No descubro nada al decir que el hábitat natural de una moto deportiva es el circuito. Es donde puedes disfrutar como un enano de tu montura y donde puedes buscar tus límites y los de la moto de una manera segura y sin jugarte el cuello. Cada día las carreteras están más saturadas y peligrosas, así que no es muy inteligente aumentar el riesgo al que estamos sometidos por defecto con una conducción deportiva en la vía pública.
Por suerte los más quemados contamos con muchos circuitos de velocidad a lo largo y ancho de nuestra geografía, aunque algunas regiones siguen sin contar con trazados próximos. El clima de nuestro país nos permite rodar en circuito prácticamente todo el año. Así, no es de extrañar que haya muchos moto-clubs y peñas que organicen tandas de entrenamientos libres en circuito.
Disfrutar de un día de tandas no es algo barato. A la inscripción (que incluye el seguro) hay que sumarle los desplazamientos, el alojamiento, los neumáticos, etc. Entre eso y que muchas veces el trabajo y otros compromisos no te lo permiten, la mayoría de usuarios medios no vamos a los circuitos tanto como nos gustaría. Por eso intentamos saborear al máximo las poquitas veces que lo hacemos, desde el mismo momento en que empezamos con los preparativos.
El ritual de la preparación de las tandas
En mi caso hacía que no rodaba en circuito más de dos años. En Enero siempre me hago el propósito de hacer un par de tandas anuales, pero entre unas cosas y otras lo había ido dejando. Y el tiempo no perdona, pasa más rápido de lo que pensamos. Además, la Mille empezaba a mirarme con los ojitos del gato de Shrek, pidiéndome ir a su parque de atracciones favorito. Así que este año no podía quedarme en el dique seco y el 24 de Abril disfruté de un día de tandas en el Circuito de Almería.
Cuando ya has decidido la fecha y el circuito comienzas a pensar en preparar la moto. Muchos de vosotros tenéis una deportiva solo para circuito, pero también somos muchos los que la usamos para viajar y para el día a día. Conviene en este caso hacerle algunos cambios para adecuarla al circuito e intentar minimizar los daños materiales en caso de caída.
La preparación de mi Aprilia RSV Mille es muy simple, se limita a cambiarle el carenado y poco más. Es una deportiva italiana de pura raza, con una parte ciclo excelente. Todavía me sorprendo cuando veo a deportivas japonesas que, por ejemplo, no traen latiguillos metálicos de casa. En ese tipo de detalles las motos deportivas europeas siempre han sido bastante más generosas. A pesar de tener casi siete años, aún me hace disfrutar como el primer día.
Yo tengo un pequeño ritual a la hora de ponerme manos a la obra. Lo primero es sintonizar una buena musiquita de fondo y tener una cerveza fresquita cerca. Las herramientas las coloco en una mesa improvisada con caballetes para tenerlo todo ordenado y a mano. Y comienzo a desmontar el carenado. No es nada complicado, aunque si es la primera vez conviene que estéis atentos e incluso que ordenéis los tornillos y piezas que vais quitando para que luego no te sobre ni te falte nada.
Para el carenado de circuito no me compliqué mucho. Lo compré en su día a una persona que lo había hecho artesanalmente sacando el molde del carenado original. Lo pinté con spray negro mate y le puse unas pegatinas. Y a volar. También me compré una cúpula de doble burbuja oscura para dejarla fija en el carenado de calle y otra transparente para el de circuito, y así no estar cambiándola cada vez que la vestía de guerra.
El resto de preparación de la moto lo tengo permanentemente montado. Un escape de titanio y unos tacos anticaída anclados al chasis en los laterales. Tengo pendiente instalar un amortiguador de dirección, aunque la verdad es que sólo lo he echado de menos en el circuito de Guadix, en el cambio de rasante a la entrada de recta de meta. Ahí la moto tiende a levantarse y se vuelve algo nerviosa al aterrizar la rueda delantera.
