Hace 20 años que a Miguel Ibáñez, un cántabro que practicaba trial como afición, le vino la idea a la cabeza. Las placas de entonces eran un verdadero peligro para los conductores que las portaban en sus motos pues con aquel tamaño y fabricadas en chapa podrían convertirse en cuchillas en caso de caída. Pero por fin Miguel se ha salido con la suya y ha conseguido que el Ministerio de Industria homologue las matrículas fabricadas en plástico.
La principal ventaja de las placas de material acrílico es evidente; no tiene cantos vivos. Pero además son completamente reciclables, no se deforman y dan una garantía de al menos tres años –las actuales no–, son flexibles ante posibles golpes –se acabaron las matrículas dobladas– y, por último, no se destruyen cuando hacemos un lavado a presión. Lo que parece incomprensible es que hayan pasado tantos años para su homologación cuando en otros países de la Unión Europea se vienen utilizando y fabricando sin problemas.
La única pega ha sido que no he podido hacer un pedido de una placa para motocicleta ya que de momento sólo están disponibles para vehículos de cuatro ruedas. Esperemos que no tarden mucho en llegar y nos den la posibilidad de librarnos de uno de esos riesgos innecesarios con los que convivimos.
Gracias Kumo por el chivatazo en Twitter.
Vía | El Mundo
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