventura ha durado 10 años, pero el cese de actividad es total y con efecto inmediato.
De esta manera los planes de Motus se han interrumpido de forma súbita. La marca ha estado durante los últimos meses tratando de ampliar su repercusión con numerosos eventos a lo largo y ancho de Estados Unidos, así como ultimando los planes de desarrollo de su segundo modelo: una moto de corte streetfighter basada en las Motus MST.
El espíritu patriota de Motus se reflejaba en su propulsor; una mecánica única en el mercado cuya inspiración se tomó en los muscle car americanos. El resultado era un motor V4 con una capacidad de 1.650 centímetros cúbicos y unas cifras que iban de los 165 CV y 166,6 Nm en la MST a los 180 CV y 170,8 Nm de la MST-R.
Debido a su masiva mecánica, las Motus tuvieron el gran problema de un peso elevado contra el que lucharon con el uso de materiales ligeros e incluso llantas que en la MST eran de aluminio forjado de serie y de fibra de carbono en la MST-R. Tan elevado era su peso que aún a día de hoy en la página web del fabricante no se detallan las cifras arrojadas sobre la báscula, pero algunas fuentes apuntan a 265 y 256 kg en orden de marcha.
El otro gran problema de las Motus ha sido su precio. Sin la garantía de tranquilidad para los clientes que ofrece ser una marca asentada en el mercado y careciendo de prácticamente la totalidad de avances tecnológicos de las que serían sus rivales, pedir 30.975 y 36.975 dólares (26.785 y 31.973 euros respectivamente) se antojaba demasiado elevado.
Seguro que a Donald Trump le ilusionaba este tipo de marca de nicho, orgullosa de sus raíces americanas y 100% made in the USA, pero el mercado manda y Motus se ha quedado fuera de juego.