Aprovechando que este fin de semana el Campeonato del Mundo de Superbikes vuelve a la acción en San Marino vamos a hablar de la situación general del campeonato de las motos derivadas de la serie. ¿Por qué? Muy fácil, porque aunque las carreras suelen ser bastante emocionantes (salvo cuando el líder se escapa y domina con mano de hierro), para el promotor del certamen no es suficiente.
Dorna es la encargada de organizar tanto MotoGP como el WorldSBK, dos campeonatos con personalidad propia e independiente que intentan no pisar su espacio pero que necesitan del espectáculo para gozar de buena salud. Hoy por hoy, la empresa de Carmelo Ezpeleta cree que esto no está siendo así en las Superbikes y ya se están planteando una serie de medidas al respecto.
A Dorna le gusta lo variadito, y el WSBK empieza a aburrir
Hace algunos meses, justo antes de empezar la temporada 2017 y después de anunciar el sistema de parrillas invertidas, Xavier Alonso, responsable del WorldSBK sostuvo que "los mejores pilotos de Superbike tienen que luchar más. Son fantásticos pilotos pero no quiero ver una gran familia en parque cerrado, lo que quiero es ver carreras completas, dentro y fuera de pista".
Aquellas afirmaciones que dejaban entrever la voluntad de Dorna por aumentar la tensión entre pilotos no le parecieron nada bien a Chaz Davies, quien sentenció de manera tajante que "me importa una mierda llevarme bien o no con el piloto que tengo al lado. Si alguien quiere meterse conmigo es perfecto, corro mejor cuando estoy cabreado, pero no voy a buscar conflictos".
Después de aquello fue fácil darse cuenta de que algo iba a cambiar durante los próximos años con Dorna al timón del WSBK. Un formato más parecido a MotoGP pero compatible estaba en ciernes debido a una situación que nunca le ha gustado a la empresa española.
En todo lo que llevamos de temporada 2017, cuatro pilotos se han repartido las 12 victorias y los 24 puestos de podio salvo una excepción. Jonathan Rea (8 victorias y 3 podios), Chaz Davies (3 victorias y 5 podios), Tom Sykes (1 victoria y 8 podios) y Marco Melandri (6 podios). Sólo un hombre pudo encaramarse a los puestos de honor precisamente en la última carrera de la pasada cita inglesa: el invitado y viejo conocido del campeonato Leon Haslam.
De entre todos estos nombres hay dos factores comunes que son la fuente de preocupación de Dorna. El primero de ellos es la aplastante soberanía de la armada británica. Rea, Davies y Sykes son los únicos pilotos capaces de disputarse fin de semana tras fin de semana entre ellos mismos las victorias. Ni siquiera Melandri puede meterse en la pugna del té con pastas.
El otro factor y el que más quebraderos de cabeza está trayendo a los organizadores del WSBK es el del dominio de las marcas. Sólo hay dos equipos que tienen motos ganadoras antes incluso de arrancar sus motores: el Aruba.it Ducati y el Kawasaki Racing Team. Todo el que milite fuera de estas dos estructuras sabe de antemano que si quiere subir al podio o lo tiene que hacer muy bien, o las condiciones tienen que ser muy particulares.
Durante los últimos tres campeonatos (bueno, dos últimos y lo que llevamos de 2017) que podríamos llamar la época post Aprilia RSV-4, se han disputado un total de 32 carreras. De todas ellas sólo 3 victorias han ido a parar a motos que no fueran ni Kawasaki ni Ducati (Leon Haslam en Australia 2015, Jordi Torres en Catar 2015 -ambos con Aprilia- y Nicky Hayden en Malasia 2016 -Honda-), un ratio que se queda en un escaso 9,37% de victorias.
