La carrera de 250 c.c tendría que tener un cúmulo de circunstancias muy grandes para que Marco Simoncelli no lograse convertirse en Campeón del Mundo. Las primeras vueltas de carrera nos permitieron soñar con que el italiano no lo conseguiría, gracias a un Áleix Espargaró que salió como un tiro desde la segunda línea colocándose primero, seguido de Julio Simón. Por detrás Aoyama y Simoncelli veían como los españoles querían evitar el alirón del de Gilera. Bautista hacía una mala salida y se colocaba quinto, por lo que le tocaba pelear.
Las pasadas fueron una constante entre Espargaró, Simón, Aoyama y Simoncelli, al mismo tiempo que Bautista se iba uniendo al grupo. Todo de cara, pero pronto Espargaró se fue llendo hacia atrás quedándose en la quinta plaza que mantuvo hasta el final de carrera. Un problema mecánico dejó fuera a Julio Simón, que con su guerra con Simoncelli parecía el único que tenía posibilidades de evitar que el italiano se viese ya con el número 1 en su carenado.
Bautista lideraba entonces la carrera seguido de Aoyama, así que Simoncelli solo tenía que mantener esa tercera posición. Así se lo indicaron desde la pizarra y así lo hizo, se mantuvo en la tercera plaza y no intentó nada. A Bautista le habrá sabido agridulce escuchar el himno español en el podium, ya que a su izquierda estaba Simoncelli con la gorra y la camiseta con las que festejaba que ya es Campeón del Mundo de Motociclismo en 250 c.c.