Hay un melón que históricamente no se ha abierto, o no demasiado: el de los niños compitiendo encima de una moto. Ya nos ha traído muchas desgracias al mundo de la moto; la última hace unas semanas en Interlagos, cuando Lorenzo Somaschini, un piloto de nueve años, fallecía durante los entrenamientos libres del Campeonato de la Superbike de Brasil.
Y muchos nos hacemos la misma pregunta: ¿debería de estar corriendo en motos un niño de nueve años, que ha muerto? Puede que haya que replantearse el debate. O directamente, abrirlo.
Las carreras de motos no son seguras; menos todavía para los niños
Ha pasado, pasa y seguirá pasando si no se pone coto: niños muriendo encima de una moto. A la lista ya se unen nombres como Hugo Millán de catorce años (MotorLand, 2021), Amelia Kotze de quince años (2024) o Lorenzo Somaschini, de nueve (2024) son sólo unos pocos.
La pregunta es directa: ¿debería prohibirse participar a niños en competiciones de motociclismo? Y de ella, se ramifican unas cientos más, como si debería limitarse la edad mínima en competiciones (no solo Moto3), si hay que dejar que un niño participe en deportes de riesgo o hasta cuestiones tan filosóficas como si el fin justifica los medios.
Los niños saben correr en motos, pero ¿deben?. De hecho, las hornadas de pilotos actuales llevan montando en moto desde que tienen uso de razón. Desde Marc Márquez hasta Pedro Acosta y pasando por Casey Stoner, aprendieron a montar en moto casi antes que a hablar. Pero, ¿es demasiado pronto? Por ejemplo, el hijo del expiloto Kenan Sofuoğlu (cinco años):
La libertad de cada familia de enseñar a su hijo a ser piloto es absoluta, y con razón. Lo que pasa es que hay competiciones en las que se permite correr a niños en peligrosísimos trazados como Interlagos, que por su diseño técnico y desafiante que incluye curvas rápidas, cambios de elevación abruptos y secciones estrechas es uno de los más difíciles.
El riesgo de accidente es alto; la proximidad en las barreras es casi nula, así como las zonas de escape. Y en la copa Honda Júnior meten a niños y chavales de entre ocho y 18 años a correr. Ya la han suspendido.
Los niños, encantados; disfrutan. Pero el debate no es ese, el debate es si el deber moral y legal de guardar y cuidar a un niño por parte de los padres supone prohibirle subirse a una moto. Porque lo mismo que a los niños se les prohíbe conducir en la calle, votar o beber alcohol por no estar preparados física, legal y moralmente, tampoco lo deberían estar para competir, teóricamente.
Quizá la Federación Internacional de Motociclismo (FIM) debiera intervenir. Es algo que Dorna ya ha hecho prudentemente, y muy bien además: para entrar en Moto3 hay que tener, mínimo, 18 años. Sin embargo, en otras competiciones como la Red Bull Rookies Cup hay que tener 13, incluso 12 en las Talent Cup asiáticas, europea, de Gran Bretaña y el Norte, por ejemplo.
En el caso de Lorenzo, pilotaba una moto de 160 cc que se ponía a más de 100 km/h en un trazado como Interlagos. Pero hay peores referencias: en las copas de talentos las máquinas son similares a las Moto3, y hablamos de pilotos con, mínimo, 12 años.
Estos pilotos no deben dejar de competir; hay que fomentar el talento, pero no en motos que llegan a los casi 200 km/h. Las minimotos deberían ser la alternativa, y la edad mínima de 16, la obligación. Hay que dibujar una línea global para evitar estas tragedias.
No nos engañemos; ¿por qué hay tanta prisa? De ganar con 14 a hacerlo con 16 no supone el fin para la carrera de ningún piloto. Este tipo de noticias tiene una consecuencia: la mala percepción con las que se ven desde fuera al mundo de la moto. Si un padre lee un titular como este, lo más probable es que no deje subir a su hijo a una moto nunca más.
La conclusión parece evidente: las carreras de motos no son seguras. Mucho menos para un público infantil o preadolescente. Dupasquier, Millán, Lorenzo... Las federaciones han de considerar seriamente abordar este problema para evitar noticias así.