Patentar ideas a diestro y siniestro es una táctica bastante habitual entre las marcas. Puede que muchas de las propuestas registradas no acaben por ver la luz, pero en caso de sacar los proyectos adelante así tienen protegida su idea para que nadie se la robe.
En esta ocasión Honda ha patentado el diseño de una moto que parece sumamente extraña y es que más allá de ser una moto eléctrica como marcan las últimas modas, se trata de una motocicleta de gran tamaño pensada para ¡funcionar con hidrógeno!
Los japoneses, a la vanguardia de las energías limpias
En colaboración con Toyota y Nissan, las tres marcas japonesas están dispuestas a avanzar en el de momento complicado camino de los motores de pila de combustible. Lo bueno es que van a desarrollar esta tecnología limpia tanto para automóviles como para motocicletas, en una aplicación a menor escala.
Estas marcas, junto con el apoyo del Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón, se han organizado con el objetivo de colocar 40.000 vehículos de hidrógeno en las carreteras niponas y 160 nuevas hidrogeneras de aquí a 2020.
Honda ha sido la primera marca en atreverse de manera contundente con las motocicletas haciendo valer su posición como el mayor fabricante del mundo y como la primera en lanzar un vehículo de hidrógeno al mercado en 2008 con el FCX Clarity, presentando una idea de cómo aplicar la tecnología del hidrógeno a las dos ruedas.
Aparentemente se trata de una moto de gran cilindrada, pero en su interior esconde grandes sorpresas. Dentro de un chasis de doble viga con cuna inferior se encierra una tecnología poco convencional, un motor eléctrico alimentado con el hidrógeno almacenado en un tanque que se coloca en el interior del subchasis.
Horquilla telescópica convencional, monoamortiguador lateral, transmisión directa con el motor aparentemente ubicado en la rueda trasera y un aire sport futurista que podría quedar muy bien con la vestimenta adecuada. Pero, ¿tiene futuro?
¿Qué es un motor de hidrógeno y qué ventajas tiene?
Este tipo de motores convierten el hidrógeno que almacenan en sus tanques en electricidad mediante la descomposición de las moléculas de hidrógeno. Es decir, que es una tecnología que utiliza el hidrógeno como combustible aunque no lo quema, lo descompone para generar su propia energía sobre la marcha mezclando el hidrógeno con el oxígeno del aire.
El resultado de este proceso químico que libera los electrones encargados de alimentar los motores eléctricos es sumamente limpio, puesto que por el tubo de escape de un motor de hidrógeno (sí, son eléctricos que tienen tubo de escape) sólo se expulsa vapor de agua.
Los vehículos que utilizan esta solución se denominan FCEV por sus siglas en inglés (fuell cell electric vehicle), pero a diferencia de los eléctricos puros o híbridos enchufables, éstos no se recargan conectándolos a un punto de recarga, sino que se repostan en hidrogeneras especiales que suministran el hidrógeno.
Y aquí llegamos a uno de los grandes inconvenientes de los FCEV: el almacenamiento del hidrógeno es terriblemente complicado. Los tanques desarrollados para automoción encierran el hidrógeno a alta presión y están extremadamente reforzados, pero aun así el hidrógeno tiene la desesperante habilidad de escaparse debido a su baja densidad.
Por otra parte, y pese a que el hidrógeno es el elemento de la tabla periódica más abundante en nuestro planeta, la obtención del hidrógeno es realmente complicada porque no hay hidrógeno libre, sino como parte de otros compuestos químicos que hay que procesar. Paradójicamente, para la obtención de un kilogramo de hidrógeno hay que invertir mucha más electricidad de la que luego genera.
Por el momento el precio de adquisición de los vehículos propulsados mediante pila de combustible es demasiado elevado, mucho más aún que el de los eléctricos actuales, pero aunque comercialmente está claro que no van a ser hoy por hoy vehículos de masas, la mayor parte de las marcas están desarrollando este tipo de tecnología.
Entonces, ¿por qué interesa el hidrógeno?
Por un lado, tanto por la tecnología que disponemos actualmente como la que podemos alcanzar a corto/medio plazo, los motores de hidrógeno podrían ser completamente limpios si la energía empleada para la extracción del hidrógeno fuese 100% procedente de energías renovables.
La autonomía real es otro de los caballos de batalla de la pila de combustible. Frente a los coches eléctricos a batería cuya autonomía ronda los 500 kilómetros en el mejor y más caro de los casos actualmente (en las motos nos vamos en torno a unos 150 km), un coche equivalente de hidrógeno puede superar fácilmente esa cifra.
El gran matiz se encuentra en el tiempo de recarga. Mientras que recargar las baterías de los motores eléctricos llevaría horas, repostar un tanque de hidrógeno es cuestión de minutos, puesto que se rellena como un coche de combustión convencional a través de una manguera.
Por otro, al poder generar su propia electricidad no hay que recurrir a baterías que actualmente presentan el problema de estar fabricadas con lo que se conoce como tierras raras, minerales de la familia de los lantánidos cuya presencia es testimonial y su procesado costosísimo, tanto económicamente como medioambientalmente.
El año pasado las ventas a nivel mundial de vehículos eléctricos crecieron un 55%, y teniendo en cuenta que tanto las baterías como los motores utilizan estos elementos pueden convertirse en la próxima escasez del petróleo y frenar el crecimiento de estos vehículos limpios.
Toshiba, Honda, Tesla y Toyota ya están trabajando en alternativas creando motores no dependientes de las tierras raras, pero el hidrógeno sigue siendo una de las apuestas del sector, especialmente apoyado por los fabricantes japoneses, con la mirada puesta en abaratar sus costes a medio plazo.
Si juntos consiguen evolucionar esta tecnología y convencer a las autoridades públicas de que es hoy por hoy lo más parecido a una forma de movilidad totalmente renovable, no deberíamos tardar en ver motos de hidrógeno por la calle. No en vano Suzuki ya tiene en marcha desde hace años una versión de hidrógeno de su popular Burgman.