Las carreras de carros era un deporte de lo más valorado en la época romana. Estas competiciones se desarrollaban en los grandes circos y tenían fama de ser unos actos de enorme violencia, donde la adrenalina formaban parte vital del espectáculo.
La competición consistía en dar vueltas a un óvalo mientras varios carros eran tirados por caballos a lo largo de la pista, ganando el primero en cruzar la línea de meta habiendo conseguido dar 7 vueltas. Esta competición quedó en desuso después de la caída del Imperio Romano. Sin embargo, en la primera década del siglo XX, unos locos trajeron de vuelta este deporte para competir entre ellos... ¡con sus motos!
Carreras con hasta tres y cuatro motos
El mundo del motociclismo ha experimentado con diferentes competiciones a lo largo del tiempo desde que se creasen los primeros vehículos de este tipo. Y es que en los albores del motociclismo todo era ensayo y error. Algunos se convirtieron en un éxito absoluto de masas, dando origen a competiciones como MotoGP o Superbikes, y otros quedaron en el olvido.
La competición que os traemos hoy tiene su origen, aunque parezca increíble, en el libro de Ben-Hur del escritor estadounidense Lewis Wallace. Al menos así nos lo explican nuestros amigos de Rare Historical Photos, donde a través de imágenes y vídeos nos cuentan la historia de las carreras de carros tiradas por motos.
Y es que en el libro, así como en la película que vendría más tarde protagonizada por Charlton Heston, relatan de una forma épica lo que era una carrera de carros en la antigua Roma. Un hecho que sirvió de inspiración a los primeros moteros para crear una nueva competición de este tipo. Total si sustituimos los caballos por coches a la hora de desplazarnos por qué no hacer lo mismo con las carreras de carros.
Y así comenzó una competición que poco a poco se hizo popular entre los aficionados, llegando a todos los rincones del mundo, desde Estados Unidos hasta Europa o Australia, donde se convirtió en una de las especialidades favoritas de los aficionados.
El concepto era sencillo. Para crear tu carruaje, que podía estar tirado por una, dos, tres o incluso cuatro motos (bigas, trigas y cuadrigas), se usaban barriles partidos por la mitad y el chasis de los primeros remolques. Todo ello se unía a la moto a través de un anclaje y se conducía gracias a unas riendas. Éstas sujetaban el acelerador y el freno a la vez que la dirección.
El piloto por su parte, tenía que ir con una indumentaria a juego y necesitaba de una técnica depurada. El punto crítico para ellos aparecía en los giros, ya que para hacerlos de una manera correcta tenía que accionar el acelerador con mayor brío cuando iba por el lado exterior, evitando hacerlo demás con el riesgo de volcar. También hubo competiciones con dos pilotos, uno a lomos de la moto y otro en el carro, pero sin duda las más espectaculares eran las individuales.
A medida que esta especialidad fue evolucionando, se llegaron aumentar el número de motocicletas acopladas a los carros así como se fueron actualizando los materiales con los que crear el carruaje, pasando de dos simples riendas para el acelerador, frenos y dirección a utilizar pedales para frenar, acelerar e incluso dar más ángulo de giro.
Aumentando el número de motocicletas acopladas al carruaje también se complicaba el manejo así como los acoples. Sin embargo, esto sólo daba más espectáculo a los aficionados que disfrutaban de auténticas locuras nunca vistas antes.
No obstante, esta competición de masas se extinguió a partir de la década de 1930. No hubo nada en concreto que hiciese desaparecer el deporte, quizás pasarse la fiebre de Ben Hur o simplemente que lo arriesgado del deporte lo dejaba sin competidores.
Algunos aficionados han luchado en contra de su desaparición, inventándose nuevos carros con los que pasearse en las concentraciones de moto o simplemente por pura diversión. También lo hemos llegado a ver en programas de la televisión como Top Gear, donde han competido entre presentadores.
Pero al igual que pasase con el antiguo Imperio Romano, las carreras de carros impulsados por moto han quedado ahora relegados al pasado, a la historia de las dos rudas. Una historia que quién sabe si con el tiempo no se repetirá al igual que pasa con las modas.