Esos colores, esas líneas bulbosas y redondas, esos escapes, esa horquilla... todavía recuerdo como disfrutaba viendo la Britten V1000 en las fotografías de las revistas de la época. Era un bicho raro, era diferente, pero con un encanto fuera de toda duda. Una motocicleta que se adelantó a su tiempo al igual que John Britten, su creador. Un visionario de Nueva Zelanda que bien podía ser, guardando las distancias, el Steve Jobs de las motos por su manera de ver las cosas.
Con solo 12 años, Britten ya juntaba el dinero que podía para comprar motores de kart y restaurar alguna motocicleta que caía por sus manos. Ingeniero mecánico, Jhon viaja una temporada por Europa y monta un negocio de hornos de vidrio que acaba vendiendo para dedicarse a construir apartamentos. Los negocios van bien y puede dedicarse a lo que más le gusta, fabricar motocicletas.
Muy a la Apple, comienza a trabajar en el patio de su casa para trasladarse más tarde a unas instalaciones específicas. Parir la V1000 con sus 999 cc y dos cilindros a 60 grados ha sido la obra maestra de Britten. Ha tenido y tiene tanto éxito porque lejos de los enormes fabricantes de elevados presupuestos, el Australiano se sacó de la manga una brillante moto con modestia y talento mediante el método ensayo error.
Por desgracia para este sector, John Britten fallece en 1995 pero hay quien quiere rendir un homenaje particular y fabrica una réplica de la Britten V1000 partiendo de la base de una Honda VTR 1000. Es, como decimos, una réplica y dista del inimitable original pero tiene la friolera de tres años de trabajo, sobre todo para hacer la carrocería en fibra de vidrio. Un singular homenaje a una moto que se ha convertido en un icono incluso de arte y diseño siendo expuesta en varios museos entre los que destaca el Guggenheim de nuestro país.
Vía | The Kneeslider Fotos Vía | Wikipedia En Motorpasión Moto | Seis Britten en el 25º aniversario del Sound of Thunder