Los años pasan para todos y para todo. Eso incluye a las llaves de nuestra moto. Si ya tienes una moto con unos cuantos años, probablemente habrás experimentado alguna vez eso de que la lleve en el contacto no entre a la primera, ni a la segunda... O incluso que se bloquee.
Es normal con el paso de los años. La solución es un pequeño truco japonés tan simple como efectivo: un lápiz. Y no es ninguna broma.
Un lápiz, la solución a las cerraduras
En un vehículo (y eso incluye una moto o cualquier otro coche) todo requiere mantenimiento. Hasta el más mínimo detalle lo requiere. Eso incluye la cerradura de tu moto, que no deja de ser un sistema mecánico que con el paso del tiempo sufre las consecuencias, como el endurecimiento o desgaste.
Ten en cuenta la de veces que metes y sacas la llave del contacto de la moto. Con el paso del tiempo, se resiente. Una sensación poco agradable que sucede hasta en la cerradura de casa. Pero hay un truco para solucionarlo.
Y no estamos hablando de algunos sprays o desengrasantes de alguna conocida marca. Eso es un error, básicamente porque se tratan de líquidos cuya labor es absorber el polvo y la suciedad; son eficientes a corto plazo, pero luego la llave empeorará su estado y te será más difícil meterla incluso.
Con el paso del tiempo, además, van penetrando en la cerradura y será mucho peor.
La solución es un lápiz. Se utiliza en tiendas de motos y cerrajerías y es de lo más eficiente. En realidad, lo útil de esta táctica es la mina del lápiz, pues está hecha con grafito y arcilla. Precisamente el grafito, que actúa como lubricante, y cuanto más, mejor (2B o superior).
Con el simple restriegue de la punta del lápiz el grafito se quedará impregnado sobre la cerradura, y hará que veas que una pequeña película en forma de polvo recubre el metal. Luego pasas la llave por la cerradura varias veces y la giras otras tantas. ¡Listo!
El único inconveniente es que el grafito mancha. Así que ten cuidado cuando vayas a guardar la llave al bolsillo.