La característica innata del Campeonato del Mundo de Superbikes, con motos muy similares a las que te podrías comprar en cualquier concesionario y pilotos que se alejan del perfil de divos que se gastan en MotoGP, es que hay (o debería haber más bien) una heterogeneidad desconocida para el aficionado. Sobre el papel, múltiples marcas pueden optar a la victoria en cada carrera bajo las órdenes de hábiles pilotos de todo el mundo que en teoría podrían optar a todo gracias a un reglamento bastante parejo en el que prima la igualdad. "En la calle de la Gominola del país de la Piruleta", como diría Hommer Simpson.
¿Un campeonato de pilotos británicos y sólo dos marcas? No, gracias
La realidad es muy distinta. Con un campeonato sano, tanto los pilotos como los fabricantes quieren ganar, así que los que pueden invierten más recursos para arañar décimas y colocarse regularmente en el cajón además de asegurarse los servicios de los mejores pilotos cada año. Ahí es donde Ducati y Kawasaki brillan por encima de los demás.
La fábrica japonesa abandonó MotoGP y se centró en la categoría de Superbikes tanto a nivel mundial primero como en los nacionales más reputados después para ofrecer una moto ganadora en su especie. Ducati por su parte siempre ha estado ligada al WSBK y su sólido proyecto no se ha tambaleado ni en los peores momentos con una Panigale que no funcionaba hasta hace menos de dos años. Ahora incluso la Ducati privada de Xavi Forés es mejor que las Yamaha, BMW, Aprilia, Honda y MV Agusta.
Sus equipos son los que más recursos disponen con unas estructuras que poco tienen que envidiar a las escuadras de MotoGP (o lo que sería MotoGP si Kawasaki estuviera allí). Paolo Ciabatti y Gigi dal'Igna, los máximos responsables técnicos en competición de Ducati, siempre que el calendario se lo permite acuden a las carreras de Superbikes para apoyar a su escuadra. Un planteamiento que en cambio difiere mucho del Red Bull Honda WorldSBK, donde la escuadra privada de Ten Kate hace la guerra por su cuenta sin apoyo directo de la marca del ala dorada.
Pilotos británicos por un lado y dos marcas acaparando todas las atenciones no son el modelo a seguir por Dorna. Quieren más variedad y así lo dejó caer Daniel Carrera (director ejecutivo del WorldSBK) en unas declaraciones recogidas en bikesportnews.com donde afirmaba que "estamos hablando con los fabricantes, no está bien la diferencia que hay entre Kawasaki y Ducati con el resto de marcas. Queremos que las motos estén más cerca unas de otras así que estamos trabajando en algunos cambios".
Aparte de ideas muy locas que son fruto más de una visión marketiniana de la competición, una de las medidas pasaría por equiparar el punto más caro de cualquier competición hoy en día: la electrónica. Un modelo similar al empleado en MotoGP con la centralita única no sería viable en el WSBK donde cada marca desarrolla sus sistemas para las futuras motos de calle, pero sí se podría establecer un presupuesto máximo para los equipos, limitando la inversión en costosísimos desarrollos digitales.
Mientras que Jordi Torres en su BMW S 1000 RR lleva una electrónica calcada a la moto de calle que le hace sudar sangre en cada carrera, la Ducati 1199 Panigale R de Chaz Davies lleva unas entrañas 2.0 que tienen más parecido a una Desmosedici GP15 de MotoGP, la última antes de que Magneti Marelli fuese suministrador único de electrónica en la categoría reina.
Este cisma tiene los días contados, es una cuestión de tiempo que, guste o no, pasa por una centralita única. Con motivo del GP de Catalunya, buena parte de los representantes de SBK estuvieron en Montmeló y la Superbike Comission se reunió para hablar sobre la centralita única. Aún no hay nada oficial pero se espera que pronto se llegue a un acuerdo que entrará en vigor ya en 2018 con el beneplácido de la FIM y Dorna.
Sólo nos falta saber cuáles van a ser los cambios que se le van a ocurrir a Dorna. Esperemos que no haya que recurrir a poner al ganador de la primera carrera saliendo último en la parrilla de la segunda.
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