Que ya estemos en la nueva normalidad y que se haya terminado el confinamiento no significa que todo hay vuelto a funcionar como antes, sino que ahora se están viviendo los problemas que conlleva paralizar determinados sectores durante meses.
Los exámenes de tráfico son un ejemplo, ya que hay un colapso actual estimado en 130.000 alumnos, que se tendrán que repartir durante más de tres meses para tratar de acabar con el embotellamiento ocasionado.
Se espera que el número de alumnos crezca considerablemente en verano
Claro que desde la Fase 2 de la desescalada se retomó las actividad en los centros de exámenes de la Dirección General de Tráfico pero con las medidas que hay que seguir para mantener el distanciamiento social y evitar los contagios han hecho que sean muchos menos los alumnos que pueden examinarse cada día.
De hecho, se habla que éstos podrían haber disminuido en algunos casos en hasta un 60%, es decir 60 alumnos en vez de 150, lo que ha llevado a una situación en la que se calcula que al menos 130.000 aspirantes a una licencia de conducir esperan su turno, según datos de Formaster (Asociación Profesional de Empresas Formadoras en Seguridad Vial.
Todo esto también se ha dado por el hecho de que la DGT dio prioridad a usuarios como los que tenían que renovar o conseguir el permiso para el transporte de vehículos con mercancías peligrosas, por lo que el 28 mayo no se reanudaron los exámenes para todo tipo de licencias.
Y esa fecha en el mejor de los casos y solo para aquellos territorios que habían alcanzado ya la Fase 2, ya que para otros ese momento llegó posteriormente. Ni el aumento de convocatorias ni la ininterrupción de la actividad en estos centros durante el verano parece que vaya a impedir que se necesiten al menos tres meses y medio para volver a las cifras anteriores al estado de alarma.
Y eso teniendo en cuenta las cifras que se manejan actualmente, sin contar con todos aquellos que quieran aprovechar el verano para obtener su licencia de conducir, aprovechando los horarios más flexibles en el trabajo o incluso el período vacacional.
Este colapso evidentemente no solo afecta a los alumnos sino que también a las propias autoescuelas, que necesitan examinar a los alumnos que llevan esperando desde marzo para sumar nuevos y, con ello, obtener los ingresos necesarios para tratar de recuperarse económicamente.
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