Los presagios se han cumplido. Brad Binder ascenderá en 2020 como piloto de MotoGP enrolado dentro del equipo Red Bull KTM Tech3. El piloto sudafricano que fue campeón del mundo de Moto3 junto a la marca austriaca en 2016 llegará a la categoría reina tras un paso de tres temporadas en Moto2.
Este movimiento confirma dos cosas: por un lado la profunda vinculación de Binder con KTM y por otro la ausencia de satisfacción de la firma naranja con el rendimiento de Hafizh Syahrin.
Binder, KTM y Red Bull parecen inseparables
La sintonía de Brad Binder con KTM y Red Bull es perfecta. Desde que el sudafricano aterrizase (y ganase) en la Red Bull Rookies Cup se ha mantenido fiel a la casa de Mattighofen, donde ha conseguido un título mundial de Moto3 en 2016 además de tres victorias y ocho podios en Moto2.
En 2020 Brad Binder se convertirá en el primer sudafricano en correr en la era moderna de MotoGP con motores de cuatro tiempos. Una nación que no ha tenido representación relevante desde Kork Ballington, Jon Ekerold y Brett Hudson a principios de los años 80.
Brad Binder, Pit Beirer y Hervé Poncharal se han sentido profundamente satisfechos después de haber estampados sus firmas. El piloto ha asegurado que "es increíble tener esta oportunidad y sólo puedo dar un enorme gracias a KTM, a Tech3, a mi manager y a mi familia. Esto es todo lo que he querido en mi vida".
Y es que el acuerdo de KTM con Hafizh Syahrin parece haber acabado antes de lo previsto. Los de KTM querían un piloto rápido y competitivo pero se han encontrado con un rendimiento bastante pobre por parte del malasio. Pese a ser uno de los rookies de este 2019, Syahrin no está cumpliendo con las expectativas de KTM al ocupar la penúltima posición de la general (25º) con tan solo 3 puntos.
No mucho más arriba se encuentra su compañero de equipo, Miguel Oliveira. El portugués suma 15 puntos en lo que llevamos de temporada pero lucha regularmente por meterse entre los 15 primeros puestos. Además Oliveira ha terminado todas las carreras en lo que llevamos de año, algo de lo que sólo pueden presumir Pol Espargaró y Danilo Petrucci.