Hay inventos que rozan la locura, e incluso lo demencial. Ejemplo de ello es la idea que se le pasó a este hombre por la cabeza al preguntarse: ¿qué pasa si ponemos una hélice a una moto? El resultado es tan impresionante como peligroso, y llega directamente desde Brasil.
De la manera más rudimentaria posible sacaron el motor a una pequeña Honda y la pusieron a funcionar con una hélice de madera acoplada al pequeño propulsor de un cilindro. ¡Y funciona! Aunque la seguridad brille por su ausencia.
El vídeo, compartido por el Profesor Pardal, un youtuber brasileño, no tiene desperdicio, y tampoco sentido. Precisamente por eso ha llamado tanto la atención. El centro de la gravedad de la moto ha sido adelantado y alto, pues el hombre ha soldado sobre las barras de la horquilla al motor, sujetado por cuatro tubos metálicos.
Después de echar gasolina sobre el depósito, llega la hora de arrancarla. El motor monocilíndrico de la Honda va directamente acoplado a una hélice de madera, como si fuese el de una pequeña avioneta, aunque sobre una moto. A la primera no arranca, por lo que le pide ayuda al colega que está grabando para propulsar la hélice manualmente.
¡Ah, y que no falte la seguridad! El protagonista no lleva ningún tipo de protección más que unas gafas de seguridad universal, y lo mejor de todo es que lleva una cuerda amarrada a la cintura a modo de cinturón, que luego ata a la moto con un arnés, por si acaso. Aunque en el caso de caerse, ambos irían al suelo y el hombre no se separaría de la moto ni viceversa.
Para que quede claro, es una hélice con fuerza, así nos lo quiere demostrar el Profesor Pardal triturando una bolsa de la compra en pedazos, o mostrándonos cómo es capaz de desplegar un paracaídas completo en cuestión de segundos.
Y si es capaz de abrir un paracaídas, cómo no va a ser capaz de hacerla circular: en la parte final del vídeo Pardal se graba exprimiendo el jugo del monocilíndrico con hélice hasta por caminos de tierra.
Este youtuber no es un visionario: alguien ya creó el invento a comienzos del siglo XX
Cuidado, que a riesgo de parecer una auténtica locura (que lo es), una idea similar tuvo en su día Ernest Archdeacon, uno de los primeros promotores del automóvil y la aviación.
Aquella bici-moto montaba un motor bicilíndrico en V que daba 6 CV y que impulsaba una hélice a través de correas. El piloto de motociclismo Alessandro Anzani fue el encargado de las primeras pruebas. Gracias a ese invento, poco después propulsaron el primer vuelo a través del Canal de la Mancha.