Como bien sabréis, este fin de semana tenemos una cita ineludible con el Gran Premio de Austria. Allí, no tenemos referencias salvo por los test privados realizados recientemente y lo poco que sabemos del Red Bull Ring es que no destaca por ser una pista especialmente rápida (ni segura).
El trazado diseñado por Hermann Tilke cuenta con una recta principal de sólo 626 metros de longitud donde las MotoGP se enfrentarán por primera vez, y pese a las escuetas velocidades máximas, el circuito austríaco se posiciona como un circuito exigente para los frenos de los grandes prototipos con una nota de 4 sobre 5 de dificultad.
Las tres primeras curvas del Red Bull Ring al final de tres tramos rectos suponen el mayor reto para los frenos de las MotoGP
Empatado con Brno, Jerez y Aragón en nivel de estrés para los equipos de frenos, siete de las nueve curvas que consta requieren el uso de los equipos de deceleración, acumulando un total de 12 minutos de frenada sobre la duración total de las carreras.
La velocidad máxima que se alcanza supera por poco los 300 km/h pero se acumula el trabajo de forma consecutiva en tres puntos críticos. A final de la recta de meta, al final de la subida siguiente y en la frenada de la recta de atrás. Tres aceleraciones a fuego y tres frenadas de infarto seguidas. Tras esta zona rápida de stop and go encaramos la segunda mitad de la pista, mucho más revirada y lenta.
Por lo tanto, las primeras tres curvas son los puntos cruciales y donde los frenos tienen que funcionar al máximo. La curva 2 (Remus) tiene la mayor tasa de complejidad ya que los pilotos llegan a más de 300 km/h y frenan por debajo de 70 km/h, reduciendo 240 km/h su velocidad a la entrada de la curva durante una fase de frenado que dura 5,2 segundos a lo largo de 250 metros. Aquí los discos de freno de carbono alcanzan temperaturas superiores a los 600 grados sometidos a una presión de 9,7 bares.
Debido a la acumulación de trabajo, en la siguiente curva (Rauch) la temperatura se eleva aún más aunque la frenada no es tan violenta: de 295 km/h a 84 km/h en 5 segundos. Y la primera curva no es moco de pavo, bajando de 302 a 97 km/h en 210 metros, ejerciendo una presión de 11,4 bares sobre el circuito hidráulico.
Por el otro lado, en la última curva (Red Bull Mobile) los pilotos sólo frenan durante 2 segundos, lo justo para bajar de 174 km/h a 115. Un "descanso" justo antes de volver a comenzar otra vuelta y superar de nuevo la barrera de los 300 km/h.
Vía | Brembo
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