Esto se está animando cada vez más y vamos a continuar leyendo y seleccionando todas las historias que nos estáis mandado de vuestra primera vez…. Ya sabéis que solo tenéis que mandarlas al correo laprimeravezenmoto@motorpasionmoto.com junto con algunas fotos de vuestra experiencia en moto y nosotros nos pondremos en contacto si sois seleccionados.
En esta ocasión nuestro amigo Jimmy nos cuenta su experiencia la primera vez que entró en un circuito y curiosamente unos años antes yo también estuve en el Jarama probando los modelos de BMW, no era mi primera vez en circuito pero la recuerdo gratamente. Pero vamos con lo que importa, que es el relato de Jimmy y sus fotos.
Lo primero de todo es contaros que siempre me han gustado las motos, pero soy de ese grupo a quienes nuestros padres nos respondían “Cuando te la compres tu“ a nuestras súplicas adolescentes por una moto propia. Pese a todo pude empezar a hacer mis pinitos con el vespino familiar, con el que dí el paso para entrar en el grupo de “los que ya se han caído“. Años después, con la carrera acabada y un trabajo propio, pude sacarme el carnet y comprarme mi primera y adorada VTR 250. Tras ella vino una MT 03, para llegar a mi actual SV 650.
Como a muchos moteros, siempre me picó el gusanillo del circuito, crecí viendo a Rainey, las frenadas de Schwantz, los derrapes de Doohan, sus duelos con Criville, los inicios y la consolidación de Rossi. Yo también quería esa sensación de tumbar hasta el infinito, pero no conseguía convencer a mi grupo habitual de que en circuito se puede aprender mucho. Hasta que en primavera veo una oportunidad de oro: BMW ofrece sus motos para probarlas en el Jarama. Poco tardamos un amigo y yo en apuntarnos, pese a que en aquel momento sólo pudimos elegir una F650GS. “No pasa nada, seguro que me sobra para la primera vez“.
Tras llegar el día esperado, metemos los bártulos al coche y nos ponemos en marcha hacia el mítico Jarama, preocupados por el tiempo por que dan tormentas para esta tarde. Al llegar al circuito y ver a unos cuantos compañeros que ya habían dejado bastantes gramos de sus deslizaderas en el asfalto, no nos resultó especialmente tranquilizador. “Bueno, se va con cuidado y ya está“. No tuvimos la suerte de poder elegir la misma hora para la prueba, y a mí me tocaba primero. Vuelta al coche, nos enfundamos en los monos, nos ponemos las botas, cogemos casco y guantes, aprovechamos para una última “evacuación“, y a confirmar la inscripción. Primera alegría del día: pregunto a la amable chica del puesto, y había una preciosa F800R disponible, con lo cual volví a los box con una sonrisa de oreja a oreja y recibido por un “Que ca…..” de mi amigo. En todo este proceso, el cielo despejado que nos había recibido se estaba empezando a oscurecer y el horizonte era muy poco prometedor, con nubes negras y algún que otro relámpago.
Llega la hora y empieza el briefing. Presentaciones, un poco de publicidad de la marca, preguntas por cuántos habían entrado en circuito, ¡Pero si la mitad han levantado la mano!, algo de técnica, algo de normas en pista, organización de los grupos… y todos con un ojo en la pizarra y otro en el cielo. A muchos se nos cayó el alma a los pies cuando un compañero dice “Está empezando a llover”, pero ya no había vuelta atrás. Finaliza el briefing y bajamos para el momento tan deseado, rodar sobre el asfalto del Jarama. Para alegría de todos, cuando salimos no llovía ni daba impresión de que hubiera llovido: cielo cubierto, pero buena temperatura y asfalto seco. ¡Y que aguante!, comentamos mientras vamos hacia las motos.
Por fin estoy listo. El casco bien abrochado, los guantes ceñidos, el mono cerrado, ajusto las distancias de las manetas, y me pongo en la fila del grupo lento. Empiezan a salir las motos a pista y mis nervios van aumentando poco a poco, hasta que por fin salimos el grupo con las motos lentas. Me bajo la visera, meto primera, y que sea lo que Dios quiera, que por fin estamos en pista. Primera curva, primera tumbada y salimos todos sin problemas. “Pues no es para tanto“, pienso mientras avanzamos hacia Varzi sin grandes aceleraciones. Pasamos sin problemas y llegamos a LeMans. Mientras miro al monitor, voy buscando con el rabillo del ojo el cono que marca el vértice de la curva. “Aquí entraban todos muy tarde“ pienso mientras recuerdo cómo trazaban los grupos anteriores. Efectivamente, retrasamos el punto de entrada a la curva, giramos suavemente y salida hacia Farina.
En sólo cuatro curvas estoy mucho más cómodo con la moto, mucho más tranquilo y los nervios empiezan a transformarse en disfrute mientras subimos LeMans. Repasando mentalmente un circuito que parece que conozco perfectamente a base de vídeos y juegos, ahora tocan las eses de Ascari. Dado que no estamos yendo especialmente rápido, las pasamos sin problema y llegamos a Portago. Repito nuevamente los pasos que tantas veces he leído cuando se trata de rodar en circuito: culo fuera, sin hacer fuerza en el manillar, la vista lejos, y salimos con gas de camino a Bugatti. Aquí me vuelvo a sentir algo intimidado recordando la cantidad de sustos y salidas de pista que he visto en este cambio de rasante. Como llegamos bastante suaves, no hay ningún problema. Bajada hacia Pegaso, leve frenada, y los miedos se vuelven a quedar en la lejanía. Una vez hemos salido de Monza veo que el aviso de presión baja de los neumáticos ya no aparece en la pantalla. “Perfecto, ya han cogido temperatura“.