Al principio también desmontaba los reposapiés traseros, pero hace tiempo que tengo la Mille monoplaza y no los tengo montados. Para sujetar el escape me hice un anclaje artesanal, me parecía demasiado caro el anclaje en fibra de carbono que me gustaba. Con una plancha de aluminio, una sierra, lija y pintura en spray se hacen maravillas… bueno, más bien se hacen chapuzas maravillosas.
Una vez que la moto está con sus mejores galas racing y con unos cuantos kilos de menos, hay que pensar en el resto de accesorios y equipo que vamos a necesitar en el circuito. La verdad es que yo soy de los menos profesionales que se ven en las tandas. Mi equipo consiste en una silla, un tanque para la gasolina, un embudo y los caballetes. Esta vez también llevaba un neumático delantero nuevo y unos slicks usados de otras tandas que al final no me atreví a usar, tienen más de dos años y es hora de reciclarlos. Tengo pendiente comprarme unos calentadores de neumáticos, algo que cada vez veo más fundamental para rodar seguro desde el inicio de la tanda.
También es importante llevar las herramientas que más uses y algunos tornillos de recambio. No viene mal el spray para la cadena, aunque conviene engrasarla el día de antes, para que se impregne bien la grasa. Las bridas de plástico y la cinta americana nunca están de más.
Muchas veces no le damos la importancia que se merece al equipo personal. Su buen mantenimiento es muy importante para su buena conservación y nuestra seguridad. Es conveniente darle un repaso antes de usarlo, ver las costuras del mono, las distintas piezas que forman la bota, la visera y el cierre del casco, el ajuste de los guantes, etc. En una simple revisión rápida podemos detectar algún posible defecto que, en caso de arrastrón, nos podría dar algún disgusto.
Con el equipo personal cada uno tenemos nuestras manías. A mí, por ejemplo, me gusta ponerme una camiseta sin mangas debajo del mono, me resulta más cómoda a la hora de meter los brazos, no se te forman dobleces. O ponerme unos calcetines más bien gruesos, para amortiguar la cremallera del mono al meterlo por dentro de la bota, aunque eso no me libra de alguna que otra ampolla o rozadura en la pierna tras varias horas con el traje de luces puesto.
Hay que preparar comida y bebida apropiadas para la ocasión. También es importante llevar una nevera de playa para mantener las bebidas fresquitas. Las cervecitas las dejo para cuando ya he soltado la moto. Bebidas isotónicas, fruta y comida ligera es lo suyo.
Lógicamente una vez que preparas la moto así hay que tener previsto su transporte al circuito. Una furgoneta es quizá la mejor opción, creo que más cómoda que un remolque. Aunque yo llevo muchos años usando remolques de todo tipo y la verdad es que te acabas acostumbrando, las maniobras te salen con naturalidad.
Es muy importante colocar en el lugar correcto las cinchas, que al apretarlas no te machaquen algún cable o pieza de la moto. Si subes la moto al remolque un día o dos antes del viaje, debes soltar las cinchas al máximo, lo justo para que la moto quede sujeta pero que no apriete las suspensiones. No debe ser bueno tener la horquilla y el amortiguador trasero comprimidos tanto tiempo. Eso sí, a la hora de viajar si debes apretar bien las cinchas para que la moto haga una sola pieza con el remolque. Es recomendable enrollar y amarrar lo sobrante para que no se enganche con algo.
Con todo esto listo, ya empiezas a contar los días u horas que te quedan para pasar un día de diversión con tu máquina. Esas sensaciones os las contaré en la segunda entrega.
Os dejo una galería con fotos de la transformación de mi querida Mille. Así la conocéis mejor y entendéis por que aún le sigo siendo fiel.
Gracias Javi por prestarme el remolque.
En Moto22 | Tandas en circuito: el ritual, la diversión y el trazado. 2ª Parte. 3ª Parte.