Ayer podíamos leer en varias publicaciones catalanas que el Ayuntamiento de Barcelona comenzaba a impulsar un plan mediante el cual se buscaba como objetivo eliminar la convalidación del permiso clase B que desde el 2004 permite a los conductores de turismos, llevar motos de 125 cc y 15 cv de potencia sin necesidad de formación específica.
La alarma que ha disparado este plan es el repunte de la siniestralidad en la ciudad condal, ya que de los quince motoristas fallecidos en los que llevamos de año, siete no tenían permiso para llevar motocicletas. Lo que pasa es que con estas cifras en la mano y sin más datos, el argumento es un poco pobre sobre todo teniendo en cuenta que el parque móvil actual está formado en más del 50% por scooters y que además, Barcelona es una de las ciudades europeas con más motos.
Aun así, diez años después no deja de llamar la atención que por fin una institución haya dado la voz de aviso. El abrir la posibilidad de que más usuarios utilicen motocicletas para sus desplazamientos, con todos los beneficios que ello conlleva como el menor coste, consumo, emisiones o ayuda a descongestionar las ciudades; es algo que no debemos perder. Pero tampoco debemos permitir que todo el mundo pueda hacerlo como quien conduce una bicicleta, porque incluso para llevar una de estas entre el resto del tráfico, hay que tener unos mínimos conocimientos, algo que estos usuarios no tienen. Y ser autodidacta puede ser peligroso o incluso mortal.
A bote pronto, a mi personalmente se me ocurre una opción, que a algunos les puede parecer descabellada pero que sería una solución válida para todo el mundo. Imaginemos por un instante que todas las motos de 125cc ven incrementado su precio en 100 euros. ¿Sería algo que echaría para atrás a los posibles compradores? Creo que a la inmensa mayoría, no.
¿Y si con esos 100 euros de más, incluimos un curso específico de conducción para todos aquellos usuarios que no tienen permiso de motocicletas? Una formación de ocho horas, teórica y práctica en circuito cerrado con monitores, que permitan a los futuros conductores de los vehículos de dos ruedas conocer sus características, peculiaridades y sobre todo, riesgos.
Que alguien por su propia iniciativa decida hacer un curso es casi tan raro como encontrar un perro verde, pero de esta forma, todo el mundo lo haría y con ello, aumentaría su seguridad a los mandos de los scooter. ¿No os parece una buena idea? Porque ahora que el mercado de la moto parece que se ha recuperado, quizás otro mazazo a lo que ahora mismo es su pilar fundamental sería la puntilla para acabar con ella.
Vía | Circula Seguro
Foto | FaceMePLS