La segunda prueba de la Copa Rodicar en la que participo, se celebró en los alrededores del Estadio El Molinón, en Gijón. Digo la segunda, aunque debería haber sido la tercera, pues había una anterior, en la localidad de Pola de Laviana, que fue suspendida. La prueba servía como aliciente a la I Concentración Villa de Gijón que se estaba a la vez celebrando muy cerca, en la que se homenajeaba a Kevin Schwantz y Mick Andrews.
Llegaba a la zona donde estaría el circuito bastante asustado, pues siendo una carrera de tipo urbano tienes más posibilidades de hacerte daño. La seguridad que suele existir en este tipo de carreras se ve perjudicada por la cantidad de mobiliario urbano que se debería proteger y que, normalmente, no se hace de forma correcta. Lo que menos me esperaba era que cuando deberían haber empezado las verificaciones técnicas, el circuito aun estaba sin preparar.
Poco a poco va tomando forma. Es muy rápido, demasiado para mi gusto y empiezo a plantearme si de verdad merece la pena arriesgarse y correr. Poco a poco, la organización va plantanto "chicanes" y estrechamientos para ralentizar el circuito y dejarlo más apto también para las minimotos, que es otra de las categorías que participan. El problema es que las protecciones de paja son muy altas y es fácil tocar con los paramanos, lo que hace que salgas catapultado de frente en la curva.
Comienzan los entrenamientos libres. El circuito está diferenciado en dos zonas: una extremadamente rápido, en la que entramos saliendo de una rotonda y es la línea de meta, y otra muy lenta y muy angosta. Además, hay varias chicanes rápidas pero muy estrechas, con farolas en la escapatoria que no hacen ninguna gracia. Calculamos que a final de recta llegaremos a unos 150 kilómetros por hora, para una frenada con el asfalto en muy malas condiciones. No hay más remedio que guardar algo de margen.
Nos facilitan los tiempos, y me encuentro sexto a casi cinco segundos de la cabeza. En esta carrera hay mucho nivel, y a parte de los conocidos Borja Bastián, Diego Herrero y Franín, han venido Juanchu Romero de Galicia y Aitor Izquierdo, piloto de Supersport en el CEV y este año de la copa Husaberg en el CESMotard. Veo que mi pelea va a ser con Zapico, como en la anterior prueba. Ni me planteo ir mucho más rápido. El cerebro me manda cortar en algunas curvas, y contra el miedo poco se puede hacer.
Toca los cronometrados, y a la tercera vuelta nos sacan bandera roja. Al pasar por recta, se ha caído un piloto y detrás otro por la mancha de aceite que había dejado. Regreso al box sin ritmo y sin confianza. Allí, me doy cuenta que no tengo embrague. Detecto una fuga en la junta de la bomba que me ha hecho perder todo el líquido hidráulico. Rápidamente lo intentamos reparar, pero ya han salido a disputar el resto del tiempo que quedaba de entrenamientos. Gracias a Noss consigo repararlo, pero nos perdemos prácticamente la tanda entera. Consigo dar una vuelta pero él ninguna más, aunque la organización le permite salir el último.
El chico se ha hecho bastante daño y lo tienen que trasladar al hospital. Poco a poco los retrasos se van acumulando, y ya vemos que no nos va a dar tiempo a disputar la carrera, pues somos los últimos y a las nueve se hará de noche. Al final, clasifico séptimo a menos de una décima de Zapico. Sigo a casi cinco segundos de cabeza, pero no he podido tirar fuerte, así que confío en poder recuperar el sexto.
En la carrera de cambio, "Pistacho" se toca con una de las protecciones y se estrella directo contra una bala de paja. Queda tendido en el suelo y se lo llevan al hospital. Más retrasos y dos compañeros en urgencias. Esto pinta mal, muy mal.
A las ocho nos llaman para salir. Somos el plato fuerte y nos adelantan en el orden de las carreras, pero apenas se ve ya. Formamos la parrilla y nos tienen cinco minutos parados, los neumáticos pierden temperatura y la primera curva será una lotería. Nos dan el banderazo y salen todos como aviones.
Consigo mantener el interior en la primera curva y ruedo sexto, pero en la siguiente, a izquierdas, Zapico me ha aguantado y mete la moto por un hueco inexistente, que me obliga a abrir la trayectoria. Sé que tengo ritmo para adelantarlo a final de meta, y no me pongo nervioso esperando a que los neumáticos cojan temperatura. Pero al llegar a la segunda de las chicanes, veo a Borja Bastián volando por los aires. Completamos la primera vuelta y nos sacan bandera roja, pues Borja a quedado en el suelo y se ha hecho mucho daño. Rotura de tibia y peroné, casi nada.
Nos reunimos todos los pilotos rápidamente, y decidimos, no sin protestas por parte de alguno, suspender las carreras. Llevamos doce horas allí, tres compañeros están en el hospital y aunque duela el haber hecho un viaje para nada, no es de recibo matarse disfrutando de una afición. Toca recoger e irse para casa. Dentro de lo malo, conservo la tercera posición en la general.
Por suerte, los dos primeros heridos ya habían sido dados de alta al día siguiente y Borja Bastián, ya ha sido operado y está en casa. Le espera una recuperación larga, pero desde aquí, le mando un abrazo y espero verlo en la temporada 2009 dando guerra.
La crónica de la siguiente prueba, celebrada este fin de semana, en breve.
Fotos | Cortesía de Alejandro Rubio, Turk 182, Moterosastures