Hay gente cuyo sueño es perseguir la velocidad. Ya sea por un récord mundial, ya sea por buscar una exacerbada potencia en circuito, hay gente que recurre al equivalente a los esteroides en el mundo de las dos ruedas. Y estos se llaman TTS Performance.
Son el truco al que todo friki de las motos con unos cuantos billetes recurre. Por ejemplo, ¿cómo logró una Suzuki Hayabusa batir a la moto más rápida del mundo de producción, la Kawasaki H2R? Llegando a los más de 320 CV; y eso es una auténtica barbaridad que merece la pena conocer.
Casi 400 CV encerrados en una de las motos más bestias del planeta
La Suzuki Hayabusa ha llegado a ser la moto de producción más rápida del mundo. Hasta los japoneses tuvieron que meterle un limitador de velocidad y una regulación voluntaria para no sobrepasar los 299 kilómetros por hora. Pero ahora ha vuelto a la cima, gracias a algo.
Porque ahora es la Kawasaki Ninja H2R quien tiene la sartén por el mango. Se lanzó con un sobrealimentador, la clave en todo este juego. Ese sobrealimentador la ponía con 326 CV a 14.000 vueltas (con el sistema Ram Air, de serie son 310 CV). Ha llegado a superar los 400 km/h.
Así que la clave de este juego, y para jugar en igualdad de condiciones, también es un sobrealimentador. Es la clave de muchos de los récords que han podido leer en Motorpasión Moto.
Pues venga, manos a la obra. Alguien modificó una Suzuki Hayabusa de 198 CV para dar casi 400; 385 en concreto, y un par motor de 258 Nm. No es que sea potente, es que es algo más. Y está en las de superar a la H2R, pues en pruebas ya han llegado a los 350 km/h; solo faltan 50 km/h más.
La clave, y es lo que muchos emplean, es un sobrealimentador. Consiste en instalar un Rotax, y aunque no todas las motos pueden equiparlo (las Hayabusa sí). ¿Cuál es la magia? Aumenta la potencia al comprimir el aire que entra en el motor, permitiendo que se mezcle con más combustible y, por tanto, generando más potencia en la combustión.
Rotax viene de la marca austriaca Rotax GmbH, que fabrica motores y componentes de alto rendimiento para motos, aviones ligeros y vehículos todoterreno. Un sobrealimentador como el Rotax puede funcionar mediante un sistema mecánico conectado al motor, como una correa, y es diferente a un turboalimentador, que utiliza los gases de escape para accionar una turbina.
Esta pequeña gran obra de la ingeniería supone hitos como el de batir récords mundiales de velocidad. Ya van por la cuarta generación, y no son baratos: cuestan 30.000 libras (son británicos los que los instalan), es decir, unos 36.000 euros. Pero a cambio, tendrás la moto más potente del mundo. Literalmente