En ese momento, el monitor levanta el brazo y se echa a la derecha. Obedientes, todos le seguimos para dejar pasar al grupo rápido de las “tetras”. Pasan todos y recuperamos la trazada, pasamos la curva del túnel y entramos a la recta de meta. El monitor hace un gesto con la mano y el piloto que me precede, porque a estas alturas creo que todos nos sentimos ya un poco pilotos, se mueve a la derecha. Paso a rodar justo detrás del monitor. Volvemos a empezar el baile, y empiezo a sentir que voy lento. El nudo del estómago ha desaparecido, la adrenalina está empezando a hacer efecto y siento que podría rodar a un ritmo más alegre del que estamos llevando. Mi razón me vuelve a decir que es mi primera vez, que estoy en el grupo lento por algo, y termino la vuelta tras el monitor. Nuevamente el gesto, me muevo a la derecha y me reincorporo al grupo el último. Frenamos para hacer Nuvolari por última vez en esta tanda y el compañero que me precede frena más de lo que yo hubiera deseado. Freno hasta igualar su velocidad y entramos en la curva ¡Muy despacio! Recuerdo la tajante prohibición de adelantar, y me resigno a terminar la vuelta nuevamente con la sensación de ir despacio en un circuito.
Finalizada la vuelta, los monitores preguntan si alguien quiere cambiar de grupo. Esta vez mi razón se embriaga de la adrenalina que me recorre, y pido el cambio al grupo rápido. El monitor de dicho grupo, tras ver que he pasado a su cuidado, me dice que me ponga detrás de él. Se vuelven a repetir las salidas de todos, y por fin nos toca volver a salir. Tres vueltas, tres motos, las cuentas están claras: todos vamos a rodar una vuelta siguiendo al monitor. Aceleramos saliendo del pit lane, llegamos a final de recta, frenamos y peso a la estribera derecha. Esto ya es otra cosa, el ritmo es bastante más ágil y tengo la sensación de que la sonrisa no me cabe dentro del casco. Ahora Varzi no parece tan inofensiva, pese a que la pasamos sin problemas, y hay que exigir más a la maneta derecha llegando a LeMans. Salgo un poco largo, y mi orgullo me vuelve a recordar que en esta curva se entraba tarde. Tomo nota mental para no repetir el error mientras vuelvo a la línea correcta para hacer Farina.
Subimos LeMans acelerando fuerte, y las eses de Ascari que antes habían sido puro trámite ahora me intimidan notablemente. Corto más que el monitor, que me saca unos cuantos metros llegando a Portago y me vuelvo a sentir como el novatillo que soy. Volvemos a acercarnos a Bugatti mientras trato de sacudirme la vergüenza. Esta vez la sensación no es tan intimidante, encaro la bajada y retraso ligeramente la frenada para recuperarle algunos metros al monitor. Salgo acelerando fuerte de Pegaso y otra vez estoy a una distancia razonable del monitor. “Tal vez algo lejos“ pienso, pero a fin de cuentas no soy ningún experto, y tener ese margen me inspira más confianza. Entramos a meta a fondo, y nuevamente me toca volver a la cola del grupo. Me aparto, pasan los otros dos compañeros, y vuelvo detrás de una F800ST preciosa… espera, ¿eso que lleva son unas maletas?
No acababa de salir de mi asombro mientras frenábamos a final de recta. Esta vez parece que aumentamos ligeramente el ritmo, y sin embargo me noto más confiado. La moto no se mueve en las curvas, y ahora inclino más confiado en las rápidas, notando como los neumáticos se aplastan contra el asfalto y disfrutando como nunca. Y por lo que veo no soy el único, delante mío la ST da la impresión de hacer pasar las maletas muy cerca del asfalto. Su piloto no parece descolgarse mucho en las curvas, y pienso en si yo me estaré descolgando más o menos. ¡En la tele se ve todo mucho más claro! Última vuelta, y entonces me doy cuenta que aún no he tocado con la rodilla, o no me he enterado. Cuando llegué al circuito era una de mis obsesiones, y sin embargo se me había olvidado completamente.
Nuevamente el ritmo es algo más rápido en la vuelta anterior, y me vuelvo a concentrar al 100% en seguir al compañero de la ST, me da la impresión que rueda exquisitamente bien. Esta vez en LeMans oigo un ruido de metal rascando levemente. ¿Seré yo que me tengo que descolgar más? ¿Habrá tocado el avisador? ¿Habrá sido la maleta de la ST? El tiempo no se para con mis conjeturas y Farina se está acercando, así que lo dejo para más tarde y vuelvo a centrarme en la rutera que llevo delante.
Disfruto por última vez del vaivén de subidas y bajadas, de curvas lentas y rápidas, de aceleraciones y frenadas, hasta que la entrada del monitor a boxes pone fin a la tanda. Paramos las motos, me quito el casco y me doy cuenta de que tengo mucho calor. ¿Cómo he podido sudar tanto con una temperatura más primaveral que veraniega? Charlando recibo el aprobado del monitor, “Ibas muy bien” y descubro para mi sorpresa que el piloto de la ST no había pisado nunca el circuito. Breve entrevista del personal de BMW sobre la moto, y vuelta al box con una sonrisa que casi me desencaja la mandíbula y con una sola idea en la cabeza: ¡Esto tengo que repetirlo!
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