Arrancamos con lo que verdaderamente estáis esperando y que no es otra cosa que el comportamiento en el asfalto de la nueva Kawasaki J300. Pero antes acomodémonos a sus mandos para ver que es lo que nos ofrece desde el puesto de conducción.
Este scooter se siente muy ergonómico. El asiento no está ni demasiado alto ni demasiado bajo. Es estrecho en la parte delantera que junto a los cortes en la plataforma permiten que alguien no muy alto llegue con naturalidad al suelo. Por otro lado y colocados ya en postura de conducción, el mullido es blando y cómodo con un correcto apoyo lumbar en la parte trasera.
Los pies sobre la plataforma tienen un poco limitados sus movimientos, sobre todo si calzas un 44/45 como yo. Es ancha en la parte delantera pero se estrecha rápidamente con lo que nuestros talones tropiezan en el túnel central obligándonos a llevar las punteras ligeramente abiertas y fuera de la planta del scooter. Como tampoco hay sitio para estirarlos, allá donde los coloquemos se quedarán hasta el final del trayecto.
Kawasaki J300: por ciudad... Banzaaaiii!!!
Si tengo dos cosas claras tras probar scooters de la mayoría de las marcas es que cada una es fiel a un estilo y una respuesta de su motor durante la conducción. Yamaha busca la aceleración pura. Da igual que sea el X-MAX 125 que el X-MAX 400 o el T-MAX 530. Girar el gas es abrir la caja de Pandora en cuanto a aceleración.
En Suzuki todo ocurre más suave. Probé para vosotros los Burgman 125 y el 200 en privado. Y aunque no hay demasiadas diferencias de prestaciones, su comportamiento era similar: equilibrado. No es la que más acelera, ni la que más recupera ni la que más corre. Pero tampoco es la que menos en ningún apartado.
Honda, desde el NSS300 Forza a el Scoopy SH300i pasando por el nuevo Scoopy SH125i. Muy similar a Suzuki pero con una marcha mucho más refinada, un motor más redondo y quizás (puede ser subjetivo) un poco más de pegada abajo.
Por último tenemos a SYM y a Kymco (Joymax 300i, Joymax 125i, K-XCT 125i/300i, Yager 125i/300i, Xciting 400i), que comparten raíces y comportamiento. Son quizás las más tranquilas acelerando. Pero buscan una respuesta a medio régimen más contundente que ninguna, permitiéndote tener siempre una reserva de gas y a medida que subes en cilindrada y potencia, perder la perspectiva y sólo darte cuenta de lo rápido que vas cuando miras el marcador.
Con este repaso, uno podría pensar: el nuevo Kawasaki J300, con una parte de ciclo como el de la Super Dink y un motor como el del K-XCT será como este último ya que no le han hecho nada. Al que piense eso yo le diría: súbete en uno y en otro y luego me lo cuentas porque si Kawasaki no le ha tocado ni la inyección ni el variador, entonces sinceramente me voy a comprar la unidad de pruebas porque debe ser una “rara avis”.
Y es que el Kawasaki J300 junta lo mejor de Yamaha y de Kymco: una aceleración desconocida para ese motor pero sin perder la recuperación de la que destaca a alta velocidad. Y no lo digo yo solamente ya que a ella se subieron un par de conocidos para probar prestaciones puras de aceleración y se bajaron con los ojos como platos. Y es gente experta en scooter con criterio para notar diferencias.
Es abrir gas y salir catapultado hacia adelante como un demonio. Y eso que la unidad tenía menos de 100 kilómetros. Cuando se suelte del todo (en los scooter se nota una barbaridad), alguno con una moto teóricamente superior puede quedar en ridículo. El tacto en la rueda trasera es casi inmediato. Un instante para que el variador enganche y ya te puedes agarrar bien.
Otro ejemplo. Mi pasajero de pruebas tiene tanto bagaje como yo ya que se sube a todas. Como me lo olía le dije: ojo, agárrate en las salidas que esto acelera con ganas. Pues casi lo pierdo en un momento de despiste. Fue la puntilla que necesitaba para corroborar lo que había sentido hasta ese momento.
