En la actualidad estamos viendo como se popularizan los patinetes eléctricos, las e-bikes, los segways, etc. Son vehículos que han llegado a las calles antes de que la Dirección General de Tráfico actuase sobre ellos y ahora mismo campan en un cierto vacío legal que puede llegar a ser peligroso.
Son vehículo ligeros, relativamente económicos, sencillos y fáciles de conducir y además están expresamente pensados para los trayectos urbanos y de última milla. Estas características coinciden con un viejo conocido de las carreteras españolas, el popular Vespino.
Los ciclomotores cayeron en el olvido en 2005 pero siguen siendo una buena alternativa
Los ciclomotores fueron muy populares en los años 70 y 80, sufrieron un primer revés en 1999 con el cambio de las matrículas locales a las nacionales (Real Decreto 2822/1998) y acabaron casi por desaparecer definitivamente en 2005 cuando el permiso de conducir se endureció.
España pasó durante la primera década de los dos mil de estar plagada de ciclomotores a no tener apenas. La posibilidad de conducir una moto de 125 cc a partir de los 16 años y la convalidación del carnet A1 con tres años del B tampoco ayudaron al segmento más humilde de las motos.
No nos podemos engañar y hay que reconocer que los ciclomotores han sido siempre una solución de movilidad apta para las cortas distancias. Especialmente los más básicos, los que, como su propio nombre indica, son casi una bicicleta con motor. Son vehículos económicos de adquirir y mantener, tienen un gasto de combustible muy bajo y son lo suficientemente capaces como para circular a cruceros de 30 o 40 km/h. En España aquí hay dos nombres que se vienen a la cabeza, Vespino y Derbi Variant.
En la actualidad, de jugar en la misma liga normativa de los patinetes eléctricos o las e-bikes, puede que corrieran con mejor suerte en el mercado. Es factible encontrar patinetes eléctricos circulando por las calles más rápido de lo que lo haría cualquier moto de 50 cc sin que nadie diga nada.
Con ciudades 30, un Vespino es más que suficiente
Desde que llegó Pere Navarro a la Dirección General de Tráfico se han tomado muchas medidas en materia de seguridad vial que han tenido a la velocidad como protagonista. La rebaja de 10 km/h del límite de las carreteras secundarias es la medida más sonada y la idea de las Ciudades 30 ha llegado para quedarse.
Pacificar el tráfico de la ciudad es sinónimo de rebajar la velocidad y es lo que pretende ahora la DGT. Poco a poco las normativas de movilidad de las grandes ciudades van incorporando la velocidad máxima de 30 km/h en sus líneas y es algo que ya está presente por ejemplo en las vías de un único sentido de la ciudad de Madrid.
La convivencia entre peatones, ciclistas, usuarios de patinete eléctrico y conductores de motos y coches es mejor a 30 km/h que a 50 km/h. Además, es algo que reduce el riesgo de sufrir consecuencias fatales en caso de atropello. Todo parece ir acorde al nuevo aura urbano que pretende disfrutar de la ciudad como nunca antes.
Para ir a 30 km/h y moverse por una ciudad donde el espacio cotiza al alza un ciclomotor es más que suficiente. Si le añadimos que son vehículos pequeños y que se aparcan fácil, el tanto es doble.
La calidad del aire de las ciudades es algo que tenemos que cuidar entre todos
Las grandes ciudades de España tienen problemas de contaminación. Son especialmente acusados en Madrid y Barcelona, pero no son las únicas urbes que prestan atención con horror al color de su atmósfera. Valladolid, Valencia o Granada, entre otras, también sufren este problema.
La movilidad eléctrica, que tan de moda está en la actualidad, tiene su sede en la ciudad, es lógico y es también el lugar en el que más esfuerzos hay que poner en emitir de forma local lo menos posible.
Pese a todo, la realidad dicta sentencia y muestra un parque móvil que está asociado al petróleo. En la ciudad, más allá de las alternativas de motosharing, que sí que son eléctricas, las motos que más se ven son las de baja cilindrada. Motos y scooter de 125 cc de gasolina, que emiten, sí, pero de momento son perfectamente aptos para la ciudad de hoy.
Tal y como dicta ANESDOR, la moto es un vehículo eficiente, rápido y medioambientalmente sostenible dado que la movilidad que ofrece es mucho más fluida que en otros medios de transporte.
La vuelta a la idea del ciclomotor de uso urbano como propuesta de cuidado medioambiental puede no ser descabellada, especialmente si se quitan vehículos de cuatro ruedas utilizados por una sola persona de la circulación. Igual el motor de dos tiempos del Vespino en los tiempos actuales no es lo más recomendable, pero sí que se puede recuperar su concepto de vehículo como solución válida.
La brecha económica entre los scooter eléctricos y los de gasolina aún es alta
La brecha de precio entre las alternativas de combustión y las eléctricas aun no se ha superado y esto es especialmente acusable en el mundo de las motos. Comparar el precio de partida de la Vespa Elettrica con una Vespa Primavera de combustión o de la BMW C-Evolution con sus homólogas de gasolina denota en ambos casos un sobreprecio que ronda los 3.000 euros a favor del modelo de baterías. Eso es mucho dinero y el mercado así lo dictamina dejando la venta de los scooter eléctricos casi en exclusiva para las flotas de empresa.
La moto más vendida en España en 2019 fue la Kymco Agility Citiy 125 y no es casualidad. Se trata de un scooter urbano económico y resolutivo para el día a día, barato de mantener y hacer mover gracias a un motor de baja cilindrada y unos consumos reales inferiores a los tres litros cada 100 kilómetros en ciudad. La idea de moto urbana económica y solvente sigue funcionando en España, y que se lo digan al Vespino.
El ciclomotor que durante tantos años se fabricó en la zona de Ciudad Lineal, en Madrid, fue parte del mobiliario urbano de las ciudades españolas hasta prácticamente mediados los años 2000. Se fabricaron en torno a 1.800.000 unidades y fue un éxito nacional e internacional. Sus argumentos de venta cantaban libertad, sencillez y facilidad de uso en el ámbito urbano. En otras palabras, una utilización que no está alejada de lo que el público general busca en los scooter de 125 cc.
En ambos casos son motos que son perfectamente aptas para la ciudad, cada una para la de su época. Lo son pese a tener una mecánica de combustión y por lo tanto, emitir gases por el tubo de escape. La alternativa en el medio plazo serán las mecánicas eléctricas pero mientras su precio no se vea rebajado, no se popularizarán más allá del motosharing. Las cifras de ventas a particulares en 2019 lo dejan claro, suelen optar por las motos de gasolina más básicas.
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