Moto nueva, todo funciona a la perfección (o debería): el embrague se siente como la mantequilla, el 'clank' de las marchas da regusto auditivo, y hasta la llave entra en el contacto con una agilidad increíble. Pero en una moto que ya tiene sus kilómetros, a veces se nos enrevesa algo tan simple como intentar introducir la llave de nuestra moto en el contacto. Ni a la primera, ni a la segunda...
Es normal que la llave se atasque levemente al meterla en la cerradura debido a que se van endureciendo. Sin embargo, y al contrario de lo que muchos piensan, hay un truquito en forma de grafito que es súper útil, y hoy lo compartimos contigo. Comprobado.
El grafito, el aliado de las llaves de casa, del coche y de la moto
Todo en una moto, o cualquier otro vehículo, necesita mantenimiento. No solo los frenos, los neumáticos, la cadena... Hasta la cerradura lo necesita; lo que pasa es que seguramente no sabías esto último. En el caso de las cerraduras, se van endureciendo debido al desgaste que supone meter y sacar constantemente la llave de la moto.
Y si no, pregúntate por qué al comprar la moto la llave entraba a la primera, y ahora no. Al menos no tan linealmente. El bombín se va obstruyendo, y hasta es posible que se te quede atascada en el contacto. Ten en cuenta una cosa: la suciedad se pega a la llave, y esta entra al contacto. Por eso es importante mantenerla limpia y en buen estado.
Sinceramente, tres euros tienen la culpa. Y este no es un truco que te valdrá solo para la llave de la moto, sino también para la del coche, y hasta la de casa.
Ojo, no confundir con un spray o desengrasante, porque el efecto será el contrario al que buscamos. Estos líquidos absorben el polvo y la suciedad; son eficientes a corto plazo, pero luego la llave empeorará su estado y te será más difícil introducir la llave.
Así que la solución definitiva, si no te fías del lápiz, es su sucedáneo profesional: lubricante en polvo de grafito. Se utiliza en muchas cerrajerías y talleres, y el motivo es que el grafito actúa como lubricante seco. Su estructura en capas permite que las láminas de grafito se deslicen fácilmente unas sobre otras, reduciendo la fricción entre las piezas metálicas de la cerradura.
Lo bueno es que no atrae polvo ni suciedad, a diferencia de los lubricantes a base de aceite. Además, ni se degrada ni se endurece con el paso del tiempo. No todo es bueno, ya que tiene un inconveniente: que mancha, y mucho. Más vale que te pongas unos guantes.
Un ejemplo, sin ir más lejos, es este. 2.99 euros en forma de bote para poder rociarlo encima de la llave, y listo.
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