Con todo ello quiero decir que en ciudad es un depredador. Acelerando tanto hay que tener ojo para no pasarse el límite de 50 km/h al igual que si abrimos a fondo al girar en una calle, ojo con las líneas blancas si no queremos que el tren trasera cobre vida con pequeños deslizamientos.
Muy buena agilidad gracias a las medidas de sus neumáticos de 14 y 13 pulgadas respectivamente. A pesar de sus casi 200 kilos, puedes culebrear con ella con soltura, sintiéndose muy neutra. Por los retrovisores se ve correctamente aunque, podían haber puesto otros diferenciadores y no seguir usando los del Super Dink. Hubiese hecho juego con el bonito embellecedor plateado que simula una tija en el manillar.
Frenos hay más que de sobra. Sendas manetas tiene el detallazo de ser regulables para ajustarlas a nuestra posición de conducción y en la mayoría de las ocasiones servirá un dedo para frenar con contundencia. Por último, los baches y alcantarillas de ciudad se sienten un poco seco a pesar de que las suspensiones superar los 100 milímetros de recorrido, pero es algo normal cuando se busca el equilibrio para un buen comportamiento en ciudad y carretera, que es donde nos vamos ahora.
Kawasaki J300: maravilloso motor aunque...
Ya en carretera, da igual dónde circules con el Kawasaki J300, superará los límites de velocidad con creces. Incluso en ascensiones (sabéis que me gusta probar todos los scooter en carreteras de montaña para comprobar la pérdida de potencia por el desnivel) hay empuje de sobra.
¿Cuánto? Pues permitirme que por un momento os ponga un ejemplo en autopista para los que conocen la zona. Autopista “Y” Gijón dirección Oviedo. Tres carriles con una subida contundente. El Kawasaki J300 asciende por el carril izquierdo a 135 km/h de marcador sin llevarlo a tope. Y repito, sin suavizar el motor. ¿Esto es empujar? Yo diría que sí.
Pero volvamos a carretera que de autopista ya hablaremos. Anda mucho para ser un trescientos y además, no ha perdido el empuje cuando vamos a 60 o 70 km/h y queremos adelantar. Sigue con nosotros para que lo usemos sin reservas.
El problema es cuando empezamos a buscar los límites. Lo primero que notaremos es una altura un poco escasa, no demasiado (digamos que está en la media, según los datos oficiales 40º) pero al buscarle las cosquillas porque te lo pide, se nos corta el rollo al empezar a rascar con el caballete. Incluso por el lado derecho que suele ser menos habitual por la ausencia de la palanca del caballete.
El segundo problema es el chasis. Tiene un límite estructural y si lo sobrepasamos encontraremos cabeceos y meneos que nos obligarán a cortar antes de empezar a tener verdaderos problemas. Si bien es cierto que aparecen cuando lo llevamos al extremo de motor, de apoyo y de todo. Digamos que si fuese en carretera abierta de 100, me hubiese llevado por delante 400 euros y cuatro puntos. Hagan ustedes sus cálculos, pero son extremos normalmente inalcanzables. Un poco antes de estos meneos notaremos movimientos en el tren trasero pero para mi gusto, la precarga de serie viene un poco blanda así que es algo que se arregla a golpe de llave.
Los frenos, de nuevo pasan con nota. Potentes y dosificables, sabiendo en todo momento cuánto estás frenando y cómo está reaccionando la rueda delantera. El trasero de apoyo, nada que objetar excepto que podemos llegar a bloquear sin darnos cuenta aunque el Kawasaki J300 seguirá derecha como una vela sin movimiento parásitos hacia uno u otro lado.
A 100 km/h no echamos de menos más protección aunque seguramente cuando mañana subamos la velocidad en autopista, igual nos empieza a pegar más el aire. Pero habrá que esperar un poco para salir de dudas. De momento va con muy buena nota porque, ¿qué han tenido siempre las motos de Kawasaki? Ese punto de locura, de motor puntiagudo, agresivo, gamberro. Pues el Kawasaki J300 es una KAWASAKI.
Continuará...
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