El maravilloso mundo de las preparaciones y la artesanía no nos dejará nunca de sorprender. Hemos visto desde un quad con un motor de Superbike pasando por un scooter casero que planta cara a una Honda Blackbird 1100 XX y otras genialidades creadas por mecánicos hechas desde los garajes desde sus casas.
Sin embargo, en esta ocasión no hablamos de motores súper potentes y motos que harían temblar a las mejores hiperdeportivas del planeta, sino todo lo contrario. Dos minimotos construidas a partir del guardabarros de un Volgswagen Beetle de los primeros años es lo último en creaciones caseras que hemos podido encontrar por la Red.
Como mucho se venderían dos modelos al año de estas minimotos
El creador de estas motos tan monas o monstruosas, según el ojo que las califique, se llama Brent Walter y en sus horas libres se dedica a trastear con hierros y a restaurar vehículos antiguos. A sus manos llegó un Volkswagen Beetle medio destartalado y como es un amante de las dos ruedas decidió resucitar algunas de sus piezas en estas dos minimotos, bautizadas como Volkspods, de las que ha explicado todo el proceso de construcción en su canal de Instagram.
De las dos motos que podemos ver primero empezó con la de color verde (con el mismo tono que tenía el escarabajo) hace un año y luego le llegó el turno a la de color azul. Entre una y otra se aprecian pequeñas diferencias que el artesano ha mejorado con la segunda moto. Incluso el motor es distinto. En el primer modelo utilizó uno de cuatro tiempos de 79 cc y en el segundo ya pasó a un corazón de metal más potente con 212 cc y 6,5 CV de potencia.
Para la carrocería reaprovechó los guardabarros del escarabajo para fabricar las dos motos. También utilizó los faros del coche y los puso en la parte delantera y trasera de los dos juguetitos. Les añadió un manillar de bicicleta que les diese un toque retro. Aprovechó las tapas de aluminio de los depósitos de otros VW Beetle y los puso en la carrocería, delante del manillar. Añadió un asiento más o menos cómodo al chasis tubular, incluyó unas plataformas de gran superficie para los pies e instaló un pedal para los frenos en la parte derecha.
El resultado parece que ha gustado bastante. Prueba de ello has sido la cantidad de comentarios que ha tenido Walter en Instagram donde más de uno le ha preguntado si estas motos están en venta y por cuánto las vendería. Al ser solo un hobby el mecánico por pasión no se ha planteado fabricar más de dos minimotos al año para su venta. Precisamente una de las dos motos ya la ha vendido. ¿Quién no querría un juguetito así para hacerse unas curvas? Eso sí, por un terreno privado, que no sería legal conducirlas por la calle.
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