Retomando la historia que comenzamos ayer seguimos hoy con otra la otra parte que ocurrió de forma casi simultánea. De hecho de no haber sido por su coincidencia en el tiempo habría sido imposible que todo ésto pasara. No porque no se pudiera hacer primero una cosa y luego otra, sino por que de no haber sido a la vez no me habría liado la manta a la cabeza.
No es fácil, al menos para mí, deshacerse de una relación por la que aún tienes interés. Salvo que tu interés ya se haya focalizado en otra relación muy distinta que sabes que casi con total seguridad va a funcionar mejor.
Y así, de la noche a la mañana, ¿te quedas compuesto y sin moto?
Pues, volviendo a los hechos, más o menos. Más menos que más, porque pasó muy poco tiempo entre que salió una del garaje y entró otra. Pero no adelantemos acontecimientos que aquí entra el otro factor determinante de la historia: las malas influencias. Y no, no me he comprado una Vespa ni un tuctuc... Era para despistar
El primero al que señala mi dedo acusador es a Morrillu. ¡Sí! ese que anda mucho por aquí y que un día decidió hacer una retro-prueba de una Aprilia RSV Mille hasta las trancas de gominolas. Pues antes incluso de que aquella prueba se escribiera Morrillu el malvado ya me había avisado semanas antes de lo que estaba por venir. Conocedor de mis gustos sabía que me iba a hacer tilín, así que por Whatsapp me llegó un buen día sin venir a cuento de nada una foto en primicia de aquella sugerente Aprilia.
Se me empezaron ha hacer nudos raros en el estómago y en mi cabeza, de nuevo, volvía a sonar el pom pom pom pom de los timbales propios de los V2 gordos envueltos en bellas carrocerías italianas. La Ducati 750 SS me hablaba desde el más allá (más allá de la A-5, creo que andaba por Alcorcón). Cantos de sirena para mis oídos. Pero se fuerte Jesús, aún se puede salvar tu relación con la CBR.
¿Jesús? ¿Quién es Jesús? No conozco a nadie con ese nombre.
Poco después Morrillu publicó su prueba. Y en un primer momento de forma subconsciente decidí ignorarla, sólo miré las fotos por encima. Pero al final caí, la leí con detenimiento, pequé, le mordí la manzana a Morrillu. Y no sólo una vez. Reincidí.
Me paraba con detenimiento en cada foto mientras pensaba "joder, quién pudiera hacerse un bicho de estos". La RSV en su día era una moto que me fascinó casi antes de saber qué leches era eso de un bicilíndrico, y aquel pensamiento se tornó en una búsqueda rápida en páginas de segunda mano de Aprilias RSV Mille de primera generación para tantear un proyecto de restauración baratillo.
- Demonio: Vaya... pues están bien de precio, ¿no?
- Angel: Sí, pero qué va, juntarme con dos motos a la vez en el garaje... ¡Imposible!
- Demonio: Pero me encantan los bicilíndricos, y una RSV con los colores originales negro, blanco y rojo... ¡uf! Cómo me estoy poniendo.
- Angel: No seas pecador
de la pradera. Tu Honda te quiere y tú a ella. Sólo es un bache. Dentro de nada llega el buen tiempo y podéis estar juntos otra vez. - Demonio: Bueno, o también puedes probar a venderla, a ver cuánto te dan. Total, no pierdes nada...
- Angel: Ahora me van a dar una caca (como diría Rafael Hernando) por la CBR.
- Demonio: ¿Pero no la has vendido sin querer?
- Angel: ¡Os....as! ¡Es verdad!
Y se lió parda. El calentón se desbocó y cuando al consultarlo en casa me dieron una luz verde gigante fue como poner un tren de mercancías cuesta abajo sin frenos, imparable. Después de tantear profundamente todos los anuncios de segunda mano habidos y por haber pasé de plantearme una RSV Mille antigua a una del modelo V2 moderno gracias a la buena venta de la CBR y un poco que tenía ahorrado, pero de nuevo acudieron las malas influencias. Sergio (el propietario de aquella RSV a la carbonara), enfermo profundo de las Aprilia, y Morrillu (otra vez) me llevaron por el camino del mal.
A mí las deportivas me fascinan, pero la verdad es que ahí encajonado no se muy bien lo que hacer. Mi deformación por los manillares anchos culpa del motocross y supermotard me obliga a divertirme infinitamente más con una barra larga que agachado sobre los semimanillares. Así pues la opción estaba clara: redefinir la búsqueda hacia una Aprilia Tuono. Pero no de las primeras, ¡j***r, que feas eran!
Concretamente la elegida al final ha sido una bonita Tuono gris y negra del 2006 muy cuidada con 13.000 kilómetros de Alicante. Y encontrarla no fue fácil, porque fue toda una casualidad (otra) conseguir esa moto a ese precio. Justo fui el primero en hacer una oferta en firme cuando la vi anunciada por un precio muy suculento y tanto el vendedor como yo somos unos honorables señores de palabra, así que apalabramos al asunto y quedamos para el siguiente fin de semana en Alicante.
El precio nuevamente no os lo voy a decir, sorry, sólo os diré que me ha salido por poco más de por lo que vendí la CBR, recortando considerablemente mi presupuesto.
Lo que me resultó difícil de la historia fue cerrar la venta de la Honda un miércoles y bajar ese mismo sábado a Alicante con la furgoneta a por la Aprilia. Vender una moto y comprar otra en cuatro días no parece una gran odisea pero me di cuenta ese martes que tenía el DNI caducado (desde junio de 2014, ¡ole!) al intentar hacer la transferencia de la CBR.
Pero tampoco os puedo contar cómo conseguí renovar el DNI en cuestión de horas cuando la cita previa que me daban por internet era un mes y una semana después de lo que yo necesitaba, eso también es top secret.
La moraleja de todo este rollo que os habéis tragado es que como dijo Séneca la suerte no es más que la intersección entre la preparación y la oportunidad. Por decirlo así yo tuve una inesperada oportunidad para vender la CBR y preparé un cambio rápido buscando profundamente en la red. La suerte vino de la mano de Sergio (otro que también va más caliente que el picaporte del infierno) quien me ilustró en Aprilia y me convenció del cambio, y de mi compañero Luis, quien amablemente fue a ver por mí la moto a Elche ya que desde Alicante le pilla más a mano que a mí desde Madrid.
Ahora tengo una nueva chica que me está esperando en el garaje. Es muy tímida y se esconde bajo su funda, pero en cuanto empiece a hacer mejor tiempo tengo la sensación de que nos vamos a divertir mucho. De momento sólo hemos hecho 60 kilómetros juntos pero estoy superilusionado con nuestro futuro.
Vuelvo a los bicilíndricos y vuelvo a los manillares anchos... ¡Ya os diré cómo termina la cosa!
Fotos | mikkelz, Jack Snell, wikimedia, Wikipedia, wikipedia
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