Imagínate tener cientos de motos en el patio trasero de tu casa (bueno, y delantero), aburrirte, salir y elegir una para restaurar. Pues a eso se dedica este youtuber que trabaja a restaurando viejas glorias que no parecen tener demasiado arreglo.
La víctima elegida entre los cientos de motos que pululan por la yarda es una Honda SS50. Una máquina con 56 años de historia que todavía tiene mucha guerra que dar a pesar de que clamaba ayuda, carcomida por el óxido. El resultado final es simplemente espectacular, y en el garaje de casa.
La Honda SS50 era una bonita moto japonesa de los años '60 que llegaba a los 88 km/h
Restorarion H es un mecánico y youtuber que llevado la pasión por la reparación y las dos ruedas desde que era niño. No le importa el estado de la moto, que la va a dejar como casi sacada de fábrica.
Su pasión por las motos es evidente, o al menos se puede intuir viendo la acumulación que tiene en su casa. Nada más salir de ella la verja está rodeada de motos achatarradas; pero a medida que camina por el patio trasero la cosa empeora (o mejora): cientos de motos de todos los tipos, años y gustos.
Le llevó un par de minutos decidirse por la próxima víctima de la llave inglesa: una moto de la época de los Beatles: los '60. La Honda SS50 con su estilo clásico fue la digna sucesora de la S50, destacable por su ligereza y aspecto vintage, y realzada gracias a los paneles laterales cromados del depósito. Esa moto solo pesaba 76,6 kilos.
Es una moto que en origen tenía un motor monocilíndrico de 49 cc y árbol de levas en cabeza, accionada por cadena e inicialmente con una transmisión manual de cuatro marchas. En modelos posteriores vino con una quinta, y llegaba incluso a los 88 km/h.
Y allí estaba bajo hojas, ramas y recubierta en óxido. Por delante 25 minutos (en vídeo) de restauración para volver a dejarla como si no tuviese casi seis décadas a sus espaldas. Después de una inspección inicial, el youtuber empezó a desmontar la moto pieza a pieza.
Casi le llevó más tiempo desmontarla que montarla. Le llevó unos cuantos minutos, pero la sencillez de la ingeniería de los años '60 le facilitó enormemente la labor.
Ahora llegaba la tarea difícil: pasar cada pieza por la amoladora, más un decapante de pintura, y adiós óxido también gracias a la lija; luego recubrió el chasis de la moto con pintura negra, y más tarde reemplazaría el color original por un verde.
El motor también pasó por un proceso de restauración, y quedó como nuevo. Limpió el carburador y le quitó los residuos, para finalmente juntar todas las piezas y añadir otras nuevas como las gomas de las estriberas, intermitentes… Y hasta el logo original de la moto por entonces.
A funcionar. En la última parte podemos ver a la moto circulando y totalmente restaurada. Desde luego que el resultado, aunque no podríamos decir que es perfecto, es una bonita obra de arte que hasta mantiene la matrícula original.