Paredes, vallas y motos a casi 300 km/h. Así de aterrador es el GP de Macao desde dentro
El Gran Premio de Macao (Macau GP para los angloparlantes) comenzó su andadura en 1954. Desde entonces se ha disputado un total de 65 veces de manera interrumpida, incluyendo carreras de turismos, monoplazas y, por supuesto, motos. Aunque las dos ruedas llegaron más tarde, en 1967.
Sólo apta para unos pocos valientes, el Gran Premio de Macao supone uno de los retos más arriesgados a los que un piloto se puede enfrentar sobre ruedas. Visto desde dentro, da mucho miedo y más si es con vista interactiva en 360º.
GP de Macao: Unos pocos valientes
Gracias a Horst Saiger, piloto suizo participante en esta edición del GP de Macao 2018 que por cierto ha sido ganada por Peter Hickman (y ya van tres), podemos meternos en el mono de un corredor con los suficientes arrestos para jugarse la vida en el conocido como Circuito da Guia.
Al Gran Premio de Macao sólo se puede acceder por invitación. Una invitación que se otorga exclusivamente a los pilotos de carreras urbanas mas prestigiosos del mundo y a determinadas figuras del motociclismo con los suficientes arrestos como para pilotar en su estrecha pista.
El trazado está compuesto por un consecución de curvas y rectas en las que no hay ni una sola escapatoria. Un circuito de 6.120 metros de longitud que se extiende por la ostentosa ciudad de Macao, conocida por ser Las Vegas asiática por su superpoblación de casinos.
Sí, el Snaefell Mountain Course del Tourist Trophy de la Isla de Man es mucho más complicado debido a su descomunal extensión donde los pilotos necesitan años para memorizar el trazado completo, pero al menos hay unas escapatorias mínimas. En Macao no.
Todo el trazado de la pista asiática está rodeado por enormes muros, paredes y quitamiedos de varios niveles. En el mejor de los casos en los puntos más peligrosos se colocan protecciones blandas pero que ni siquiera así pudieron evitar la muerte de Dan Hegarty en 2017.
Precisamente en esa curva 1, el punto más crítico de toda la pista, este año una bandera roja volvió a poner fin a la prueba de manera prematura cuando Phillip Crowe y Ben Wylie colisionaron en la frenada e impactando contra las protecciones. Milagrosamente ambos pilotos salieron ilesos.
Raül Torras iba a ser el segundo español en buscar la gloria en el GP de Macao, pero un temprano accidente durante los primeros entrenamientos del jueves en la misma curva 1 le dejaron a él en el hospital con un fuertes traumatismos, hemorragia subaracnoidea, una costilla y una clavícula fracturadas, fisuras en las cervicales y a su Yamaha YZF-R1 del equipo Martimotos completamente destrozada y calcinada.
Los nombres propios del GP de Macao y Kevin Schwantz
Entre los ganadores más célebres se encuentran nombres que posiblemente te suenen como Ron Haslam (padre de Leon Haslam y ganado en seis ocasiones), Robert Dunlop (1989, hermano de la leyenda Joey Dunlop y padre de Michael y el recientemente malogrado William), Carl Fogarty (1992), John McGuinnes (2001) o Michael Rutter (hasta ocho ocasiones).
Precisamente Rutter representó este 2018 al exotismo participando con la Honda RC213V-S, sí, la carísima versión de calle de la MotoGP de Honda con la que ya han participado en el IOMTT. Porque sí, el reglamento del GP de Macao es realmente permisivo y mientras a las marcas les ha interesado lucirse ha sido habitual ver a motos de Gran Premio entre los casinos. Pero casi una MotoGP no pudo impedir la victoria de Hickman y su BMW S 1000 RR voladora.
La mayor paliza que se recuerda en el GP de Macao viene precisamente de un nombre ilustre sobre una moto no menos ilustre. Fue en la edición de 1988 cuando un tal Kevin Schwantz llegó hasta Macao para participar con la Suzuki RGV500 decorada con los colores de Pepsi. Un binomio que en aquella temporada empezó a despuntar en el Campeonato del Mundo de Motociclismo con dos victorias y cuatro podios.
Schwantz aquel día se llevó la carrera con una autoridad insultante. Sus competidores llevaban máquinas muy inferiores, en el mejor de los casos derivadas el mundial de Superbike. El resultado fue una carrera en la que Schwantz apenas desgastó el neumático delantero porque no paró de hacer caballitos.
Kevin Schwantz demostró ese día lo grande que era su leyenda, convirtiéndose en uno de los muy, muy pocos pilotos que han ganado en un GP mundialista y también en una carrera urbana.