Perros y motos en principio no parece una combinación demasiado acertada; más bien difícil. Subir a un perro a tu moto es una decisión arriesgada y que, a no ser que vaya en un sidecar, requeriría hasta cierto entrenamiento. Pues la historia de Michael y Sox es de esas que te hacen saltar las lágrimas.
Dueño (Michael) y perro (Sox) aguardan una curiosa historia que empezó como un vídeo viral. En 2019 una mujer compartía en las redes sociales un vídeo grabado desde el coche de su madre en el que se veía pasear a un motorista con un perro con casco sentado de paquete, y abrazado al piloto. Lo verdaderamente viral vendría después: su historia.
49 de 50 estados y un accidente en paracaidismo...
Michael es una de esas personas que está más interesado en vivir una aventura que en contarla o postearla. El destino quiso que se hiciese viral por ese vídeo. Y entonces se descubrió el verdadero pastel: una historia de amor perruno-humano-motero e incluso de supervivencia.
"Evité deliberadamente las redes sociales durante mucho tiempo por miedo a que la gente pensara que lo hacía por las redes sociales", dice Michael a Dodo, que descubrió a esta peculiar pareja en primera instancia.
my mom saw this on the freeway today... pic.twitter.com/yhrtxMKAS0
— kaelyn 🦋 (@ohdangitskaelyn) January 16, 2019
Su historia se remonta hace ya trece años. Por aquel entonces, Michael, un instructor de paracaidismo, llegó a casa de su padre, y escuchó un ruido. "'¿Qué diablos es eso?'". La mejor sorpresa de su vida: Sox, un precioso Husky siberiano. "Me enamoré de él".
Y luego están las motos. Antes de tener perro, Michael era un motero de los de corazón. Se compró su primera moto al terminar la universidad, y avatares del destino, se tuvo que mudar a Hawái por trabajo. Tenía que deshacerse de algo, y la moto no iba a ser, así que vendió el coche y se quedó con su compañera de dos ruedas.
Claro, solo tenía la moto para moverse. Resultado: tuvo que enseñar y entrenar al Husky para aprender a montar en moto con él. La clave en todo este proceso es que también era entrenador canino. El proceso de enseñar al perro fue largo, y poco fácil, pero curiosamente, el perro se acabó sintiendo cómodo encima de la moto.
"Primero lo levanté y lo subí a la moto. Se sintió cómodo, así que le pedí que se subiera solo. Luego un poco más, y un poco más... Al final conseguí empezar a rodar con él unos metros", cuenta Michael. "Luego volvimos para que se acostumbrase al motor y a la vibración", y lo consiguió.
Sox y Michael viajaron por todo Hawái montados en moto: playas, volcanes, lugares exóticos... Seis años hasta que un día a Michael la vena aventurara le hizo clic en la cabeza: quería una aventura mucho más grande, recorrer los 50 estados de Estados Unidos.
Y así lo hicieron durante meses, y años. Dueño, perro y moto viajaron por todo el territorio americano hasta completar los 49 estados: lagos, parques nacionales, estadios de béisbol, ciudades enormes, lugares remotos, desiertos... Pero les faltaba uno para completar la aventura: Alaska.
El dueño del perro sufrió un accidente mientras hacía paracaidismo, y eso le llevó a estar una larga temporada en dique seco, rehabilitándose. Hasta que hace unos meses cogió los bártulos, la moto, y cargó al perro para cumplir el último destino: "Es ahora o nunca. Sox está mayor, y el momento era ahora". Y lo consiguieron.
Ahora Sox es un abuelete lleno de aventuras. Este Husky tiene 13 años a sus espaldas, y ha ido envejeciendo al lado de su dueño, y encima de una moto. Ha pasado incluso por un cáncer del que se recuperó. Ambos se atrevieron a publicar sus peripecias en Instagram, y a pesar de su edad, ambos siguen juntos, y hasta van de camping.