En Misano hay un bar en honor a Marco Simoncelli, y todas las noches lanzan ráfagas al cielo con su Honda de MotoGP

En Misano hay un bar en honor a Marco Simoncelli, y todas las noches lanzan ráfagas al cielo con su Honda de MotoGP
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Han pasado ya 12 largos años desde aquel maldito incidente en el Gran Premio de Malasia, en Sepang, en el que Marco Simoncelli perdía allí su vida. En pleno 2023 su alma sigue más viva que nunca, y los homenajes al piloto italiano siguen a la orden del día.

En la costa italiana, justo en Cattolica, hay una historia muy emotiva que contar. El lugar es un restaurante, el protagonista es un viejo amigo del piloto italiano, y la coprotagonista, una Honda réplica que pertenecía a Marco.

La moto es una Honda réplica de la de Marco Simoncelli

Simoncelli 3 2023

Paolo Torsani, más conocido como Paolino. El italiano regenta dos restaurantes en el centro de Misano, y en uno de ellos acontece un espectáculo digno de mención que todo aficionado al mundo del motociclismo debería conocer. Es un simple acto de renegado. Renegado a dejar en el olvido a un amigo eterno de vida, Marco Simoncelli.

El italiano perdió la vida en aquel fatídico circuito de Sepang en 2011. 12 años en los que día sí y día también, un amigo honra a otro en su no presencia.

El acto. En uno de sus restaurantes hay una especie de estandarte donde inmediatamente todo aficionado al mundo de las dos ruedas debe mirar. En él una Honda de MotoGP envuelta en un reconocible carenado y con un número que ha pasado a la historia, el 58. Es la moto réplica de Marco Simoncelli, que llegó a manos del restaurante de su amigo.

Simoncelli 1 2023

Puede ser que para algunos sea ya un acto de suficiente honra, pero Paolino, de mirada penetrante y barba descuidada, esconde algo más. Y todos se dan cuenta porque exactamente a las 22:20 de la noche un estruendo congrega allí fa´cilmente a 40-50 personas.

El estruendo es el ritual de Paolino, que cada noche a la misma hora arranca la moto réplica de Marco para honrar a su colega. Con la misma entereza, noche tras noche sale de la cocina, la deja calentar unos segundos, y luego da gas a la Honda, cada vez más fuerte. Son ráfagas al cielo.

Os podéis imaginar. El ambiente es un auténtico sepulcro con un público que degusta con una dosis de emoción y otra de melancolía la estampa. A todo esto, Paolino se intenta mantener entero, pero no hay noche que sus ojos no se pongan llorosos mientras da gas a su moto y mire con fijación una foto de Marco.

Con una entereza encomiable, Paolino se despide de todos los presentes, y también de la foto de Marco, como si él estuviese allí. Se encamina hasta la cocina para seguir con su labor, que es cocinar, pero también honrar permanentemente a su eterno amigo.

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