Vespa 150 S de 1964 lavada de cara con rejuvenecimiento

Vespa 150 S de 1964 lavada de cara con rejuvenecimiento
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Aunque se que a muchos de los que leéis Moto22 no os gustan más que las motos de competición o de gran cilindrada de vez en cuando hay que echar un ojo a otras motos más modestas, pero que también tienen derecho a sus quince minutos de gloria. En este caso la moto es una Vespa 150 S que ha pasado las ultimas seis semanas en mis manos para someterse a un proceso de rejuvenecimiento. A pesar de que al trabajo todavía le faltan algunos detalles para considerarlo acabado, ayer mismo la moto volvió a manos de su propietario para que la vaya rodando y sacándole los posibles defectos que vayan saliendo.

Cuando a una moto así se le hace un trabajo de rejuvenecimiento, que implica desmontar y volver a montar todo, siempre hay que darle un tiempo para que todo vuelva a su posición anterior. Me explico, por ejemplo los cables de los mandos del cambio, embrague o frenos al montarlos nuevos siempre hay que ajustarlos y re-ajustarlos hasta que todo vuelve a funcionar a la perfección. Y si el propietario no es un “manitas” puede acabar convirtiéndose en un auténtico calvario.

Esta moto llegó a mis manos hace unas seis semanas con una historia peculiar. El propietario la había llevado para que un pintor le diera una manita y el mismo la había desmontado entera. En esta situación hubo de recurrir, a través de un amigo común, a alguien que se atreviera a remontar el puzzle. En ese momento también decidimos montarle un motor un poco más moderno que garantizara un uso diario sin los problemas derivados de una mecánica de hace 46 años.

Vespa 150S

Tras conseguir todo el recambio necesario, incluida una buena dosis de paciencia, la moto se fue reconstruyendo con cariño y algún que otro “disgusto” al ver que el recambio que te venden como original nunca encaja a la primera ni sin haberle retocado algo. Esto es un mal endémico que tenemos que sufrir los que nos gusta meterle mano a vehículos con unos años a sus espaldas, pero en momentos llega a convertirse en una auténtica pesadilla.

Algo parecido pasó con la instalación eléctrica, que hubo que hacerla por completo. Este cambio se hizo no solo por montar un motor que funciona a doce voltios en lugar de los seis voltios originales, si no para garantizar que todo funcionase sin falsos contactos ni posibles derivaciones que te pueden acabar por volver loco. Llegado el momento en el que todo estaba ya montado en su sitio y comprobado, tocó sacar la moto a comprobar que funcionaba correctamente. Ahí volvió a salir el “monstruo de los recambios re-fabricados” en forma de unos cables nuevos, del modelo exacto de la moto y que eran excesivamente largos. Vuelta al taller para volver a hacer un trabajo que ya estaba hecho con antelación.

Por suerte esos detalles son fáciles de arreglar y en poco tiempo la moto volvió a salir a la calle para poder rodar con ella unos cuantos días. En esos días he podido disfrutar de una situación que a todos los que vamos en moto nos satisface y aumenta el ego, la gente que se vuelve a mirarte cuando pasas por un semáforo, o el conductor del coche de al lado que te observa detenidamente mientras esperas a que cambie el disco. Reconozco que en esos momentos a uno le sube mucho la moral después de haber estado trabajando en una moto.

Aunque lo mejor es ver la cara del propietario cuando llegas a la puerta de su casa y le haces salir para que vea su “nueva” moto. ahí sabes que los cabreos y juramentos en arameo de cuando algo no ajustaba a la primera y tenias que repetir el trabajo han merecido la pena.

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